La crucial batalla de España contra la covid: lograr un fondo de recuperación en la UE
La oposición de Países Bajos complica la posibilidad de alcanzar un acuerdo en la cumbre europea de este fin de semana.
La UE afronta un fin de semana decisivo. Los presidentes de los 27 países del club comunitario se reúnen a partir de este viernes en la ciudad de Bruselas con la difícil misión de acordar un fondo de recuperación tras la pandemia del coronavirus y un nuevo presupuesto plurianual.
Consciente de la importancia de esta cumbre, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, realizó una gira de contactos bilaterales con sus homólogos europeos para amarrar apoyos. La situación que atraviesa la economía española es muy grave y el tiempo apremia.
En primer lugar Sánchez visitó el portugués António Costa en Lisboa y, posteriormente, recibió al italiano Giuseppe Conte en Madrid. Los tres se mueven en la misma línea. Esta semana llegaron los contactos más complicados al verse con el holandés Mark Rutte, la alemana Angela Merkel, el sueco Stefan Löfven y el francés Emmanuel Macron.
Los expertos creen que el Gobierno ha jugado bien sus cartas en esta gira, exponiendo que la crisis económica provocada por la pandemia afecta sobre todo al mercado interior de la Unión Europea, conformado por unos 450 millones de ciudadanos.
“España ha hecho bien al hablar de que esto es una crisis simétrica, que afecta a todo el mundo, pero además explicar que afecta asimétricamente, porque las economías son distintas”, apunta Salvador Llaudes, codirector del observatorio en asuntos europeos de la Transatlantic Relations Initiative (IE University).
A pesar de los esfuerzos realizados, las posiciones de los diferentes líderes europeos todavía permanecen distantes. La mayoría de países están de acuerdo en la necesidad de poner en marcha un fondo de recuperación tras la pandemia del coronavirus, pero hay muchos matices.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, presentó a finales de mayo un plan de recuperación llamado Next Generation EU y valorado en 750.000 millones de euros. Un plan ambicioso para hacer frente a una de las mayores crisis económicas de la historia.
El dinero de este fondo europeo se dividía en dos partes: 500.000 millones en subvenciones y 250.000 millones en préstamos. Esta división no gusta nada a los autodenominados países frugales —Países Bajos, Suecia, Austria y Dinamarca—, que consideran que el dinero debería llegar a las capitales mediante créditos.
Si se mantuviera la propuesta inicial, España tendría acceso a unos 140.000 millones de euros. Se convertiría en el segundo país que más fondos recibe, solo por detrás de Italia. Esto se debe ha sido uno de los más afectados por la pandemia y por el desplome de la economía, debido a la gran importancia del turismo.
Von der Leyen proponía que el fondo de reconstrucción estuviera ligado al presupuesto comunitario para el periodo 2021-2027, que tendría una dotación de 1,1 billones de euros.
“Si los fondos de reconstrucción se integran en el presupuesto europeo, como ha propuesto la Comisión Europea, es mucho mejor porque hay mayor transparencia”, señala Augusto Delkáder Palacios, profesor de relaciones internacionales de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
Un presupuesto recortado para contentar a los frugales
Ante las dificultades para alcanzar un acuerdo, el presidente del Consejo Europeo, el belga Charles Michel, envió a los Gobiernos una propuesta que recortaba el presupuesto comunitario a 1,074 billones de euros. Esta será la propuesta que se debatirá en la cumbre europea de este fin de semana.
“Michel intenta ejercer como intermediario para que la situación sea lo más aceptable para todos. La propuesta es menos ambiciosa que la de la Comisión Europea para intentar acercar posturas con los frugales”, señala Llaudes.
Una negociación a la baja por parte de Michel que resulta lógica ante los pocos avances que se han producido hasta ahora. “Hay un grupo de países que tienen una visión ambiciosa, que quieren una respuesta europea. La propuesta inicial de la Comisión Europea y también la del presidente del Consejo se parece más a la postura de que esos países que son ambiciosos”, apunta Llaudes.
El acuerdo sobre el fondo de reconstrucción debe adoptarse por unanimidad de los 27 países que conforman la UE al estar ligado al marco financiero plurianual, el presupuesto comunitario para los próximos siete años.
“Los presidentes tienen que acordar dos cosas: el marco financiero plurianual y el fondo de recuperación, que parece que va ir ligado al marco. Al tenerse que aprobar esas dos cosas, se complica la negociación”, explica Llaudes.
Eso implicará que todos los países se verán obligados a flexibilizar sus posturas si se pretende alcanzar un acuerdo. “Todos tendremos que hacer renuncias y ceder en algunas de nuestras posiciones”, reconoció el propio Sánchez en su periplo europeo.
“No se trata de ir a Bruselas a defender el interés nacional, sino más bien de hacer coincidir los intereses de todos a partir de principios compartidos”, afirma Delkáder.
La oposición de Países Bajos
Esta necesidad de unanimidad complica mucho las cosas, ya que otorga un poder de veto a cualquier país que quiera oponerse. El primer ministro de Países Bajos, el liberal Mark Rutte, es el más reacio al acuerdo.
Rutte considera insuficientes las cesiones realizadas por Michel y pretende que se recorten los volúmenes del plan de recuperación y del presupuesto comunitario, así como endurecer las condiciones para acceder al dinero.
Su intención es que los envíos de dinero se aprueben por unanimidad de los 27 Estados miembros de la UE, así como los planes nacionales de recuperación que tendrán que presentar los países para acceder al dinero —las famosas condiciones—.
Estos requisitos no son aceptables para un país como España, que necesita la llegada de ese dinero para afrontar las consecuencias de la crisis. La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) calcula que la economía española perderá este año entre un 10,1% y un 12,4% de su producto interior bruto (PIB). Un desplome sin precedentes.
“Es muy importante para España que las cuantías no se vean reducidas. Si se hace o se imponen muchas condiciones, no creo que sea un instrumento muy útil”, señala Llaudes.
Tampoco serían aceptables para el Gobierno la imposición de recortes en el gasto público, como ocurrió durante la crisis financiera. “Las condiciones que se exijan no pueden ser las mismas que tras la crisis de 2008, las políticas de austeridad. Esto no es como entonces, no se puede acusar de los países de mala gestión. Ahora, la situación es otra”, señala Delkáder.
Alemania busca la conciliación, pero no parece fácil
Ante otro intento de acercar posturas, la canciller Angela Merkel —Alemania ostenta la presidencia rotatoria— ha propuesto que los planes de recuperación se aprueben por una mayoría cualificada de los Estados miembros. Es decir, se requiere el voto favorable del 55% de los países, que representen al menos el 65% de la población de la UE.
El acuerdo no parece fácil de alcanzar debido a las divergencias que persisten cuando apenas quedan horas para la celebración de la cumbre. Si fracasara la negociación de este fin de semana, podría celebrarse otro encuentro a finales de julio. Si entonces tampoco hubiera acuerdo, habría que ir, como los malos estudiantes, a septiembre.
La respuesta a la pandemia que decida tomar la Unión Europea resultará vital para los ciudadanos de un club comunitario, en el que crece el euroescepticismo y que recientemente ha perdido a uno de sus países: el Reino Unido.
“Está en juego la credibilidad del proyecto europeo. La UE tiene que decidir entre mantenerse en el actual proyecto político, que se basa en la desconfianza entre los Estados, o volver al de los orígenes, centrado en la cooperación y la solidaridad”, señala Delkader.