Esa cosa verde con pinchos (2ª parte)
(Por Pablo Burgués)
La semana pasada os hablé de la vida interior de los cactus, esos simpáticos amigos pinchudos que alegran los jardines y campos ibicencos. Pues bien amigas, esta semana voy a seguir dando la matraca con lo mismo. ¿Cómo que por qué? Pues porque el tema es interesantisisísimo y porque además os encantan los cactus y porque el balón es mío y San Seacabó.
Visto que a los cactus les gusta menos el agua que a Charlie Sheen, podríamos pensar que estos seres provienen del continente con más secarral por metro cuadrado del planeta: África. Sin embargo, estudios científicos demuestran que la inmensa mayoría de ellos son originarios de América del Sur. ¿Y eso? Pues parecer ser que hace 40 millones de años (año arriba, año abajo) Sudamérica sufrió un cambio climático que convirtió el lugar en un enorme desierto. Ante semejante calufa, las plantas empezaron a morir, pero hubo algunas muy cracks que mutaron sus hojas convirtiéndolas en pinchos. Estos, al ser muy finos, reducen el área de exposición al sol de la planta por lo que esta acumula menos calor y además hacen las veces de mini desagües que recogen las pequeñas gotas del rocío de la mañana y las dirigen hacia el tronco del cactus, lugar donde este almacena el agua.
¿Que cómo llegaron los cactus a Europa y al resto del mundo? Pues gracias a los culos de las aves... me explico. Al parecer a los pájaros les flipan los frutos de los cactus, los cuales están llenos de pequeñas semillas. Así pues, después de comer, estos bichos echan a volar con sus tripitas llenas y tras varias horas de digestión lo ponen todo perdido de semillas de cactus (con su abono All Included).
Y como no sé qué más contarte y me pagan por post de 500 palabras, pues como que os voy a contar una bonita fábula sobre el amor y los cactus:
Érase una vez un hombre que tenía un enorme dilema moral: seguir viviendo tranquilamente y sin sobresaltos con la misma señora con la que llevaba casado más de 30 años; o largarse a vivir la vida loca con su flamante nueva amante de 28 primaveras.
Como el tipo no era capaz de decidirse fue a pedir consejo a un sabio, el cual le mostró dos flores: una rosa y un cactus. "¿Con cual te quedarías?", le preguntó. A lo que el hombre respondió: "Con la rosa que es más bonita". Tras lo que el sabio, que además de muy listo era un poco baja puntos, dijo: "Sí amigo, la rosa es muy bella pero también muy frágil y todo lo que tiene que ofrecerte pronto se marchitará. Sin embargo el cactus es fuerte y se mantendrá firme a tu lado a pesar de las adversidades. Así que ahora dime, ¿con cual te quedarías?".
Tras aquella esclarecedora charla el hombre se fue corriendo a su casa y le dijo a su mujer: "¿Mari Carmen, sabes contar? Pues a partir de ahora no cuentes conmigo". Acto seguido se compró un descapotable rojo y se largó con la jovenzuela vete tú a saber dónde.
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———— Esta historia se publicó originalmente en mi blog Typic d'aquí