¿Es un buen momento para subir el salario mínimo?
El Gobierno negocia con los agentes sociales el incremento del sueldo base, situado actualmente en 950 euros, al que se oponen la patronal y muchos economistas.
Una de las negociaciones más difíciles de la legislatura. La sede del Ministerio de Trabajo ha acogido este martes una reunión crucial con los agentes sociales. Una primera cita que afecta a millones de trabajadores, en la que se debatirá si el salario mínimo interprofesional (SMI) debe subir o no en 2021. ¿Es un buen momento para subirlo?
Las posturas se encuentran totalmente divididas, incluso dentro del propio Gobierno de coalición. La ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, defiende con vehemencia la necesidad de subir este salario, que actualmente se sitúa en 950 euros al mes en 14 pagas. Su departamento calcula que una subida beneficiaría a 2 millones de trabajadores en España.
La ministra se apoya en el argumento de que la mayoría de los países de la Unión Europea han aprobado subir sus respectivos salarios mínimos. “No sería comprensible que nos alejáramos de Europa cuando se han subido salarios de empleados públicos y pensionistas un 0,9%. No podemos dejar descolgados a los trabajadores, que son los que más lo necesitan”, ha afirmado Díaz.
Sin embargo, hay otros miembros del Ejecutivo como la vicepresidenta tercera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, que se muestran más cautelosos debido a la crisis económica provocada por la pandemia. El Banco de España señaló recientemente que cuatro de cada 10 empresas españolas están en pérdidas y una de cada 10 puede quebrar por culpa del coronavirus.
“Estamos en un momento de gran incertidumbre, es preciso actuar con gran prudencia y la prioridad tiene que ser impulsar el crecimiento económico y la creación de empleo”, ha asegurado Calviño en una entrevista en La Voz de Galicia.
Las patronales se oponen a una subida en un momento en el que muchas compañías atraviesan dificultades y piden que los esfuerzos se centren en hacer frente a las consecuencias de la pandemia. “No es el momento de subir el SMI. La prioridad del Gobierno tiene que ser la creación de empleo”, ha asegurado el vicepresidente de la CEOE, Íñigo Fernández de Mesa.
Por su parte, los sindicatos rechazan una congelación como la que se vivió durante los primeros años de Gobierno de Mariano Rajoy en los momentos más duros de la anterior crisis económica. UGT ha pedido públicamente que se incremente hasta los 1.000 euros.
División entre los economistas
Al igual que los agentes sociales, los economistas se encuentran divididos sobre la idoneidad de subir el salario mínimo en un momento como el actual. “El principal objetivo en la salida de la crisis debe ser la recuperación del empleo”, señala Ana López, vicedecana del Colegio de Economistas de Madrid. “Es imprescindible incrementar las rentas salariales para que haya recuperación”, apunta Carlos Sánchez Mato, responsable de política económica de Izquierda Unida.
En realidad, todo dependerá de la cuantía de la subida que pretende llevar a cabo el Gobierno, que es quien tiene la última palabra para decidir. No es lo mismo un gesto simbólico, que lo planteado por UGT. Si el incremento se limita al 0,9% —similar al de funcionarios y pensionistas—, el salario mínimo solo se subiría 8,55 euros hasta situarse ligeramente por debajo de los 960 euros.
Muchos expertos se posicionan directamente en contra de una subida del salario mínimo al considerar que incrementar los costes laborales conllevará un aumento del desempleo. “Con 40% de paro juvenil y 40% de fuerza laboral con baja cualificación subir el salario mínimo aumenta el paro, los jóvenes emigrarán, habrá más desigualdad y más pobreza”, asegura José Carlos Díez, profesor de economía en la Universidad de Alcalá de Henares (UAH).
El tejido productivo español, formado por muchas pymes, vuelve a ser un condicionante. “El principal objetivo en la salida de la crisis debe ser la recuperación del empleo. No olvidemos que el mayor porcentaje de empleo es privado, generado por las empresas. En España, más del 96% son microempresas, de menos de 10 trabajadores”, señala Ana López, que también es profesora de economía aplicada en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM).
“Lo que hace falta no es subir el salario mínimo sino subir la probabilidad de
encontrar un empleo mejor, de que un familiar encuentre empleo o no lo pierda, o reducir la probabilidad de que uno pierda el empleo o que lo pierda el trabajador temporal. La subida del salario mínimo no ayuda a eso”, coincide Matilde Mas, catedrática de análisis económico de la Universitat de València.
Estos economistas señalan que los principales damnificados de un incremento serían precisamente los colectivos más afectados por la crisis económica, ya que serían los primeros expulsados del mercado laboral, como ocurrió tras el parón de la actividad durante el confinamiento.
“La subida hoy del salario mínimo se produciría en un contexto de subida de la tasa paro, contenida por ahora por los ERTE, y elevada incertidumbre. Los colectivos más castigados son los trabajadores con bajos niveles de cualificación, temporales, autónomos, jóvenes y mujeres. Estos serían los más directamente afectados por la subida del salario mínimo”, apunta Mas.
“Estas políticas hay que adoptarlas con prudencia. Hay otras políticas cuyos efectos negativos en el empleo de los colectivos más jóvenes y de menor educación son menores. Se podría explorar complementos salariales, que asegura unos ingresos laborales mínimos mientras tiene menores efectos negativos sobre la empleabilidad de estos trabajadores”, explica Manuel Alejandro Hidalgo, profesor de economía aplicada en la Universidad Pablo de Olavide y exsecretario general de Economía en la Junta de Andalucía.
Aumentar el SMI para impulsar el consumo
Algunos economistas de izquierdas defienden que un aumento del salario mínimo puede impulsar el consumo, que se ha desplomado durante la pandemia, y ayudar a la recuperación de la economía.
Así lo cree Carlos Sánchez Mato, responsable de política económica de Izquierda Unida y profesor de economía en la Universidad Complutense de Madrid (UCM). “Además de por justicia social, actuar sobre las rentas más bajas, que destinan un porcentaje elevadísimo, si no todo el incremento, al consumo en un momento de insuficiente demanda agregada, es la mejor forma de impulsar la economía”, apunta.
En su opinión, el Gobierno debe aprobar una subida aunque inferior a la realizada en años anteriores. “Ahora es imprescindible que el SMI suba, al menos, a 970 euros mensuales desde los 950 actuales. ¿Es suficiente una subida de poco más del 2%? No, hace falta más para erradicar la precariedad y la desigualdad, pero será un avance que mejorará la vida a dos millones de trabajadores”, afirma.
Al igual que los sindicatos, se opone con rotundidad a una congelación del SMI en los 950 euros actuales. “Se ha subido el 0,9% el salario a los empleados públicos y los pensionistas. Congelar el poder adquisitivo de dos millones de trabajadores en el momento actual es mandar un mensaje muy negativo. En Alemania subirán el 2,7% su salario mínimo”, defiende.
En la misma línea se manifiesta el economista Eduardo Gutiérrez, diputado de Más Madrid, que antes de llegar a la Asamblea de Madrid era profesor de economía industrial en la Escuela Relaciones Laborales de la UCM y asesor económico del sindicato Comisiones Obreras. “Cuando las tasas de ahorro de las familias alcanzan máximos históricos es preciso apuntalar el consumo interno. La anemia de demanda que caracteriza la crisis necesita transferencias públicas para levantar la demanda de consumo”, defiende.
“Eso se consigue con la distribución hacia grupos con alta propensión al consumo, que es próxima al 100% de las rentas salariales en los perceptores del salario mínimo. Estos trabajadores convierten de forma inmediata sus incrementos salariales en compras en comercios de proximidad, los más afectados”, explica Gutiérrez.
Otros expertos discrepan de que aumentar el salario mínimo sirva para incentivar el consumo y, como consecuencia, generar empleo. “La evidencia empírica a favor de este argumento no es concluyente. La subida del 1 de enero 2019 hubiera servido como banco de pruebas. Entonces se cumplían seis años de caída continua en la tasa de paro desde el 26,9% del primer trimestre de 2013 al 14,5% del cuarto trimestre de 2018. La desigualdad había aumentado casi a la misma velocidad. En estas circunstancias valía la pena correr el riesgo de un potencial efecto negativo sobre el empleo”, señala Matilde Mas.
Un calendario de subidas hasta 2023
Algunos economistas apuestan por que la negociación entre el Ministerio de Trabajo y los agentes social se centre en establecer un calendario de subidas del salario mínimo para lo que queda de legislatura, cuyo final está previsto, salvo sorpresa, en 2023.
“En lugar de priorizar una subida del SMI enero, se debería intentar negociar un acuerdo plurianual que permita retrasar la adopción de una subida con el fin de no suponer ahora una traba adicional a la recuperación del empleo, de por sí ya complicada. Una vez que se asiente la recuperación económica, ya pueden plantearse medidas que mejoren la capacidad adquisitiva”, apunta López.
Antes de la irrupción de la pandemia, el PSOE y Unidas Podemos se comprometieron a elevar el salario mínimo hasta alcanzar al final de la legislatura el 60% del sueldo medio, es decir, unos 1.200 euros.
“Subiremos el salario mínimo interprofesional hasta alcanzar progresivamente el 60% del salario medio en España tal y como recomienda la Carta Social Europea”, señala el acuerdo de coalición firmado en diciembre de 2019 entre ambos partidos.
A pesar de la crisis económica, este compromiso se mantiene vigente. Así lo ha señalado este lunes la ministra de Hacienda y portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, en el Senado, donde los presupuestos de 2021 han superado los cinco vetos planteados por la oposición.
La subida del salario mínimo, bandera de Unidas Podemos
Unidas Podemos ha hecho de la subida del salario mínimo una de sus banderas desde que Pedro Sánchez se instaló en La Moncloa tras la moción de censura a Rajoy. La formación que dirige Pablo Iglesias pactó con el Gobierno del PSOE una subida del 22% hasta situarse en 900 euros en 2019, a cambio de apoyar las cuentas públicas de 2019. Se trató del mayor incremento de la historia del salario mínimo de la historia.
Un año después, la formación morada logró otra victoria simbólica. Apenas unos días después de que Yolanda Díaz prometiera su cargo como ministra de Trabajo, alcanzó un acuerdo con los sindicatos y la patronal para elevar el salario mínimo a 950 euros en 2020. El Gobierno pretendía inicialmente subirlo a 1.000 euros, pero limitó el incremento para conseguir el apoyo de las asociaciones empresariales.
Así ha evolucionado el salario mínimo en España:
Gracias a aquel pacto que parecía imposible y a otros alcanzados en la mesa del diálogo social durante la pandemia, la ministra de Trabajo se convirtió en uno de los valores en alza del Gobierno de coalición.
La evaluación de las políticas públicas, asignatura pendiente
Varios de los expertos consultados señalan que sería necesario evaluar el impacto real de las últimas subidas del salario mínimo interprofesional en la economía antes de tomar una nueva decisión.
“Lo idóneo sería contar con un análisis previo de la repercusión de la subida que ya tuvo el salario mínimo, cruzando la información de los historiales laborales, de oferta y demanda de empleo y de datos financieros y productividad de las empresas. Siempre hay que abogar por la evaluación de políticas, y mucho más ahora en medio de una crisis sanitaria y económica, nunca antes vista, y con las cuentas públicas en una situación delicada”, apunta López.
“Este tipo de políticas no son neutrales y suelen tener efectos positivos, pero también negativos. Aunque la literatura no es concluyente sobre los efectos perniciosos de las subidas del SMI en el empleo, cuando ésta enfoca el análisis en un mayor detalle sí observamos que, aunque en términos agregados el efecto es mínimo, en ciertos colectivos sí hay efectos en el empleo y a peor. Además, cuanto mayor es la subida mayor es este efecto”, afirma Hidalgo.
La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) sí que estudió el impacto de la subida del 22% realizada en 2019, antes de la cual había vaticinado la pérdida de 40.000 puestos de trabajo. “Nos pasamos de negativos”, reconoció apenas unos meses después.
Tras realizar el estudio, este organismo independiente que preside Cristina Herrero concluyó que la subida del SMI provocó la destrucción de entre 19.000 y 33.000 empleos. Sin embargo, sus efectos beneficiaron a un millón de trabajadores que antes cobraban menos de 900 euros.
A pesar de que ya ha pasado prácticamente un año, la subida del salario mínimo realizada a inicios de 2020 no ha sido todavía estudiada por este organismo. Aunque la pandemia dificultará la posibilidad de sacar conclusiones.
La negociación para la subida del salario mínimo empieza ahora. La siguiente cita está prevista para el próximo lunes. Nadie duda de que si hay alguien capaz de poder de acuerdo a personas con posiciones tan divergentes de partida es la ministra Yolanda Díaz. Veremos si lo consigue.