Es tiempo de confiar y respetar
Somos España, somos españoles. Bismarck no dijo nada bueno de nosotros, demostremos que debería haberlo hecho.
Se le atribuye de manera poco contrastada a Otto Von Bismarck una frase sobre los españoles. Seguro que alguna vez la han leído en las redes, ese criadero de bulos, falacias y tumores verbales. Según el imaginario internáutico, el canciller alemán aseguró que “la nación más fuerte del mundo es sin duda España. Siempre ha intentado destruirse y nunca lo ha conseguido. El día que dejen de intentarlo volverán a ser la vanguardia del mundo”.
Dejando a un lado la genética de una frase huérfana, pero afortunada, y centrándonos en lo que sostiene, lo primero que nace en mí es un impulso de súplica. Por eso escribo este artículo, porque necesito pedir un favor. Dejemos de rechazar al otro como si tuviéramos un tic. Todos los empresarios, ladrones; todos los trabajadores, vagos; todos los políticos, corruptos; todos los ricos; depredadores; y todos los pobres, escoria. Abandonemos la vía del desprecio, porque es desprecio, hacia aquellos que no reproducen cartográficamente nuestro modo de ver el mundo. Este camino no nos conduce hacia el precipicio, que también, sino hacia el matadero. Y ya está bien, ¿no creen?
Nadie ha sabido ver lo que se nos venía encima. Nadie. Y mucho menos usted y yo. Hace dos meses, ¡dos meses!, nos dicen que tenemos que encerrarnos en nuestras casas y se habría originado un seísmo de carcajadas. Los ataques hacia el Gobierno habrían sido tan sarcásticos como bizarros. Nadie, ni siquiera los más exaltados defensores del capitalismo actual, podían adivinar que las raíces de nuestro modelo económico eran tan superficiales que una racha de viento de 20 días derribaría nuestro tronco productivo. Oscar Wilde sí escribió que “las mejores profecías son las que se hacen sobre el pasado”.
Proteger a nuestros mayores, a las personas más débiles, tiene que guiar nuestra actuación. Tenemos un enemigo despiadado. El dolor nos une, ha de hacerlo. No concibo otra prioridad que sacrificarnos para evitar que la gente muera. La reconstrucción vendrá después, ahora debemos trabajar para que los cascotes no aplasten a más inocentes.
Es tiempo, lo creo firmemente, de confiar y de respetar. Confiar en el Gobierno central, en los autonómicos y en los locales. Respetar los dictados científicos que dirigen las actuaciones políticas. Abandonemos el odio hacia el otro, la chulería frente al otro. No somos pasajeros de nuestra sociedad, somos su tripulación. Usted y yo, el presidente del gobierno y el líder de la oposición. Todos. Y todos batallamos en un frente común, eso debería hermanarnos, porque a mí no me da igual que “los otros” mueran. Y sé que a usted tampoco. Aquellos que demuestran irresponsabilidad cívica deben ser castigados con ejemplaridad, aquellos que aprovechan el dolor colectivo para infectar la convivencia con más toxicidad demagógica deben saber que la gente ya les ha dado la espalda. Somos España, somos españoles. Bismarck no dijo nada bueno de nosotros, demostremos que debería haberlo hecho.