¿Es la hora de los verdes en España?
Una alianza o partido verde, con caras nuevas, podría aparecer como una opción fresca y a la altura de los tiempos.
Una de las primeras cosas que pensé cuando se convocaron las elecciones del próximo noviembre fue, ¿y si fuera este el momento propicio para que una alianza verde se lanzara en solitario a la contienda electoral? Frente a la potencial sensación de déjà vu que provocan los demás partidos y sus líderes, una alianza o partido verde con caras nuevas podría aparecer como una opción fresca y a la altura de los tiempos. Sería un canalizador y catalizador directo de esa preocupación que se extiende en la población ante las consecuencias del cambio climático y la insostenibilidad de nuestro modo de vida. Parece poco probable que esta alianza se produzca, teniendo en cuenta los acontecimientos de esta última semana en el seno de la izquierda y, concretamente, la decisión de Equo de sumarse a la candidatura de Iñigo Errejón. Lo que es posible es que Más País, el partido con el que Errejón se presentará a las elecciones, apueste por un discurso y una imagen más verde que sus adversarios durante la campaña.
De acuerdo con el CIS, el medio ambiente no figuraba entre las preocupaciones principales de los españoles en sus últimas encuestas –estas son el paro, la corrupción y la clase política–, pero un informe publicado recientemente por el Real Instituto Elcano, específicamente sobre las actitudes de los españoles ante el cambio climático, indica que un 37 por ciento considera éste la mayor amenaza global. Un 97 por ciento de los españoles estaría de acuerdo en que el cambio climático existe y un 92 por ciento en que somos los humanos los principales responsables de este cambio. La tendencia es consistente con informes internacionales como el Informe sobre Actitudes Globales del Pew Research Center, publicado el pasado febrero, según el cual, más de un 80 por ciento de los españoles consideraba el cambio climático la principal amenaza global de entre las incluidas en la encuesta, por delante del terrorismo islámico y los ciberataques.
Por tanto, la preocupación existe y, si ahora mismo no ocupa el mismo lugar que el paro o la corrupción en tanto preocupación de ámbito nacional, puede ser también porque ninguna organización política ha hecho de ella su bandera. Tampoco, hasta hace relativamente poco, los medios de comunicación le dedicaban excesivo espacio al deterioro medioambiental. Esto ha cambiado en el último año, incluso los últimos meses, en los que es posible observar una cobertura cada vez mayor de los problemas asociados al cambio climático y las derivaciones de nuestro impacto sobre el medio ambiente, tanto en medios internacionales como nacionales.
Desde la creación de las primeras agrupaciones ecologistas en los años 1970, y a diferencia de lo que sucede en países europeos más al norte del continente, la presencia de partidos verdes en el sur de Europa ha sido, generalmente, testimonial (con alguna excepción como los Verdi en Italia en los años 90). Es conocida la actual fortaleza del partido verde alemán, por ejemplo, pero también las buenas perspectivas de los verdes franceses, cuyo resultado en las últimas elecciones europeas, con un 13,5 por ciento de los votos, sorprendió a todos. En Suecia, el partido verde forma parte del actual gobierno de coalición de signo socialdemócrata. En Bélgica, los verdes han formado parte de gobiernos de coalición morados o arcoíris. Letonia fue el primer país en elegir a un primer ministro verde, el biólogo Indulis Emsis, en 2004. Además de que la experiencia internacional, parlamentaria y de gobierno, acumulada por los verdes es sólida y no faltan referentes a los que mirar, resulta, en principio, evidente que el papel de estos partidos va a ser cada vez mayor conforme el tradicional eje izquierda-derecha se desplaza hacia la cuestión de la sostenibilidad de nuestro modelo productivo y los más jóvenes se integran en el censo. En España, nuevamente, de acuerdo con el CIS, son los jóvenes menores de 24 años los que expresan mayor preocupación por el futuro del planeta, situando la cuestión a la par que la violencia de género y la cuestión catalana.
Con el surgimiento del movimiento Fridays For Future, iniciado por la joven Greta Thunberg, el cambio climático parece situarse en el centro del tablero político (y geopolítico). Dada la contundente evidencia empírica de los graves desarreglos climáticos que comienzan a producirse, no podía ser de otra manera. La amenaza es real y necesitamos un debate más sofisticado que tome en cuenta la relación entre el cambio climático y otros retos que tradicionalmente interesan a la ciudadanía como la pobreza y la desigualdad. Necesitamos, asimismo, medidas más ambiciosas para frenar y adaptarnos a estos violentos desajustes del ecosistema de las que parecen plantear ahora mismo nuestros principales partidos. Quizá ha llegado la hora de la agenda verde en España.