¿Es el rechazo a Ayuso suficiente para movilizar a la izquierda?
Si Ayuso lo fía todo al “comunismo o libertad”, la izquierda —o una parte de ella— apela al “o Ayuso o nosotros”. Y puede que no le salga tan rentable.
“Hay que echar a la derecha”, repite una mujer de mediana edad cada vez que entrega un panfleto electoral de Unidas Podemos a la gente que pasa por la calle un viernes por la tarde, junto a la salida del metro de Puente de Vallecas en Madrid. El folleto incluye ocho propuestas sociales, pero ese “echar a Ayuso” resuena mucho más en la campaña del partido morado, cargada de lemas como “la Comunidad de Madrid no es de derechas; es que ellos van fijo a votar” o “si esperas que Ayuso y la ultraderecha hagan algo por tu barrio, espera sentado”.
El mensaje es más velado en Más Madrid y el PSOE, pero el objetivo es el mismo: sacar a la derecha de la Puerta del Sol. Si Ayuso lo fía todo al “comunismo o libertad”, la izquierda —o una parte de ella— lo fía al “o Ayuso o nosotros”. Y puede que no sea suficiente.
Apelar al voto del miedo no es nuevo, y al Partido Socialista le ha funcionado otras veces para contrarrestar al Partido Popular, o incluso a Vox en abril de 2019; pero esta vez podría ser distinto. “El miedo a que gobierne el PP ha sido un fuerte movilizador de la izquierda, pero ahora la pregunta es hasta qué punto es Díaz Ayuso alguien particularmente rechazada en la izquierda. Y ahí tengo mis dudas”, reconoce Lluís Orriols, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Carlos III de Madrid.
David Redoli, sociólogo y expresidente de la Asociación de Comunicación Política (ACOP), tampoco cree que esta estrategia funcione del todo bien a la izquierda. “El miedo al otro, cuando ese otro ya está en instituciones y está normalizado, no orienta demasiado el voto”, sostiene Redoli, que observa que esta llamada al rechazo no sirvió de mucho en el referéndum del Brexit ni impidió a la ultraderechista Marine Le Pen pasar a la segunda vuelta de las elecciones francesas de 2017.
En la Comunidad de Madrid, el Partido Popular gobierna desde hace 26 años, cuando en 1995 Alberto Ruiz-Gallardón se hizo con la mayoría absoluta frente al PSOE de Joaquín Leguina. En las últimas autonómicas de 2019, ganó el PSOE (27,35%), pero la suma de las derechas —PP (22,21%), Cs (19,42%) y Vox (8,86%)— pudo más, y dos años y una pandemia de por medio han servido a Isabel Díaz Ayuso para consolidarse en el poder y ganar apoyos al erigirse en defensora de la libertad frente a las restricciones por el covid. Aunque sus posibilidades para gobernar parecen todavía ajustadas, las encuestas la dan de vencedora nata, y los politólogos entienden perfectamente por qué: su campaña no es improvisada, a diferencia de las del resto de partidos.
“La campaña de Ayuso está muy bien hecha, porque viene de un año de confrontación con el Gobierno central en el que lo ha situado como un Gobierno limitador de libertades, ineficaz, que deprime la economía y perjudica a todos. Simplemente, [Ayuso] ha trasladado eso a su campaña electoral, y ya la tiene hecha”, explica Lluís Orriols.
Curiosamente, el voto del miedo al que apela una parte de la izquierda viene precisamente de la campaña de Ayuso, que empezó con el eslogan ‘socialismo o libertad’ y lo convirtió en ‘comunismo o libertad’ con la irrupción de Pablo Iglesias en la batalla electoral por gobernar la comunidad.
Ahora, “lo que ha hecho Podemos ha sido aceptar como válido el marco que Ayuso ha planteado”, sostiene Ana Salazar, politóloga y consejera delegada en la consultora Idus 3. “Podemos, que en su trayectoria electoral se ha reconocido por su capacidad para imponer ejes propios, no ha reaccionado así esta vez, sino que ha comprado el eje de campaña de Ayuso porque consideran que a ellos también les puede beneficiar”, apunta la politóloga.
De momento, el electorado de derechas se muestra más movilizado. Según datos del CIS que recoge El País, las personas más convencidas para ir a votar el 4 de mayo son las que hace dos años votaron por el PP (90%) y Vox (89%), por encima de quienes lo hicieron por Podemos (80%), Más Madrid (80%), Ciudadanos (76%) y PSOE (77%). Por otro lado, también según el CIS, el 27% de la gente que no votó en las elecciones generales de 2019 dice que ahora votará por la derecha, mientras que sólo el 17% de la población que se abstuvo votará por PSOE, Más Madrid o Podemos.
La libertad se ha comido a la igualdad
Para Orriols, a la hora de contar el relato, Ayuso se está llevando la palma. Al margen de a cuántas personas haya podido convencer la presidenta llamando comunistas a sus adversarios, sí ha logrado que cale entre la sociedad una parte muy importante de su mensaje: la libertad (a costa de la igualdad).
“Con el concepto de ‘libertad’, en la estrategia de Ayuso han quedado muy escondidos el debilitamiento de los servicios públicos y la desigualdad. El hecho de que ahora se hable más de libertad que de igualdad hace que el rechazo a Ayuso no sea tan activador como podía ser”, opina Orriols. “Si la izquierda simplemente habla de Ayuso y no batalla el esquema de libertad —y no lo cambia por igualdad—, acaba haciéndole el juego a la derecha, acaba jugando en sus parámetros y en su terreno”, advierte. Y ahí quizás les comen.
Hablar de ‘igualdad’ no sería casual en la región más desigual de España. A pesar de ser la comunidad autónoma más rica, la desigualdad entre el 20% más rico y el 20% más pobre en la Comunidad de Madrid es la más alta del país. Según el Informe FOESSA sobre Exclusión y Desarrollo Social elaborado en octubre de 2019, el 16,2% de la población de Madrid —un millón de personas— vive en situación de exclusión social. Y estos son datos previos a la pandemia.
“A lo largo de los últimos diez años, la renta media de la población madrileña se ha incrementado en un 2%, mientras que los más pobres han visto mermada su renta un 30%. La pobreza severa se ha incrementado en los últimos cinco años un 23%, afectando ya a 243.000 personas”, señalaba el informe. No hay cervecita ni terracita que lo arregle.
De hecho, es esta desigualdad la que trata de maquillar Díaz Ayuso con su discurso. Y no es algo nuevo, advierte Lluís Orriols, que mira a la política estadounidense de los años 80, y en concreto al republicano Ronald Reagan. “Reagan fue muy hábil apelando a estos elementos de libertad para esconder la creciente desigualdad que había en Estados Unidos. Y Ayuso también ha articulado muy bien este discurso”, opina.
“En lugar de hablar de la izquierda como actores políticos que promocionan la igualdad, la redistribución y los servicios públicos de calidad, lo que ha hecho Ayuso es estereotiparlos en la vertiente autoritaria, relacionada con las restricciones de libertad”, ilustra el politólogo.
La entrada de Pablo Iglesias a la arena política supone un revulsivo a uno y otro lado del espectro, pero todavía está por ver si su movilización anti-Ayuso será suficiente. Las encuestas, de momento, dan a la candidata popular un 41% de los votos, capaz de alcanzar una ajustada mayoría con el 9,2% de Vox. En segunda y tercera posición estarían PSOE (24%) y Más Madrid (13%), que no sumarían todavía lo suficiente con el 7-8% de Unidas Podemos. Sólo hay una cosa clara, y es que la movilización entre el electorado será clave.