Éric Zemmour: una campaña que termina en caricatura
Con cerca del 7% de los votos, el experiodista ha quedado en cuarto lugar, muy por detrás de Marine Le Pen y Jean-Luc Mélenchon.
Viernes 10 de diciembre de 2021, París, octavo distrito. Unos cincuenta periodistas fueron invitados a la sede de Reconquista con la promesa de conversar con Éric Zemmour. Durante casi una hora, fueron sus lugartenientes quienes se encargaron de atender a la prensa, que accedió a cubrir un acto político de una campaña a la que le costaba despegar, marcada por un contexto sanitario aún complicado.
La variante Omicron preocupaba, pero ningún miembro del personal llevaba mascarilla. Era el momento del entusiasmo. El polémico Zemmour, más a la derecha que Le Pen, se acercaba al 15% en los sondeos y estaba a punto de obtener el apoyo del antiguo número 2 del partido republicano, Guillaume Peltier. No se trataba solo de Francia, sino también de las demás personas en el mundo que están en el mismo barco. “Soy una mezcla entre Agrupación Nacional [Le Pen] y Los Republicanos [Valérie Pécresse]. Por eso estaré en la segunda vuelta”, afirmó ese día, seguro de sí mismo. El domingo 10 de abril, con cerca del 7% de los votos, el experiodista ha quedado en cuarto lugar, muy por detrás de Marine Le Pen y Jean-Luc Mélenchon.
“He cometido errores y los asumo todos. Asumo toda la responsabilidad”, declaró Eric Zemmour el domingo por la noche, antes de pedir a sus votantes que voten a Marine Le Pen en la segunda vuelta, a pesar de las duras críticas que ha dirigido contra ella durante toda la campaña.
En menos de cinco meses, su potencial para alcanzar la presidencia se ha derretido como nieve bajo el sol. Pese a un comienzo fuerte, Éric Zemmour no ha dejado de perder puntos desde febrero. Esta trayectoria de “montaña rusa” se debe en parte a la guerra de Ucrania y a las arriesgadas predicciones que hizo sobre Vladimir Putin, a quien consideró “atacado” por Kiev. Pero esta no es la única razón.
El candidato nacionalista no consiguió atraer a pesos pesados de Los Republicanos más allá de Guillaume Peltier, que ya tenía un pasado en la extrema derecha, bien en el Movimiento Por Francia de Philippe de Villiers o en el Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen. Y los casos de transfuguismo procedentes de la Agrupación Nacional, de Gilbert Collard a Stéphane Ravier pasando por Nicolas Bay o Marion Maréchal, no hicieron mella en su competidora por el voto de la extrema derecha, que no tuvo ningún problema en relegar estas deserciones al cajón de las traiciones interesadas.
“Seamos serios, ¿quién conoce a Jérôme Rivière o a Stéphane Ravier, aparte de los militantes y los periodistas?”, ironizó Philippe Olivier, asesor de Le Pen, en un momento en el que Zemmour sacaba pecho por sus “conquistas”.
Ante el estancamiento de su candidatura, Éric Zemmour trató entonces de repetir la receta que le había permitido romper el techo de las encuestas en otoño: martillear con el tema de identidad para imponer la inmigración en el debate. El objetivo: “demostrar que es el único candidato de la derecha en esta campaña”, aseguró su entorno. El candidato de Reconquista tuvo su oportunidad: su debate con la candidata de Los Republicanos: Valérie Pécresse.
“Hay bastantes votos que recoger de Valérie Pécresse. Creemos que terminará muy abajo”, declaró antes de las elecciones Stanislas Rigault, presidente de Generación Z, una plataforma de jóvenes que apoyan a Zemmour. “No es un gran problema, no tiene espacio, se acabó para ella”, confirmó un votante de Le Pen. Los intercambios se convirtieron en una batalla y volvieron a reflejar la verdadera imagen de Éric Zemmour, que se siente más cómodo mostrándose como un bufón mediático que como un jefe de Estado capaz de tomar las riendas de una nación.
Estos intercambios también reforzaron la negativa de Marine Le Pen a debatir con Zemmour y Pécresse y a hacer campaña lejos de las batallas televisadas que le gustan a su competidor. La brecha comenzó a ampliarse. Y las dudas empezaron a instalarse en sus filas. Sufría en las encuestas, y mientras la guerra en Ucrania ocupaba todo el espacio mediático, Zemmour se presentaba como el que no quería refugiados ucranianos en suelo nacional, mientras el 80% de los franceses apoyan la acogida.
En marzo, Éric Zemmour vuelve a apostar por la transgresión y propone un ministerio de “Remigración”. Un intento desesperado de llamar la atención. En realidad, la propuesta margina aún más al candidato de extrema derecha y permite a Marine Le Pen parecer aún más amable, a pesar de tener un programa similar en materia de inmigración. Agrupación Nacional se ríe de estas provocaciones, que no hacen más que arrinconar definitivamente a Zemmour.
Se trata de una estrategia perdedora que ha repelido a los indecisos de Los Republicanos. Éric Zemmour intentó ganarse el favor de Laurent Wauquiez y Éric Ciotti, pero estos dos pesos pesados de Los Republicanos se mantuvieron fieles a Valérie Pécresse hasta el final, a pesar de las ofertas del líder de Reconquista.
Está claro que las demostraciones de fuerza de Zemmour y su búsqueda de fotos de mítines repletos de votantes no le han servido para recuperarse. Además, algunos de sus viajes se han convertido en memes, como cuando fue expulsado de un campo de fútbol por el hermano de Zinedine Zidane, un episodio que recuerda a su fracasado viaje a Marsella en noviembre. Su entorno puede quejarse del trato que ha recibido Zemmour, pero estos incidentes revelan su amateurismo y una acusada falta de previsión.
En los últimos días, Éric Zemmour ha dado la impresión de estar dispuesto a hacer o decir cualquier cosa que pudiera impulsar su campaña, pero ha sido en vano. “Es una locura, nuestros mítines están siempr llenos. A la gente se la ve muy motivada”, aseguró el miércoles 6 un portavoz de Reconquista antes de admitir, con realismo: “Eso es muy alentador para el futuro”.
Éric Zemmour lo reiteró en el plató de France 2 el miércoles 5 de abril, donde no descartó la idea de presentarse a las elecciones legislativas de junio. Una admisión de fracaso, como si ahora sí se diera cuenta de que el escalón de la presidencia le quedaba demasiado alto. En cualquier caso, ¿estaba realmente a la altura de las circunstancias este candidato rodeado de las diferentes vertientes de la extrema derecha, y encerrado hasta la caricatura en el radicalismo?
La víspera del final de la campaña oficial, Éric Zemmour compartió en Twitter un fotomontaje en el que aparecían Emmanuel Macron y Marine Le Pen caricaturizados como personas mayores en una imaginaria segunda vuelta en 2042. Fue como Donald Trump en 2016, pero despojado de su éxito electoral. Unas horas más tarde, acusó a Emmanuel Macron de “robar las elecciones”. Esta vez fue como Donald Trump en 2020, derrota incluida.
Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Francia y ha sido traducido del francés por Daniel Templeman Sauco.