Eres así porque quieres, no pongas excusas
Bajo el "yo soy así" se esconde un "soy de las personas que no les da la gana de cambiar, pero le exigen a los demás que lo hagan".
Hay gente que usa la expresión “es que soy así” para justificar con orgullo todas sus miserias. Es que soy así de gritona, así de desordenado, así de despistada…
Cuando tienes cinco años y te dicen que Papá Noel ha entrado por la ventana y te ha traído los regalos que querías, te lo crees. Pero poca gente está el resto de su vida esperando a que él o el Ratoncito Pérez hagan realidad sus deseos porque hay una evolución y un cambio de creencias conforme se cumplen años.
Imagínate que a los 49 años después de estar en el dentista para que le extraigan una muela del juicio alguien dijera “esta noche tengo que dormir en casa porque si no pongo la muela debajo del almohadón no tendré mi regalo”. Le mirarías raro, pero podría justificarse diciendo que siempre lo ha hecho así y es su forma de ser.
Parece absurdo, pero seguimos este patrón más de lo que parece. Tenemos una capacidad innata de adaptarnos, cambiar y mejorar, por lo que podríamos decir que bajo el “yo soy así” se esconde un “yo es que soy de las personas que no les da la gana de cambiar, pero le exigen a los demás que lo hagan”.
Me imagino que si estás leyendo estas líneas tienes ganas de mejorar algo en ti y salir del “así es como soy y ya no voy a cambiar a estas alturas”, así que te propongo profundizar en lo que reprimes. Sí, en lo que reprimes.
Una de las cosas que más nos puede impactar en la infancia es que se burlen de nuestras emociones, que nos digan que lo que sentimos no está bien y que nos castiguen por ello. Si llorar es algo que se reprende llegará un momento en el que por supervivencia se reprimirá el llanto o se llorará a escondidas. Para no sufrir y bajo el mandato de supervivencia que domina nuestra naturaleza, se pasará al “yo soy de las personas que no lloran”.
El problema es que no se habrá hecho libremente. Esa represión es la solución de adaptación en una situación de estrés máximo que quedará grabada para siempre. Pasarán los años y aunque en la edad adulta ya no haya nadie que te vaya a castigar sin televisión por sacar unas lágrimas, seguirás actuando bajo esa premisa.
Si en este caso te quedas con el “yo soy así y no quiero que nadie sepa lo que siento” puedes encontrarte con serios problemas para gestionar la tristeza en un duelo, pero si te apropias de tu capacidad de evolucionar y no justificarte en patrones antiguos, puedes encontrar el origen de ese patrón de comportamiento y transformarlo.
Una vez que identificas el “yo soy así” que quieres cambiar, comienza el viaje en el tiempo para localizar una vivencia concreta que te marcó un antes y un después. Una experiencia vivida con mucho estrés en la que ante la imposibilidad de mostrar tu sentir más profundo decidiste reprimirlo. Se quedaron entonces, tus pensamientos, sentimientos y emociones congelados.
Lo esencial cuando encontramos esas vivencias cargadas de emociones reprimidas es expresarlas. Conectar con lo que se sintió en aquel momento y ponerlo en palabras. Así hacemos algo parecido a un reseteo emocional.
Una vez que te has vaciado de aquello ya tienes la disposición para instalar el nuevo software con el que quieres funcionar. Desde la distancia de aquella situación, probablemente vivida en la infancia que es cuando menos herramientas tenemos, y situándote en tu madurez, decides si quieres seguir reprimiendo tus sentimientos y emociones o no, si quieres evolucionar y dejar de ser “así”.
Evidentemente hay momentos en los que reprimir es conveniente. Reprimimos los gases que emanan de nuestro cuerpo cuando estamos en una reunión social y no nos justificamos en el “yo es que soy de sacarlo todo”. Lo importante es que elijas y no sigas con patrones antiguos que no incorporarse libremente, si no bajo la obligación de la situación.
Sé como quieras ser, no como te dijeron que tenías que ser.