Teresa Ribera: “La coalición está muy bien”
Entrevista con la vicepresidenta cuarta del Gobierno: “Es muy importante que EEUU vuelva al Acuerdo de París”.
El invierno ya ha invadido Madrid. Desde los ventanales del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico se divisa un centro grisáceo y lluvioso. Justo hace un año estas dependencias eran un hervidero con Teresa Ribera al frente organizando en un tiempo récord la cumbre del clima de Madrid.
Una España entonces con un Gobierno en funciones y que todavía no sabía que pocos meses más tarde viviría una pandemia global. Ribera es hoy la vicepresidenta cuarta del Ejecutivo de coalición y una pieza clave para Pedro Sánchez durante estos meses al haber sido una de las encargadas de la desescalada y tener que diseñar ahora parte del plan de recuperación con los fondos que llegarán desde Bruselas. Lo verde manda en esta estrategia con la que la UE pretende salir de la crisis en la que está sumergido el continente. Y ese eco suena ya también en Washington con la victoria de Joe Biden: “Es muy importante que Estados Unidos vuelva al Acuerdo de París”, reflexiona.
“Lo coalición está muy bien”, contesta además cuando se le pregunta por las últimas desavenencias dentro del Ejecutivo precisamente por la comisión para controlar esos fondos europeos. Días de mucho trabajo y con la duda de muchos españoles sobre las próximas fechas. Ribera advierte: “Van a ser unas Navidades diferentes, vamos a tener que ser muy cuidadosos”.
El invierno que se adentra le preocupa mucho también por la situación de pobreza energética de muchas familias y abre la posibilidad de estudiar que la prohibición de cortes de suministros a los más vulnerables pase de cuatro a seis meses. Habla con convicción y sin titubeos. Pero al final de la entrevista se le quiebra la voz y se emociona al recordar los momentos más duros de este año: rememora las dificultades para tener mascarillas o EPIS, las conversaciones con sanitarios, las experiencias personales de todos los españoles, las distancias entre seres queridos… Pero retoma su tono habitual cuando habla también de los días en los que empezó a ver la curva y las esperanzadoras noticias que llegan estas semanas sobre las futuras vacunas.
Hace un año se vivían unos días muy frenéticos en este Ministerio para organizar la cumbre del clima sobrevenida en Madrid en la que España ayuda a Chile. ¿Qué le viene a la cabeza? ¿Qué cimientos se pusieron? ¿Y qué hay que corregir?
Fue una situación excepcional. Ha sido la cumbre preparada con menos tiempo, lo hicimos por convicción. Creímos que era muy importante apostar por el mantenimiento de la capacidad de ese diálogo internacional. Con el tiempo nos iremos dando cuenta de que aquello que parece tan lejano fue muy importante que se pudiera celebrar, muy poco después se nos iban a romper los puentes del contacto físico entre los distintos actores. Eso impresiona mucho. Probablemente fue la última gran cita que hemos vivido en la agenda multilateral en el último año y pico. Fue interesante el proceso de aprendizaje para el Gobierno y la sociedad española: fue un mensaje muy bonito y sentido por el conjunto del país de poder ser partícipes y contribuyentes del momento. Respuestas globales para problemas globales.
¿Y qué salió de allí?
Muchas cosas. Se generalizó la convicción de que para poder resolver el cambio climático no basta con que se reúnan los diplomáticos y los responsables ministeriales de Medio Ambiente. Estamos hablando del futuro del empleo, del papel de la mujer, de las finanzas, de la energía y los transportes. Acudieron ministros de muchas disciplinas y masivamente la sociedad civil. El Acuerdo de París tiene ese efecto muy interesante porque es referencia también para el conjunto de los ciudadanos y los actores económicos. ¿Qué nos hemos encontrado? Hemos resistido a los años de Administración Trump y al confinamiento y hemos experimentado una vulnerabilidad global simultánea como consecuencia de un desequilibrio que probablemente tiene mucho que ver con los desequilibrios ambientales, con las cadenas tróficas y la biodiversidad. Algo que nos debe hacer reflexionar sobre por qué es importante acelerar la acción climática. Para eso sí que será muy difícil encontrar vacuna.
Hablaba de Donald Trump. Su gobierno fue el gran ausente en aquella cumbre. Sí vino una representación demócrata con Nancy Pelosi. Ahora se han celebrado unas elecciones, hay un nuevo presidente electo, Joe Biden, que es contrario a los postulados de Trump respecto al cambio climático. Ha dicho que su país va a volver al Acuerdo de París: “America is back”. ¿Qué importancia tiene para el mundo que Washington regrese al acuerdo?
Probablemente la última vez que John Kerry -designado por Biden como futuro responsable sobre el cambio climático en su Administración- participó en un evento internacional fue precisamente en la cumbre de Madrid. Es muy importante que EEUU vuelva. Es la segunda vez que la administración federal ha querido quebrar el compromiso internacional con la agenda del clima, ocurrió con Bush y con Trump. Sin embargo, la sociedad americana ha sido resiliente y el mundo también. El resto de países nos hemos mostrado disgustados pero nadie ha renunciado a seguir haciéndolo. Lo sentimos como una obligación propia con nuestras sociedades y pensamos que lo mejor es la respuesta colectiva. Que estén de vuelta es fundamental. EEUU y China siguen siendo los grandes emisores del mundo. Washington tiene un gran potencial de transformación tecnológica, necesitamos que lo haga, y también en el sector financiero. Nos da aire fresco entrando por la ventana en un momento simbólico y crítico que es la celebración del quinto aniversario del Acuerdo de París. Bienvenidos sean, abrimos la puerta y a correr que es lo que toca en esta carrera contra el reloj.
Ha ganado Biden, pero Trump ha recibido más votos que en las anteriores elecciones. En el mundo hay corrientes crecientes negacionistas con el tema del cambio climático. Si tuviera delante a un negacionista, ¿cómo lo convencería de la manera más breve?
El argumento más directo es qué riesgos estás dispuesto a correr y cuál es la probabilidad de ese riesgo con la que te atreves. Me parece que a partir de ahí el debate cambia. El negacionismo de Trump tiene que ver con dos cosas comunes en otros sitios. Primero, con el negacionismo de aquel tiene una mochila cargada de cosas que entran dentro del campo que hay que cambiar y no tiene muchas ganas de hacerlo. Y segundo: entra dentro del campo de aquellos, no probablemente Trump pero sí muchos de sus votantes, que se sienten excluidos de la atención y preocupación de la sociedad y de las instituciones. Por tanto, a veces prefieren elegir aquello que consideran más disruptivo, aunque los postulados vayan en contra de los más vulnerables. Pero es una manera de protestar. Por eso es muy importante que desde las instituciones y partidos no nos olvidemos nunca de la importancia de la agenda social y mirar siempre por el retrovisor cuáles pueden ser los colectivos más vulnerables y amenazados.
Habla de partidos, ¿teme que ese negacionismo pueda tener mayor eco en España escuchando por ejemplo los postulados de Vox?
En España experimentamos consecuencias del cambio climático. Está muy asentado y es la respuesta que encontramos en la mayor parte de las encuestas, está poco discutido. Sí creo que hay que prestar atención a evitar esas situaciones de sufrimiento y de incertidumbre que pueden cambiar rápidamente en una reacción protesta al no encontrar respuesta adecuada. Insisto en que hay una oportunidad de combinar agenda verde y agenda social. Es la única manera de consolidar una agenda económica que perdure, pero también me parece desde el punto de vista ético absolutamente crítico que vayan de la mano. En el fondo de lo que estamos hablando es de cómo garantizar igualdad de oportunidades, acceso a los bienes comunes y esa equidad entre generaciones. Cualquier otra alternativa se escapa de la realidad, no bastan sólo los argumentos racionales o las matemáticas o los datos acumulados de la observación del clima, se necesitan respuestas concretas y pensar en ese factor humano.
Uno de los grandes proyectos que tiene este departamento es la ley del Cambio Climático, ahora está en fase de tramitación en las Cortes. Ha recibido más de 700 enmiendas. ¿Cuándo estará aprobada? ¿Y se llegará a un consenso entre los grandes partidos o puede estar al vaivén de la polarización que vemos todos los días?
Espero que no haya polarización porque creo que hay un consenso muy amplio. Sobre las enmiendas, algunas son técnicas, otras sobre grandes temas y habrá que encontrar una solución intermedia. Mi impresión es que es posible llegar a un consenso. Hay otras que son tan de detalle que tiene poco sentido congelarlas en la ley. Es una ley que debe dar margen para ir desarrollando de manera flexible y buscando las soluciones más adecuadas a través de normas reglamentarias y planes. No es construir una especie de Páginas Amarillas que lo resuelvan todo. Por tanto, soy optimista. Se ha retrasado un poco respecto a lo que hubiera sido nuestro calendario ideal. Confío en que a lo largo del primer trimestre del 2021 podamos verla publicada en el BOE.
Vivimos en mitad de una pandemia que nadie esperaba en aquella cumbre. ¿Hasta qué punto ha afectado el cambio climático y la globalización a esa expansión del virus?
Lo que nos muestran algunos estudios es que hay una quiebra del equilibrio de ecosistemas, hay determinadas especies que viven en un entorno donde más o menos se mantienen bajo control, en la medida en que entran en la cadena trófica o se les saca de su hábitat acaban transmitiendo unos vectores de enfermedad que en principio estaban más o menos localizados o bajo control. Es verdad que esto activa algunas preocupaciones y alertas que la comunidad que se dedica a los temas de salud y cambio climático que venía indicando: pueden aparecer nuevos patógenos y enfermedades asociadas a los cambios del clima. Hay cuestiones que tienen cierta relación. Lo importantes es ese doble mensaje: cuáles son los riesgos que estamos dispuestos a asumir y, vista la magnitud de las consecuencias cuando nos encontramos ante un riesgo no previsto, por qué no abordamos con suficiente tiempo aquellos riesgos que sí tenemos identificados. Es una de las lecciones más importantes. Aprovechemos el tiempo para mitigar al máximo las consecuencias porque tendría incidencia en el conjunto de la economía y de la sociedad y se cebaría con aquellos que están en una situación más frágil.
Son muchos meses ya, se habla en la OMS de fatiga pandémica. Todos los españoles tienen sobre la mesa una pregunta, que le compete a Salvador Illa, ¿pero cómo van a ser las Navidades?
Es una pregunta que todos nos hacemos. Yo vengo de familia numerosa, es un tema recurrente que en el ámbito familiar. Van a ser unas Navidades diferentes, vamos a tener que ser muy cuidadosos y muy probablemente no vamos a poder estar todos juntos como estamos acostumbrados. Quizá sean un poco más íntimas y tengamos que conectar con los círculos más amplios por otras vías. Es verdad que Illa está trabajando con sus colegas en el Consejo Interterritorial para buscar unas fórmulas que generen suficiente consenso entre las comunidades y que, siendo Navidades diferentes, nos encontremos con un marco razonablemente homogéneo. Pero van a ser unas Navidades distintas donde los niños a lo mejor no verán las cabalgatas del mismo modo que en años precedentes y los mayores tendremos que combinar las ganas de ver a familiares y amigos o de celebración a altas horas de la noche en formatos un poquito más íntimos y caseros.
¿Teme que pase al igual que después del verano y haya una tercera ola?
Esa es la pregunta más importante que explica por qué tenemos que ser más cuidadosos. En general las reglas básicas las conocemos, tenemos que mantener distancia, extremar la higiene, ventilar mucho y llevar mascarilla. Sabemos que cuanta más movilidad y descuido es más fácil el contagio. Todos sabemos que no queremos volver a un incremento de las cifras de contagios y fallecidos. Todavía estamos viviendo con mucho dramatismo esa segunda ola para pensar en relajar las pautas. Tenemos todavía un número muy importante de incidencia acumulado y muchos compatriotas hospitalizados y falleciendo. Las grandes cifras van mejorando pero no están dentro de un parámetro que nos permita relajarnos. Tenemos un horizonte positivo, estamos casi tocando esa posibilidad de acceder a programas de vacunación que permitan entrar en el inicio de la fase final. Probablemente convivamos, pero mucho más seguros e inmunizados. Lo más importante de todo es evitar que se incrementen las cifras.
¿Cuándo será el primer pinchazo de una vacuna en España?
El grupo que sigue las distintas vacunas y la coordinación con Europa está manejando cifras que nos permiten en el primer trimestre de 2021 contar ya con un número importante de vacunas para distribuir a través del Sistema Nacional de Salud, buscando dar preferencia en esos primeros grupos a los colectivos en primera línea y las personas más frágiles. Ir empezando de manera secuencial pero poder contar con un buen número de personas vacunadas antes de que llegue el verano.
Crisis sanitaria, crisis económica… Se están esperando esos fondos de la UE como agua de mayo. Será el Ministerio que puede gestionar el mayor número de fondos. ¿Con cuánto dinero contará? ¿En qué se va a destinar? ¿Cómo se van a implicar las comunidades?
En el plan que hemos preparado, siguiendo las recomendaciones sensatas de la UE, el 38% de los recursos son verdes. No significa que el 100% lo gestione este Ministerio, porque el verde es transversal. Hemos trabajado en la integración de esos componentes en todo el plan intensamente desde el Ministerio para fortalecer aquellas cosas que vemos estratégicas, que son operativas desde el primer momento y que tienen una capacidad tractora muy importante en modernización y generación de empleo y actividad económica. Sabemos que esas agendas verde y azul son absolutamente críticas en la generación de empleo, en la inversión en capital natural e infraestructuras verdes… y sabemos que la agenda energética también lo es. Hay cosas ya muy maduras de búsqueda de soluciones renovables. Una de las cosas que venimos trabajando con las comunidades son líneas que nos permitan facilitar un programa de techos solares en polígonos industriales o zonas de servicios, o un programa de gran escala de cargadores en vía pública. También la restauración de hábitats particularmente sensibles, degradados o simbólicos como el Mar Menor o el Delta del Ebro…
Perdone que le interrumpa, qué imagen más impactante aquella del Mar Menor con miles de peces muertos. ¿De quién fue la culpa?
A mí hablar del Mar Menor me produce siempre bastante congoja porque creo que es una imagen muy simbólica de cómo a base de muchos años de mirar para otro lado un sistema puede llegar casi al colapso. Y representa en gran medida al mar Mediterráneo a escala pequeñita, con presiones y afecciones que nunca vienen del mar. Presión urbanística, minera, de prácticas agrícolas… Todo eso acumulado no es digerible por el ecosistema marino de esa laguna interior. Por tanto, debemos intervenir muy rápidamente y decisivamente pero tampoco podemos ser ingenuos. Sabemos que para poder tener éxito es fundamental limitar los problemas que suponen la carga ambiental no digerible como los nitratos, la demasiada sal, los vertidos de depuración de los municipios colindantes o los residuos. Hay que ir descargando las presiones. Hay que ser consecuentes, tiene que haber una zona de colchón natural que permita una regeneración o un aprovechamiento, ahora hay mucho cultivo que llega a la línea del litoral con el agua. Hay mucha construcción en zona inundable. Hay que ayudar a la naturaleza.
Volviendo a los fondos, esta semana se ha conocido el polémico borrador sobre su control y en un primer momento quedaba fuera el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias. Luego se rectificó. Usted estuvo en Palma de Mallorca en la cumbre con Italia, donde se reencontraron el presidente y el vicepresidente. ¿Cómo está la coalición?
La coalición está muy bien. Creo que tenemos evidentemente discrepancias a veces con respecto a algunas cuestiones técnicas en las que puede haber enfoques, pero siempre alineados con el programa general de orientación del Gobierno de coalición vamos resolviendo nuestros problemas. Son problemas naturales, en cualquier marco de convivencia acaba uno intentando entender lo que está buscando el otro y cómo resolverlo. Luego creo también que hay malentendidos, es imposible pensar en un plan de recuperación, transformación y resiliencia en el que no esté implicado el conjunto del Gobierno. Mi impresión y experiencia es que está implicado el conjunto del Gobierno. Es obvio que si hay un especial énfasis en la agenda verde o en la agenda digital, el peso de las responsables de esas agendas se ha hecho más visible. Pero también hay énfasis en cohesión social, territorial, igualdad de género, educación e innovación. Hay veces que magnificamos cosas que son propias de la naturaleza humana, puede haber discrepancias o fallos puntuales, pero calificaría de buena la relación entre los dos partidos.
De manera paralela, se ha despejado ya el camino de los presupuestos generales del Estado. Estaba la duda de si se sacarían con Cs, con los socios de investidura o con todos. Ciudadanos ya ha dicho que no los apoyará. ¿Qué le parece que salgan las cuentas? ¿Queda despejada la legislatura hasta 2023? ¿Y la polémica surgida por el sí de Bildu?
Es muy importante entender que es un Gobierno que aspira a tener presupuestos para 2021, para 2022 y para 2023. Cubrimos un hito muy importante porque llevamos demasiado tiempo arrastrando unos presupuestos antiguos, en una circunstancia distinta y con una inspiración diferente a la que representa este Ejecutivo. Está muy bien que podamos despejar el camino con unos presupuestos en los que nos sintamos identificados. Es una pena que alguien se autoexcluya cuando además me parece que el objeto de discusión es en qué se invierte y en qué se gasta el dinero, no quién más apoya. Siempre ha sido una perspectiva que ha quedado un poco soslayada, y es la importante: qué es lo que marca, cuáles son las orientaciones, dónde se produce la discrepancia, por qué no le convence… Y no tanto “me fastidia que esté el otro y no estoy”.
Es una pena que Ciudadanos se haya autoexcluido, lo que habrá que debatir es si hay algo que a los demás les parezca que no tiene que aparecer o que explique por qué Bildu, en su legítimo derecho como representantes elegidos, deba votar que no siempre. No tiene sentido, me parece que es una práctica antidemocrática de hecho. Afortunadamente los debates hoy se plantean en términos políticos. Y ha habido anécdotas que me han alegrado que salgan a la luz. Hay que acordarse que Oskar Matute, que ha sido una persona criticada, viene de IU y se ha manifestado contra toda la violencia de ETA durante muchísimos años. Me parece que distorsionar, engañar y jugar con el dolor de la gente es muy peligroso. Lo que necesitamos es responder a los problemas de las personas, jugar de manera leal y honesta en el debate político para poder argumentar por qué se toman unas decisiones y no otras, pero no “a mí este no me gusta porque va de amarillo, de verde o de azul”. Todo se debe poder defender, otra cosa es que estemos de acuerdo con lo que se defienda. Lo que importa es cómo se defienda.
Es un día frío y grisáceo en Madrid. Hay una realidad muy dura que es la pobreza energética de muchos ciudadanos en este país. ¿Está garantizado el suministro eléctrico para los ciudadanos más vulnerables?
Es un tema fundamental en el que no nos podemos descuidar nunca. Es algo que intentamos trabajar de forma constante. La figura del consumidor vulnerable y la obligación de disponer de una estrategia de pobreza energética aparece gracias a que en un determinado momento el PSOE en la oposición lo impone para apoyar una de las reformas que quería llevar a la práctica el ministro Nadal en 2016. A partir de ahí, creímos que había que ampliar el espectro y que había muchas situaciones de pobreza que quedaban fuera a la hora de definir a los consumidores vulnerables. Hemos aprendido mucho y lo difícil que es a veces la gestión de este bono térmico. Creo que nos falta llegar a muchas personas y hogares que están en condiciones de poderse beneficiar. Probablemente tengamos que trabajar en la creación de una figura de mediador de suministros con una proximidad mucho más obvia. Es difícil hacerlo desde Madrid, necesitamos la implicación de los ayuntamientos y de los agentes sociales y que haya una participación activa de las comunidades.
Sobre esta situación en la que habíamos intentado empezar a trabajar también en las causas que originan la pobreza energética sobreviene la terrible pandemia, la primera decisión fue todo parado. Eso se puede mantener durante un tiempo. A partir de un determinado momento es muy importante reforzar la extensión de plazos y la flexibilidad para los consumidores vulnerables, a lo mejor tenemos que extenderlo de cuatro a seis meses, garantizar que haya un colchón suficiente para poder abordar la factura eléctrica, pero tenemos que concentrar todos los esfuerzos públicos en aquellos que son particularmente vulnerables. Lo que hicimos en marzo de prohibir todos los cortes no es algo que se pueda mantener en el tiempo y probablemente no es justo, no tiene sentido porque a lo mejor se da una señal incorrecta. Primero porque hay pequeños comercializadores que se pueden encontrar en la situación de quién cubre eso y cómo se hace y, segundo, si hay que colocar recursos públicos, deberíamos concentrarlos en los que de verdad lo necesitan, no porque uno se despiste o pueda haber abusos. Estamos afinando todo eso. Una sociedad moderna sólo se puede calificar como tal si es solidaria y si impide ese incremento de la desigualdad.
Este año no lo olvidará nadie. Estando en la Administración como vicepresidenta cuarta del Gobierno. ¿Cuál ha sido el momento más duro que ha vivido?
Hemos vivido momentos muy duros. En los primeros meses de confinamiento con la sensación de dificultad, que se conviertan en elementos de difícil acceso una mascarilla o los EPIS para sanitarios, ver y vivir de cerca los testimonios de los sanitarios, todo eso estando al frente del Gobierno es muy duro. Fue muy importante el estar desde el primer día convencidos de que ocurriera lo que ocurriera teníamos que por delante todo aquello de lo que dispusieramos para poder acompañar a las personas, y también al tejido económico. Fueron meses muy duros.
Desde el punto de vista más personal, me ha pasado como a la mayor parte de los españoles: el vivir experiencias muy duras entre amigos y familiares, el mantener la distancia durante meses es también muy duro. Afortunadamente mis padres están bien y mis hermanos. Pero en cuanto uno amplía un poco el círculo todos tenemos experiencias muy complicadas. Algunas han podido ir superándose y otras se han quedado por el camino. Eso es muy duro, lo compartimos entre todos, nosotros también. No por estar al frente del Gobierno uno se libra de eso tan tremendo que hemos vivido los españoles. La tercera cuestión, que es muy compartida, el poder tomar distancia y darte cuenta de cómo nos ha afectado emocionalmente. Estamos irascibles, preocupados, hay gente que dice, y tiene bastante razón, que la siguiente faceta es esa crisis emocional y psicológica. Incluso sin ser consciente, cuando te paras a pensarlo, te das cuenta que te toca. Unos más y otros menos, pero estamos todos un poco raros.
¿Y cuál fue el momento de mayor satisfacción?
Fue cuando vimos que las cifras empezaban a bajar y que empezábamos a recuperar una normalidad que estábamos todos deseando verla. Y otro momento es más reciente, cuando empiezan a salir las noticias positivas de los resultados de las vacunas. Por fin puedes imaginar que hay una capacidad de tratar y de tener una respuesta adecuada que nos permita recuperar muchas de las cosas que hemos ido perdiendo. Y ha habido otra alegría muy grande institucional: la capacidad de reacción de Europa. Durante las primeras semanas hubo una especie de mercado persa global, el sálvese quien pueda, y se ha logrado armar una respuesta unitaria en lugar de la implosión de la UE.
Economía circular, pues entrevista circular. La última pregunta. ¿Se imaginaba cuando estudiaba la oposición para la Administración Civil del Estado que en el examen del año pasado caería el plan que usted elaboró para la cumbre del clima?
¿Esto ha sido verdad? No, no es verdad…
Sí, sí.
¿Sí es verdad? No me lo hubiera podido imaginar. Sí creo que con toda la humildad del mundo me siento muy feliz de haber tenido la suerte de vivir distintos momentos privilegiados. Desde la famosa Cumbre de Copenhague hasta el Acuerdo de París en primera línea o la organización de la Cumbre de Madrid. Pero también este momento, que ha sido muy duro por muchos motivos, es una oportunidad privilegiada para pensar cuáles son las inversiones más inteligentes para apostar por las personas y por la sociedad española o cómo el medio ambiente se convierte en un elemento transversal que de repente se hace visible como un factor tan importante. Pues no, no me lo hubiera podido imaginar jamás. Es una señal muy significativa de cómo van cambiando los tiempos y cómo eso nos obliga a pensar con mirada larga pero no despistarnos, cómo conectamos presente y futuro.