Sandra Barneda: "Pensamos que nos comunicamos mucho, pero no lo hacemos ni tanto ni tan bien"
La periodista habla en su novela 'Un océano para llegar a ti', finalista del Planeta 2020, sobre cómo los silencios pueden estropear las relaciones con la gente más cercana. "No estoy autobiografiando nada", avisa.
El padre de Sandra Barneda también intentó enseñarle a jugar al ajedrez, pero ella nunca aprendió. Es uno de los pocos guiños personales que la periodista hace en su novela Un océano para llegar a ti, finalista del Premio Planeta 2020.
Es un libro intimista, con pensamientos demasiado personales, que inevitablemente lleva a la pregunta cuánto hay de Sandra Barneda en la obra. Se la han hecho desde que recogió el premio, y ella insiste: “No estoy autobiografiando nada. No sé si algún día escribiré algo relacionado con mi vida, en ese caso os enterareis”.
— ¿Ni siquiera tuviste que enfrentarte a situaciones como las de la Sole o de Luis a la hora de aceptar tu homosexualidad o de que lo hiciesen los demás?
— Tuve otro tipo de experiencias, la mía no fue así. Sí puedo imaginar lo que puede ser estar en esa situación. En ese sentido puedo estar un poco más cercana, pero en esa parte del libro busqué alejarme un poco de mi vida.
Candeleda, el pueblo de Ávila al que regresa Gabriele para reencontrarse con su padre, del que lleva años distanciada, sí es Sandra Barneda. Lleva años escapándose a esta localidad de la que dice es “belleza pura”. “Siempre he tenido una relación curiosa con lo rural. He sido muy urbana pero al mismo tiempo he necesitado la naturaleza. La he buscado viajando o en pueblos cercanos a donde he vivido”, explica la periodista, y añade una curiosidad: “En el videoclip de Innuendo, de Queen, hay un fragmento en blanco y negro en el que salen candeledanos bailando”.
Un océano para llegar a ti se gestó en 2019, en una etapa sin Sandra Barneda en televisión. “A veces pienso que algunos titulares fueron bastante ingratos porque no sólo de televisión está hecha mi vida”, confiesa la periodista sobre lo publicado ese año. Se habló de fracaso, de que había sido apartada de Telecinco… “Llevaba muchísimo tiempo sin parar, 11 años, y creo que fue un año que me vino muy bien, un año maestro, de aprendizaje, de parón, y lo aproveché”.
2020 está siendo diferente. Tomó el relevo de Mónica Naranjo al frente de La isla de las tentaciones y ahora está volcada en la presentación de la novela.
¿En qué faceta estás más cómoda?
Es como el yin y el yan. La televisión es estar más hacia fuera, empoderarte. En cambio la escritura es un trabajo de humildad, del día a día, de echar horas. Es un trabajo de investigación, de creación, más íntimo. Diría que se compensan muchísimo.
Desde pequeña me dicen que vivo en un mundo paralelo, que me voy, que desaparezco, que echo a volar. Eso me lo equilibra la escritura. Necesito salirme de esta realidad y meterme en una que me gusta más o en la que me siento más recompensada.
Es un libro sobre los silencios y lo peligrosos que pueden llegar a ser. ¿Callamos demasiadas cosas?
No sé si callamos demasiadas cosas o si las cosas que queremos decir, que son necesarias, no las sabemos transmitir. Eso va liando la madeja hasta que ocurren situaciones como las que cuento en Un océano para llegar a ti. Pensamos que nos comunicamos mucho, pero no lo hacemos ni tanto ni tan bien. Las cosas que forman parte de nuestro laberinto emocional, o nos importan de verdad, no nos atrevemos a hablarlas.
¿Somos cobardes como los Bermejos García o egoístas y no hablamos para no perjudicarnos?
Creo que es una mezcla. A veces es egoísmo y otras, torpeza. Por no saber cómo enfrentarnos a una conversación. No tenemos las herramientas. Nadie nos ha enseñado a hablar de emociones. Es lo que le ocurre a Félix [padre de la protagonista]. Es un hombre muy de campo, vive con una educación muy estricta, es muy estoico y no sabe cómo comunicarse. Y mucho menos con su hija con la que lleva demasiado tiempo sin tener una relación fluida.
No enseñan inteligencia emocional en los colegios.
Empiezan a hacerlo ahora. Un tipo de habilidades más allá de lo cognitivo puramente, pero sí que es verdad que en la Educación Pública se debería potenciar más el pensamiento crítico, la capacidad de liderazgo, el lenguaje de las emociones.
El libro deja en el lector la sensación de ‘Tengo que exteriorizar más mis sentimientos’. ¿A ti también te ha cambiado?
Cada novela que he escrito me ha modificado. Cada novela es un viaje. Ahondar en las muertes, en las ausencias, ahondar en los puentes emocionales que tenemos que reconstruir y, a veces, eliminar, detonar… Todo eso lleva a una revisión interna y cuando lo estás tratando en una novela, de manera invisible, estás sanando cosas.
¿Cómo es Sandra Barneda después de Un océano para llegar a ti?
Muy reconfortada con una misma. Diría que estoy en un momento de serenidad placentera. En la novela todos los personajes terminan desnudándose, quitándose las capas y ofreciendo esa cara de la que hablan. Yo diría que desde hace un tiempo estoy ahí, en no callarme.