'Rock con ñ': "Tocamos el estilo equivocado en el país equivocado"
Juanjo Melero y Johan Cheka, dos históricos de la música en España, se han unido en un proyecto que va más allá de un mero tributo y busca "hacerle justicia" al rock.
Aparecen impecablemente vestidos, como mandan los cánones que han marcado sus vidas. Incluso un ajeno a este mundo podría asegurar que Juanjo Melero y Johan Cheka son músicos. Son, para los más clásicos, dos referentes del rock y heavy español y ahora se han vuelto a unir porque “el rock también se escribe con ñ”.
Es algo así como el grito de guerra que les ha conectado en un proyecto que busca “hacer justicia” con un estilo que consideran “maltratado” desde que apareció la movida en los 80 y que desde entonces sobrevive casi en la “clandestinidad”, cuentan los dos a El HuffPost. Por eso han dado forma a ‘Rock con ñ’, la vía con la que quieren llevar la música de ayer, “la de nuestras vivencias”, al público de hoy.
No es un tributo más de los innumerables que ya existen. Aquí los protagonistas son los mismos que han parido, interpretado o integrado buena parte de las canciones y bandas que sonarán el 21 de abril en el Festival Inverfest, en la sala Copérnico de Madrid. Juanjo Melero —nombre ligado a Sangre Azul y mil proyectos de todo tipo— y Johan Cheka —líder de Cráneo y actual gestor y colaborador de Asfalto— han reclutado a músicos de Burning, Topo o los mismos Asfalto.
Explican, con gesto de resignación que el suyo es “el estilo equivocado en el país equivocado” y que ser músico en España es luchar contra todos los “prejuicios”. Por ejemplo, el de que es un hobby, pero no una profesión “de verdad como sí lo es un arquitecto”.
¿Por qué nace ‘Rock con ñ’?
Johan Cheka (J.C.) Nace del aburrimiento en pleno confinamiento. Hablando Juanjo y yo nos planteamos darnos un ‘homenaje’ después del virus con esas canciones que marcaron nuestra vida. En otro momento hubiera sido impensable porque todos estaríamos en mil proyectos, pero empezamos a movernos, llamamos a más miembros y lo que iba a ser solo un concierto se convirtió en un proyecto y en una gira que se bautizó ‘Yo iba al Canciller’ [mítica sala de rock y heavy de Madrid].
¿Este tipo de proyectos revival es el modo de resistir del rock en la actualidad?
Juanjo Melero (J.M.) Más que para resistir, esto tiene dos componentes: nostalgia y reivindicación. Revisitar las canciones que nos han marcado y hacerle justicia al rock, porque, te pongo un ejemplo, la Movida del pop sí se ha reivindicado y recordado siempre, pero lo nuestro ha quedado a un lado.
¿Qué momento vive el rock?
J.M. Está en un punto difícil. Yo tengo una escuela de música rock y de ella he visto nacer numerosos grupos en las diferentes vertientes de este estilo, pero hay dificultad para salir de abajo y llegar a lo mainstream del negocio. Esto es, quizás, por falta de sitios donde se apoyen estos sonidos. Una emisora que lo hace, Rock FM, se rige por algoritmos que premian los oldies, los clásicos. Ahí unos chavales no van a sonar y eso es una dificultad por no tener ese lugar de referencia.
J.C. Esta es la gran diferencia con respecto a cuando nosotros empezamos a finales de los 70. Yo tenía una banda de barrio y con la primera maqueta sonamos en la radio del Mariskal Romero y en el Búho Musical. Hoy esto es impensable y entonces sí ocurría. Pero también es verdad que en esos tiempos el boom del rock lo llevábamos no demasiadas bandas, no más de 20 de referencia.
Hablando de reivindicación de esa música, muchos de los nombres que sonaban entonces hoy casi ni se recuerdan. ¿Hemos desaprovechado el patrimonio musical del rock de los 80-90?
J.M. Totalmente. Ha habido mucha puesta en valor de la Movida del pop, con grupos muy buenos... y otros que no lo fueron tanto, siendo sinceros. Sin embargo, en el lado del rock ha habido muchos más virtuosos y una serie de valores que no se han reivindicado. Ahora nos erigimos en adalides y vamos a destacarlos (risas).
J.C. Al final es lo de siempre. El rock en España siempre ha viajado en lo clandestino. Los años de efervescencia del rock fueron muy pocos. De finales de los 70 al 83-84. Ahí empieza el declive en favor del pop de Alaska y compañía, que nos quitan las pegatinas. Los medios influyeron; por ejemplo, Radio 3 en aquel momento lo apuesta todo a la Movida madrileña y a esos grupos que muchos reconocieron que no sabían ni tocar. Pero algo hicimos mal cuando nos dejamos atropellar de esa manera. Algo pasó cuando en el 85 un grupo como Cráneo [formación de ambos por entonces] tocó delante de casi 10.000 personas y luego nada.
Ese patrimonio se fue por algo, dejamos que nos lo quitaran. Y que España es como es. Aquí a una leyenda de la música como Julio Castejón, líder de Asfalto, se le desconoce y casi se le aparta por veterano, cuando en EEUU tendría una estrella en el Salón de la Fama.
Armando de Castro, líder de Barón Rojo, decía en El HuffPost que ’si no seguimos en los malos tiempos no se nos habría vuelto a oír. Lo hablábamos de otras formaciones olvidadas. ¿Este proyecto nace para evitar eso mismo, que se olvide aquel rock español?
J.M. Es una cuestión de justicia. Hablando justo de Barón Rojo, yo empecé a tocar por ellos y, fíjate, se ha hecho un musical de Cómplices pero no de Barón. Nosotros queremos ayudar a que las nuevas generaciones conozcan estos temas, que siguen siendo vigentes en su música y sus letras.
J.C. Si miramos a nuestro público vemos no solo las ganas de rock ‘n’ roll. Me gusta ver la foto ampliada para conocer detalles de quién viene y hay una mayoría de mujeres y un abanico de todas las edades a partir de los 20 años. Es fantástico conseguir traer al público más joven, que puede ser hijo o amigo de hijos de rockeros, pero ya están aquí, oyendo esos temas de hace casi medio siglo.
¿El rock, que se presupone rebelde, sufre hoy la cultura de la cancelación?
J.M. Quizás no de un modo tan consciente como otras disciplinas, pero es cierto que hoy nos medimos mucho más en todo. Una letra es una ficción y deberías poder hacer una ficción desde lo que sea. Yo estuvo una temporada larga tocando con Def con Dos, cuyas letras son ironía pura que, de golpe, se convirtieron en una ofensa casi insalvable.
Y hablando de cuestiones más económicas, ¿cómo resiste un músico a la pandemia?
J.C. Malamente, malamente. Con créditos ICO, como el 80% de las empresas, y sufriendo mucho. Peleamos desde un sector invisibilizado, porque se ha hablado del turismo, la hostelería... pero no de la cultura. Aún así, hemos peleado por dar conciertos pequeños, a veces deficitarios o sin ganar nada. Y esto con un sector desunido. Te pongo un ejemplo. Al principio de la pandemia surgieron dos plataformas de representación y yo les gestioné una entrevista en Onda Cero, ¿pero te puedes creer que no se hizo la entrevista porque no se pusieron de acuerdo ni en el mensaje ni en el representante que iba a hablar?
J.M. Y partimos de un hándicap cultural de este país. Yo viví en EEUU y ahí te preguntan a qué te dedicas y respondes ‘músico’, ‘arquitecto’... Una pregunta, una respuesta. En España decir que eres músico cuesta tres preguntas: ‘¿Y tú a qué te dedicas?‘, luego ‘no hombre, digo que en qué trabajas de verdad’ y a la tercera ‘¿pero te ganas la vida con eso?’. Aquí no se considera la cultura con una normalidad profesional como si fueras arquitecto. Yo a mis alumnos les pregunto qué es más importante, si un arquitecto o un músico y nadie dice músico. Solo cuando les explicas que toda su vida tiene banda sonora ahí empiezan a entender que esto es muy importante.
J.C. Yo aparte de músico tengo otra empresa. Y en esos negocios no utilizo mi nombre, Johan, que viene de Johannes porque nací en Alemania. En esas reuniones con clientes yo me llamo Juan Luis Sánchez y no llevo esta ropa. Si yo me presento ante un banco con una chupa y, más aún, si digo que me llamo Johan Cheka y que soy músico, no me llevo el negocio... y espérate que no suene alguna alarma. Es una pena que dedicarte a la música en España se entienda como que no tienes ni oficio ni beneficio.
Además de intérpretes, sois productores, mánagers y otros cargos de responsabilidad musical fuera de los escenarios. ¿Cuánto hay que pelear para buscarle un hueco al rock en España?
J.C. Es un trabajo muy gratificante cuando sale bien, como con este proyecto, pero otras veces... Yo llevo la contratación de Asfalto, qué voy a decir de este grupo, y la de Dry River, una gran formación más joven. Pues conseguir que trabajen es hacer llamadas infinitas, reuniones infinitas para tener algo de recorrido, cuando otras músicas lo tienen mucho más fácil. Estamos en el estilo equivocado en el país equivocado.