“El terrorismo en el Sahel se está expandiendo a un ritmo sin precedentes”
Entrevista con Marta Summers, profesora de Relaciones Internacionales en la Universidad Francisco de Vitoria y miembro del Observatorio Internacional de Estudios sobre Terrorismo.
Entre el desierto y la sabana, el Sahel es un cinturón que cruza África de este a oeste por una decena de países y que la OTAN acaba de calificar en su reciente cumbre como “foco de inseguridad” para sus estados. En 2021, tres de los cinco países con más víctimas por atentado terrorista pertenecían a esta región según el observatorio Vision of Humanity.
Marta Summers, profesora de Relaciones Internacionales en la Universidad Francisco de Vitoria y miembro del Observatorio Internacional de Estudios sobre Terrorismo (OIET), nos habla sobre qué está pasando en este cercano y tantas veces olvidado territorio.
¿Cómo valoras la decisión en la pasada cumbre de la OTAN de declarar el
Sahel cómo posible foco de inseguridad?
La inclusión de la región del Sahel y del África Subsahariana en estrategias globales como la de la OTAN es un paso enorme. Estamos viendo cómo la situación se descontrola sin límite durante los últimos años y los esfuerzos que estamos haciendo claramente no están siendo suficientes, o no están bien enfocados, y esto hará que la zona vaya a ser problemática en los próximos años.
Los esfuerzos por parte de Europa, y dentro de Europa, particularmente de España, han sido muy grandes, tanto a nivel diplomático como militares y en otras esferas de seguridad. Para España lleva prácticamente una década siendo una zona importante, pero el deterioro de la situación hace necesario que este foco sobre ella se amplíe.
¿Hasta qué punto se está expandiendo la acción de grupos yihadistas en países como Mali, Burkina Faso, Níger o Chad?
El terrorismo en esta región se está expandiendo a un ritmo sin precedentes. Cada vez abarca más países, y no solo eso, sino que en los territorios donde está presente la actividad es cada vez mayor. Vemos un aumento numérico y de control territorial. Mali y Burkina Faso ya están completamente afectados por este tipo de violencia. En Níger es creciente, y ha llegado ya desgraciadamente los países del Golfo de Guinea. Costa de Marfil, Benín y Togo han sufrido ya atentados de carácter yihadista en los últimos meses y parece que estos grupos están consiguiendo instalarse allí.
¿Cuáles son los temores que podría tener España al respecto?
Lamentablemente, los temores y las consecuencias que esto puede traer son muchas y diversas. En España una de las consecuencias más inmediatas podría ser —es solo una posibilidad— un aumento de la presión migratoria. Normalmente se dirige dentro del continente africano, pero entre los grandes países de destino están los del Magreb, y esto a Europa, y particularmente a España, le afecta de manera directa.
Obviamente como frontera sur de la Unión Europea, a España le preocupa que haya una región no tan lejana a nosotros descontrolada. Es una región en la que un mayor poder de los grupos yihadistas puede crear un refugio para los terroristas, donde recibir militantes de todas las partes del mundo, entrenarlos, y capacitarlos para cometer atentados, no solo en África sino también con carácter internacional. Sabemos que esto está en sus agendas.
Y por otro lado, la estabilidad de los países del Magreb como Marruecos y Argelia, que son absolutamente necesarios para nuestra propia lucha contra el terrorismo en territorio nacional, depende de la estabilidad de sus vecinos. Así que ese desequilibrio y ese deterioro de sus vecinos del sur puede generar problemáticas internas en Marruecos y Argelia, no solo a nivel migratorio sino también a nivel social y político.
Los países de la OTAN lo han señalado como un peligro para sus países miembro, pero la realidad es que por ahora afecta casi exclusivamente a los propios habitantes de la región del Sahel. ¿Qué consecuencias está teniendo la actividad terrorista en la población de estos países?
La primera consecuencia que tiene para la población local es que la muerte les acecha de manera constante. No lo debemos olvidar, y tendemos a hacerlo en Occidente: la inmensa mayoría de las víctimas de los grupos yihadistas son los propios musulmanes que no siguen la corriente rigurosa de los terroristas y que por tanto mueren por sus creencias.
Al margen de quienes sufren esta violencia, quienes logran salvar la vida tienen que huir. Se producen desplazamientos masivos de población que no tiene a donde ir, que huyen viendo canceladas sus expectativas de vida, que se les cierra un posible desarrollo vital, tal y como les gustaría, y que se merecen como seres humanos.
¿Qué papel están jugando Rusia y China en la zona? ¿Hasta qué punto la presencia en la zona de mercenarios de una empresa rusa como Wagner puede formar parte de una estrategia del Gobierno de Putin?
Rusia lo que busca es aumentar la influencia en el continente africano, y recuperar así la que tuvo en décadas anteriores. Para ello, está haciendo uso de esta estrategia basada en la seguridad, postulándose como una alternativa a los socios europeos occidentales que hasta ahora han sido los principales en la región. Pero claro, los europeos exigen ciertas reformas políticas, el respeto a los derechos fundamentales y a las libertades básicas de la ciudadanía. Y ese no es el caso de Rusia, cuyo coste es menor, no ponen tantas exigencias a cambio. Así, están aprovechando estas desavenencias políticas entre algunos gobiernos africanos y los occidentales para posicionarse como socio preferente de algunos países.
En cambio China, con excepción de Djibuti, de momento se limita a una estrategia comercial que está ganando muchos enteros en la región.
¿Puede convertirse el escenario de bloques surgido tras la invasión de Ucrania un factor que desestabilice aún más la zona?
Por supuesto la situación en Ucrania, y las tensiones derivadas de ella, se van a ver reflejadas en otras regiones como el Sahel. Estamos viendo como las tensiones geopolíticas reinantes a raíz de la guerra en Ucrania afectan en esa zona. Rusia está tratando de tener más influencia que los occidentales que ya se encontraban colaborando en África. Y esa competición se extrapolará a otros escenarios, por supuesto.
La falta de oportunidades se cita siempre como uno de los factores para explicar el auge del yihadismo en la región. ¿Qué papel puede jugar la hambruna creciente de la que alertan varios organismos y ONG?
El desarrollo y las oportunidades de vida son esenciales para entender el fenómeno del yihadismo en África. Obviamente, si a la situación de violencia, de muerte, le añadimos hambrunas, falta de suministros, incapacidad de abastecerse, pues los desplazamientos serán mayores. Vivir en esta región se hace imposible.
Así que una de las primeras consecuencias sería una mayor presión migratoria, y otra una mayor inestabilidad social, mayor descontento, mayor presión hacia los políticos... Y esos factores, ya hemos visto en otros escenarios, como pueden afectar al ámbito de la seguridad, no solo por el terrorismo, y así será si no logramos evitarlo.
Así que dado el crecimiento de la violencia y la pobreza en la zona, es previsible que más gente quiera huir de la región. ¿Usarán esto los Gobiernos de Marruecos o Libia para pedir más prebendas a la Unión Europea a cambio de controlar esos posibles flujos?
Está claro que el papel de los países del Magreb es fundamental porque ejercen como actor intermedio entre estos desplazamientos masivos de población y la cooperación con ellos será esencial. Está claro que ante un aumento de movimientos en el Sahel, ellos serán los primeros que tengan que gestionar la llegada de esas posibles olas migratorias.
Si el destino es a Europa, aunque me gustaría recalcar que la mayoría de las migraciones se producen dentro del continente africano, la cooperación tendrá que ser conjunta entre los países mediterráneos de África y Europa.
Por tanto, con este tablero geopolítico parece imposible que Francia y España vayan presionar a Marruecos para celebrar un referéndum en el Sáhara Occidental.
En está claro que el Sáhara Occidental es una problemática ajena al terrorismo y al Sahel, pero podrá verse afectada en la reconfiguración de alianzas regionales, aunque no sabemos aún de qué manera.
¿Qué debería hacer la comunidad internacional para hacer frente a esta
situación, a corto y medio plazo?
Debemos analizar todos los factores que pueden repercutir en el terrorismo yihadista, y que a bote pronto podríamos pensar que no están relacionados con el ámbito de la seguridad. Está claro que además de los esfuerzos militares, que llevamos una década implementando, que están siendo muy grandes, y operativamente muy efectivos, vemos cómo hace falta algo más. Los esfuerzos deben centrarse también en programas de desarrollo, económico y del tejido social, y por supuesto de gobernanza. La debilidad de los gobiernos africanos está siendo uno de los grandes escollos a superar.
Hay problemas en el respeto a un sistema democrático, en el respeto a derechos y libertades de su ciudadanía. Hay una incapacidad de proveer servicios básicos y unas condiciones de vida digna para su población, y vemos que esto hace que la delincuencia encuentre un hueco para desarrollarse. Este triángulo entre seguridad, desarrollo y gobernanza se torna esencial.