Julio Castejón (Asfalto): "El rock tiene un problema grave, no le interesó nunca a las mujeres"
La gran banda de rock urbano en España anuncia su adiós tras 50 años de carrera con un concierto de despedida. Medio siglo de lucha, discos y vivencias que su líder repasa a fondo.
Advierte pronto de que es un músico “raro”, aunque medio siglo de carrera después esto es algo que no sorprende a nadie. Julio Castejón (Madrid, 1951) se presenta orgullosamente puntual a la cita con El HuffPost, busca un lugar tranquilo y viene sin prisa. 50 años de carrera dan para mucha conversación.
Tiene ganas de hablar ahora que se aproxima el fin: Asfalto, la gran banda del rock urbano español, dice adiós. Una “víctima” indirecta de la pandemia y de los tiempos que corren, cada vez más “raros”, como dice el último disco de la formación, sacado en 2017. Tanto, que ya los define como “muy peligrosos”.
Sincero como pocos en asumir la realidad —“para el gran público somos desconocidos”— lo es también al hablar de su música y el mundo que le ha tocado cantar. Con la libertad por bandera, pero con el “respeto” como principio fundamental de su prosa, presume de haber podido hacer “lo que ha querido” en estas cinco décadas sin recurrir a escándalos ni haber utilizado “la plataforma del escenario para soltar mi ideología”.
50 años... y un día, porque a Asfalto aún le queda un último homenaje, “que no será una fiesta de difuntos ni nada parecido, sino una celebración”. Cansado ya de luchar contra una sociedad que “margina al rock”, ha presentado el concierto de despedida, el 13 de mayo de 2023 en La Riviera (Madrid), “y no va nada mal la venta”, dice sonriente. Junto a Castejón y los actuales Asfalto, pasarán miembros originales, antiguos colaboradores y estrellas invitadas. Un gran día para irse con toda “la dignidad, que también es importante”, explica el músico y escritor.
¿Por qué irse ahora?
Hace dos años hubiera dicho no me voy, ¿por qué si me sigo viendo bien? Pero la pandemia lo cambió casi todo. Un parón tremendo que nos dejó en el dique seco. Se perdió el hábito de vernos, tocar y lo fue enfriando todo. Este año hay una necesidad entre los músicos profesionales de resarcirse de la penuria que trajo la pandemia a todos, también a los miembros de Asfalto. Cada uno compaginó la banda con otros proyectos, giras... y me di cuenta que el grupo se había disgregado, no nos veíamos, no pensábamos en cosas nuevas.
En los últimos tiempos sacaba más cosas yo solo que el grupo y como se cumplen ahora 50 años de la aparición del nombre de Asfalto lo vi claro: cerramos y ya está. Yo seguiré haciendo música, quizás giras con mi nombre, no lo sé, pero quiero cerrar Asfalto con mucha dignidad. Y eso también es importante.
Hay otro déficit. Asfalto no es un nombre popular. Le siguen sus muchos seguidores, pero al no ser popular no está en el ‘mercado de la contratación’. Mandan los ayuntamientos y traen lo que quiere la gente que les vota. Tampoco cuentan con nosotros en festivales, y no porque desentonemos, al contrario y mucha gente se sorprende al descubrirnos en directo, pero tú no puedes estar toda la vida intentando convencer de que nos contraten. A estas alturas, si no me quieres, me voy.
¿Qué ha sido Asfalto?
Por encima de otra cosa, una historia muy bonita, En 1972, cuando aún vivía el dictador, soñábamos con hacer una música como la que se oía fuera. Somos hijos de The Beatles, no hijos del flamenco o de otras tradiciones. Éramos modernos y empezamos a emular a nuestros ídolos en un país donde no había esa tradición. A la muerte de Franco hubo una catarsis en pos de la libertad y una parte de la juventud identificó nuestro movimiento, el rock en español, con lo atrevido, lo nuevo. Tuvimos un viento a favor fenomenal pero duró muy poco, porque cuatro tipos que se creían más modernos dijeron que no, que lo que mola es lo punky y con un altavoz muy grande en España sustituyen el rock por el pop de la movida.
Nos borran del mapa y a partir de ahí para el rock todo es penuria. Y cada vez peor... hoy mucho peor. Aunque se le viesen las costuras a un movimiento tan injustificado como la movida. Qué pueden pensar tipos, como mi caso y muchos, que estudiábamos horas y horas para tocar mejor, pensar un mensaje profundo, intentábamos crear música equiparable a la de fuera y ves que te adelantan por la derecha unos niñatos que ellos mismos reconocieron que no tenían ni idea de tocar, solo actitud, pelos de colores y tonterías.
¿Por qué pasó eso, por qué aún hoy cuesta darle la vuelta al relato de la movida?
Porque el pop es colorido, canciones de tres minutos que suenan muy bien en la radio y el rockero es chupa de cuero... cuanto más vieja, mejor. No somos adecuados para el consumo que propone la sociedad actual y hay otro problema grave, el rock no le interesó nunca a las mujeres en España y hoy en un concierto de rock como mucho hay un 10% de mujeres.
¿A qué se debe?
Hay posturas demasiado cargadas de testosterona, pienso en el típico rockero que perdona la vida a todas las tías que tiene delante.
¿Y eso no está ya pasado de moda?
Sí, llevas razón, está un poco trasnochado, pero hay quien mantiene ese arquetipo y nunca lo he entendido. Nunca he pensado de esa manera.
Hablamos de machismo en el rock y del desinterés general de las mujeres, pero estudiando vuestras letras, Asfalto es un grupo muy feminista. Pienso en Melanie, un alegato contra la violencia machista. ¿Qué ocurre aquí?
Sencillamente que somos desconocidos. Esta chica que tenemos detrás no conoce a Asfalto, fijo. E igual de fijo te digo que si nos escucha, se enamora de lo que hemos hecho y lo que hemos dicho.
En Asfalto hemos tratado de trasladar emociones y visiones del tiempo que nos ha tocado vivir. Precisamente en ese último disco hablamos de ello, sin pretender arreglar el mundo.
¿Y no te duele pensar y reconocer esto?
Me tiré muchos años intentando revertirlo, pero ya me da igual. A mis 70 años me siento incapaz, cómo voy a revertir yo esto... Ya tampoco me importa, ellos se lo pierden. Mi vida está hecha, he podido comunicar con muchos miles y miles de personas con mi música. Soy feliz y no necesito que el grupo me meta dinero en el bolsillo. Hay quien me dice ‘es crispante esto’, pero lo que crispa es estar siempre en la batalla de demostrar quién eres.
Hablando con gente del rock español, me dijeron ‘si Julio Castejón fuera americano tendría una estrella de la fama’. ¿España ha sido injusta contigo y con otros pilares del rock/heavy español?
No, pero lo que sí pienso es que en España arrastramos déficits, sin ofender a nadie. Estoy de acuerdo con Pérez Reverte y otros que dicen que España casi se merecería haber dejado de existir (risas). Este desinterés cultural o social ha terminado marginando o ignorando la historia creativa de Asfalto y de otras bandas.
¿Hay relevo hoy para la música de Asfalto?
(Otro suspiro). Disfruto mucho viendo que hay gente joven que hace cosas bonitas. Inventar es muy complicado ya, pero siempre pienso que lo fundamental es estimular las emociones. Claro, que hablamos de Rosalía y me pregunto cómo se estimulan las emociones escuchando Saoko. Ahí veo que mi reino no es de este mundo (risas).
Ya en serio, en España hay un gran problema. No aparecen nombres realmente nuevos porque no tienen donde aparecer, donde tocar. Un grupo que hoy haga música nueva tiene muy pocas salidas y termina muriendo en el local de ensayo. Y esta falacia de que con internet llegamos a todos... En internet solo te busca el que te conoce y cómo te va a buscar si no te conoce.
¿Cómo nacen las canciones de Asfalto?
A estas alturas, como un desprecio a ganar dinero. Yo cojo mi guitarra, a veces surgen melodías, leo mucho, tomo notas de noticias o historias que me marcan... No hay un modelo fijo a la hora de pensar nuevos temas.
Pero no estoy capacitado para componer buscando lo mainstream, el dinero. Estoy seguro de que puedo componer un estribillo con tirón, pero no me interesa. La satisfacción de haber tenido una historia tan digna y honesta me vale. Acumularé errores, pero no recuerdo una conversación en la banda en esa dirección... Quizás cuando Toto reventó con su Hold the line [1978], que involuntariamente pensabas en encontrar algo así, pero no es un objetivo mío.
¿Has sufrido la autocensura a la hora de componer?
No sé cómo responderte. Yo siempre me he sentido libre para decir lo que quería decir, pero por educación soy respetuoso con el otro y no quiero ofender. Y cuando he sentido que la gente se identificaba con las cosas que decía yo he querido desmarcarme de eso, en 1981 saqué un tema que se titula Nada que decir donde hablo de eso. Mi voz ocupa a veces un lugar que no merece, yo no soy un visionario y lo que expreso es algo que me cuento a mí mismo. No utilizo la plataforma del escenario para soltar mi ideología.
En nuestro último disco, Crónicas de un tiempo raro [2017], digo que he luchado por la democracia, pero esta democracia es mercadotecnia. Nos compran la mente y con nuestro voto situamos a los imbéciles en el poder, ha pasado con Trump, en Italia y lo que nos queda por ver.
¿Debe haber algún límite a lo que dice un artista o todo es libertad?
Cualquiera es libre de decir lo que quiera decir, pero mi libertad acaba donde empieza la del otro. Tú tienes libertad de ofender, pero el ofendido puede responder contra ti. Tú tienes la responsabilidad de lo que tú digas, pero otro puede reaccionar. La limitación se la debe autoimponer uno buscando no molestar como daño. Otra cosa es hacer crítica, que es muy buena. A mí el rey que más me gusta es el rey de copas, pero no puedo llamar ‘tarados’ a los monárquicos. Es una cuestión de principios. Lo mismo con la religión, por ejemplo, y lo digo siendo ateo.
Pero la Justicia no puede entrar a sancionar estas cosas. Ha habido artistas que se han visto perseguidos por leyes que yo no apruebo para nada. Cada cual que diga lo que quiera y la sociedad es lo suficientemente madura para ver quién no es más que un adolescente mental o simplemente busca notoriedad.
¿Hay algún político en el que creas hoy?
Con quienes me identificaba ya no están. El pragmatismo de Rubalcaba, el discurso de Julio Anguita, absolutamente documentado para entender del mundo desde una óptica social en la que el mercado no lo soluciona todo... Esas eran las mentes que admiraba, entre otras, pero de hoy, sinceramente no encuentro referentes que me entusiasmen. Quizás Nadia Calviño, por ser una persona dotada y con principios morales, es de las pocas que cuando hablan escucho. Si miramos hacia la derecha... uff y si miramos más hacia allá, todavía peor. (Suspiro).
Imagínate que para ser presidente de una comunidad como Madrid hubiera que acreditar unos atributos. No una persona que ha llegado con un único mérito de ‘encargarse’ de un perrito y tiene en sus manos presupuestos milmillonarios. Y aún hay gente que la defiende, ‘es que ella es...’ ¿Es qué? Por edad, casi una niña con 40 y pocos años, pero más allá de la edad es que no acredita nada. No entiendo el eco que tiene con las cosas que dice, yo como mucho lo ridiculizaría, que la mayoría son bobadas.
Volvemos a 2017, Crónicas de un tiempo raro. Cinco años después, ¿el tiempo sigue siendo raro o va más allá?
Pasa de raro a absolutamente peligroso, hablando de la guerra de Putin, el mayor desafío actual del planeta. Hay muchos otros, como el cambio climático, pero si alguien aprieta el botón nuclear lo demás cae. Cierto que la gente no puede vivir con el corazón encogido, escondida, pero la situación es muy compleja y la solución igual de difícil. Estamos un poco en manos de China y la India y espero que hagan por arreglar esto.
Ojalá en un futuro el único ejército que haya en el planeta sea uno de la ONU, punto, para actuar contra insidiosos y déspotas, pero esto es una utopía tremenda, lo sé.
¿Tenemos hoy que enseñar a nuestros hijos, como cantas desde 1978 en Días de Escuela “a amar la libertad”? ¿Corre peligro esa libertad?
En la sociedad actual cada día están más recortadas las libertades. Y preocupa la amenaza que ya viene por el auge del populismo y sobre todo de la extrema derecha, reactivando el gran cáncer de la sociedad moderna, el nacionalismo. Salvarnos solo nosotros no es posible, o nos salvamos todos o nos vamos a ver muy mal. Pero esta ideología va en contra de las leyes del mercado, un mundo muy complejo en el que no se termina de ver la luz.
Tengo la sensación, cada vez más, de haber nacido cuando me tocó. Yo no viví guerra, éramos una generación muy esperanzada y la mayoría hemos cumplido nuestros anhelos. Solo que ahora, al final de nuestros días, quizás nos hemos dado cuenta de que no lo hemos hecho demasiado bien por lo que vemos que viene detrás. Hay una desesperanza tremenda, especialmente entre los jóvenes y ahí busca medrar el populismo, porque el sistema les tiene olvidados. Un tiempo difícil, claro que siendo justos también hubo tiempos peores, de represión, inquisición, hogueras...