José María Calleja: "La España constitucional, de la convivencia y del progreso son valores de izquierdas"
Entrevista al periodista y autor de 'Lo bueno de España': "Un referéndum en Cataluña sería la consagración definitiva del enfrentamiento".
¿Por qué a los españoles les cuesta hablar bien de España? ¿Por qué alguien que se declara “muy español” sólo puede ser de derechas? ¿Por qué no se pueden reivindicar los logros del país desde una mirada progresista? ¿Por qué no se puede poner en valor la calidad de la democracia patria y sentirse orgulloso de leyes que admiran en otros países que han sido nuestros referentes?
El periodista José María Calleja se ha sumergido de lleno en estas preguntas para dar respuestas. Y lo hace a lo largo de las 347 páginas de Lo bueno de España. Una crónica histórica ante el ataque nacionalista que reivindica el valor de España. Reflexión tras reflexión sobre la democracia en nuestro país.
Lo tiene claro: ha habido una tradición castiza, “por no decir casposa”, de hablar mal de España. Un “auto odio” histórico. Pero ser español en el siglo XXI, define Calleja, es “estar dispuesto a convivir civilizadamente con gente que no piensa como tú”. Una nación, confiesa, que si fuera una película, estaría rodada por Saura, Gutiérrez Aragón y Cuerda. Sonaría al son de los acordes de Mediterráneo, de Joan Manuel Serrat. Una esencia de país que explica con su estilo propio.
¿Cómo es la España de 2020? ¿En qué país vivimos?
Es una España que ha recorrido un periodo muy meritorio, hemos pasado de una dictadura horrorosa a una democracia fructífera, de la que tenemos que sentirnos orgullosos. El problema que le veo ahora es que hay una serie de fuerzas políticas, sobre todo nacionalistas catalanas, que han intentado poner en cuestión ese sistema de convivencia. Lo digo en pasado porque creo que ese golpetazo que se quiso dar a la democracia ha sido encauzado y estamos en el momento de seguir avanzando y progresando en esa democracia moderna y que tanta calidad de vida nos ha dado desde la muerte de Franco.
¿Cómo se resuelve lo de Cataluña? ¿Tiene solución?
Puede tener arreglo, solución es muy complicado. Tienen que hablar, negociar, tratar de llegar a acuerdos para una cierta convivencia dentro de la comunidad autónoma catalana y para una relación no de enfrentamiento brutal, sino de cierta gobernanza entre la Generalitat y el Ejecutivo de España. Solución definitiva no creo que tenga porque hay posiciones muy radicalizadas que no se van a contentar pase lo que pase. Pero por lo menos debiera tener un encauzamiento político, democrático y civilizado.
¿Habrá algún día un referéndum? ¿Sería partidario?
Desde luego no soy nada partidario de que haya un referéndum. Agravan y dificultan más los problemas. Quiero pensar que no va a haber porque sería la consagración definitiva del enfrentamiento y la división. Creo que no lo va a haber y los que lo plantean hacen caso omiso a experiencias históricas que dicen que no es una solución.
Retomando una de las ideas del libro, ¿por qué a mucha gente de izquierdas le da vergüenza decir ‘español’?
Tiene que ver con el pasado franquista. Durante cuarenta años la dictadura se apropió de lo español. Un término bien curioso, parecía que todo lo que no era franquista no era español. Ha dificultado la vinculación de la izquierda con la idea de España, con los símbolos de la España constitucional. Creo que han sido los gobiernos de izquierdas, los gobiernos socialistas, los que más han hecho por conseguir una España moderna y de progreso, y deberían estar orgullosos de la palabra España. Está claro que en el discurso nacionalista han conseguido establecer español casi con el sinónimo de insulto. Pero la España constitucional, de la convivencia y del progreso son valores de izquierdas.
¿Qué es de verdad ser español en el siglo XXI? ¿Qué valores representa?
Es estar dispuesto a convivir civilizadamente con gente que no piensa como tú. Estar dispuesto a no tener una idea monopolística del país, sino una idea compartida, y pensar que hay un ámbito de convivencia y relación civilizada entre distintos pero que no se plantea darle una patada al tablero.
Por primera vez estamos viendo un Gobierno de coalición desde la II República. ¿Qué espera?
Que no sea un fracaso, creo que las dos partes que lo forman están perfectamente convencidas de que como lo hagan mal va a ser un fracaso con consecuencias complicadas para el futuro de la izquierda. Creo que se van a afanar en hacerlo lo mejor posible. Eso también pasa por que las discrepancias lógicas que haya no hagan reventar la operación. Me gustaría que mejorara la calidad de vida de la gente, las condiciones de empleo y hacer avanzar el país en el progreso. Y que se supere esa especie de lucha atávica entre españoles o entre nacionalismos de uno u otro tipo.
Hablando de la calidad de vida, en las primeras sesiones en el Parlamento sólo se habla de Venezuela. ¿Tenemos un problema en España?
Es un poco llamativa esa ocupación de la agenda con temas, que no digo que no son importantes pero no están entre los diez primeros que provocan preocupación entre los ciudadanos. Por parte de la derecha hay una estrategia de oposición de no darle ni un minuto al nuevo Gobierno y hacerlo fracasar, pero da la sensación de que esa actitud tan crispadora puede provocar una especie de fatiga de los materiales que al final acabe cansándoles a ellos. Fïjate la forma en la que se ha resuelto la situación en el País Vasco. Creo que cargarse a gente muy significativa del PP, que se ha estado jugando la vida literalmente… Otros de los que se lo han cargado no sé si pueden decir lo mismo. Me temo que no. La forma en la que se ha ventilado eso creo que se va a volver en contra del propio Casado. No puedes llegar allí y cargarte al candidato cuando falta un rato para las elecciones, resolviendo el asunto de una forma muy autoritaria. Puede ser un efecto bumerán para el propio PP.
Esto lamina un poco lo que es la idea de la España de las Autonomías. ¿Está en peligro ese concepto?
Creo que la España autonómica es uno de los grandes logros de los que tenemos que estar orgullosos en contra de los que piensan que ha sido un error y un despilfarro. Creo que ha servido para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
Una de las cosas que marca la política española y que no habíamos vivido hasta ahora es la irrupción de la ultraderecha en el Parlamento, Vox es ya la tercera fuerza.
Es una de las novedades de la situación política. Habíamos hablado muchas veces de que en España no había un fenómeno de ultraderecha como en otros países europeos, pues ya lo tenemos. Depende mucho del cómo haga las cosas este Gobierno de izquierdas para que Vox no pase de tercera a primera fuerza. Es un poco la argamasa que va unir a la izquierda pensando que un fracaso puede dar paso a un partido que hace medio año, en términos históricos, lo veíamos como irrelevante fuera del Parlamento y que hoy se está convirtiendo, y a medida que el proceso de degradación del PP sigue avanzando, y puede ser el partido para la gente de derechas de este país.
¿Podría llegar a gobernar Vox en unos años?
Espero que no. Pero, vamos, todo es posible. Tampoco pensábamos que iban a tener escaños en el Parlamento andaluz y los tuvieron, están cogobernando con otros partidos que en principio les tenían que haber hecho el cinturón sanitario. Espero que no, pero no se puede descartar nada.
En el libro habla de la figura del rey y del monarquía. ¿Goza de buena salud la institución o está en peligro?
Se está poniendo en cuestión como nunca antes. La llegada de Felipe VI ha atemperado un poco esa situación que se produjo con la crisis y la abdicación del rey Juan Carlos. Se ha pasado de poner todo en cuestión a aceptarla con naturalidad. Por parte de los que antes iban a cuchillo contra ella y hoy están en el Gobierno no hay la más leve crítica. Se ha bajado un poco la situación que tuvo complicada como institución, creo que va a seguir vigente. Sobre todo, porque una alternativa de otras características se encuentra casi en primer lugar con la división de las fuerzas que pueden proponerla. No se trata tanto del sistema que tengamos, sino de que funcione razonablemente bien.
¿Llegará a reinar la princesa Leonor?
Creo que sí. Primero porque ya tiene una edad y segundo, no creo que se vaya a producir una fractura de la monarquía actual.
¿Se excedió el rey en su discurso del 3 de octubre?
A mi juicio, no. Creo que era una situación muy complicada, que se venía de una ofensiva tremenda con la puesta en cuestión del sistema de convivencia. Fue un momento muy delicado y sus palabras sirvieron para dar una orientación a un público que estaba en ese momento como descolocado. Fue una intervención que frenó a los que habían intentado dar el golpe en Cataluña y sirvió de referencia para los ciudadanos que defienden la Constitución y que no quieren ese enfrentamiento.
¿Por qué los españoles hablamos tan mal de España?
Parece casi un poco de renegar de lo propio, es algo histórico. No sé si a veces una especie de auto odio, cuando hay motivos razonables para pensar que hay otros paìses que nos miran con admiración. En pocos años hemos pasado de ser un país que observaba con complejo de inferioridad lo que hacía otros a que esos países digan qué leyes se están haciendo en España, como el matrimonio de personas del mismo sexo o contra la violencia de género. Hay una tendencia castiza, por no decir casposa, de decir lo malo cuando realmente hay más motivos para el optimismo y el orgullo. Algún mérito tendremos. La democracia española es de calidad y nos falta un poco como acabar de creérselo. Se ha producido una socialización de la bandera española que ha tenido que ver con acontecimientos deportivos.
¿Hay todavía mucho franquismo sociológico en el país?
No sé si es franquismo, pero desde luego rechazo explícito a la democracia sí que lo hay. Hay gente que considera que la democracia es un engorro y que hace falta mano dura. Afortunadamente, incluso los que piensan aquello, su discurso está afeado socialmente. Puede haber gente en contra de la democracia, pero como gente en Polonia, Hungría o en EEUU, pero su discurso no está bien visto, está afeado socialmente.
Señala que uno de los momentos más importantes para España fue su entrada en la UE. Una de las corrientes que vemos en todo el continente es la irrupción y aumento de los partidos eurófobos. ¿Puede pasar en España?
A España le ha ido muy bien desde que está en la UE. Primero porque es la demostración de que éramos una democracia y segundo, le ha venido muy bien en la política comunitaria y en el sistema de solidaridades. ¿Hay sectores que pueden estar en contra de Europa? Sí, los que piensan que no deberíamos haber salido de la peseta. En ese sentido, nada distinto a lo que ha podido ocurrir en Gran Bretaña, pero no tienen esa fuerza como allí. Algún partido puede pensar que Europa es el mal, pero no lo dice. Aquí la extrema derecha no dice que salgamos de la UE, no digo que no lo piense, pero no se atreve a decirlo.
¿Qué es lo mejor de España?
En la historia reciente ha sido la capacidad de saltar de un sistema a otro y tener leyes de referencia. La capacidad que hemos tenido para combatir fuerzas que estaban en contra de esa democracia. De un lado, la banda terrorista ETA, y de otro, los sectores golpistas del Ejército. Han sido los dos principales enemigos de la democracia. Por poner un símbolo: la forma en la que se entierra a los abogados laboralistas de Atocha.
¿Cuál fue el momento más duro de la democracia? ¿El 23-F?
El momento más duro fue todavía no habiendo llegado la democracia, cuando se produce la matanza de Atocha. Si el PCE, en vez de hacer una manifestación silenciosa, emocionante y definitiva para la democracia, hubiera dicho ‘matamos a cinco’, hubiéramos vuelto al pasado. Esa prudencia democrática ejemplar ha sido el momento más importante para conseguir un sistema de libertades.
Ha sido testigo directo de la historia reciente del país como periodista. ¿Cuál es el político más brillante con el que se ha cruzado?
Dos políticos muy brillantes: Felipe González y Adolfo Suárez. Han sido muy determinantes en la historia del país y brillantes en cuanto a la exposición de discursos y su capacidad de convencer.
¿Y cuál ha sido el presidente del Gobierno que ha pasado con más pena que gloria?
Puso una deriva complicada el segundo Gobierno de Aznar, empezaron a aflorar algunos de los problemas que tenemos. Y Rajoy en un primer momento pudo tener un Gobierno mejor de los que tuvo al final.
Por cierto, el aznarismo ha vuelto con toda su fuerza con Cayetana Álvarez de Toledo como portavoz y con Carlos Iturgaiz en el País Vasco.
Totalmente. La operación en el País Vasco de depuración de Alfonso Alonso es de corte aznarista. Demuestra que el que manda otra vez en el PP es Aznar. Es posible que sea bueno para el ego de Aznar, pero no sé si para Casado.
¿Cómo está el periodismo en 2020?
Tuvo una primera fase en la Transición de periodistas muy buenos profesionales y comprometidos en acercar las libertades. Luego una fase de degradación con el siniestro sindicato del crimen, cuya obsesión era cargarse a un Gobierno y potenciar la crispación utilizando el terrorismo. Luego, ha habido una etapa razonable. Creo que hay un periodismo serio, responsable y bien hecho, tanto en papel como en digitales, y luego hay uno amarillo, desatado y crispador. Estamos en un momento con dos periodismos muy diferentes.
¿Qué consejos les da a sus alumnos de periodismo?
Que sean honrados, buenos profesionales y tenga una mirada hacia quien peor lo pasa, como las mujeres maltratadas, los inmigrantes que vienen en patera, los mayores que viven sólos en contra de su voluntad… El periodismo no es un juego de sillas en un partido de tenis, tiene que tener una mirada comprometida hacia la gente que peor está. Esforzarse en dar voz a quien no la tiene.
¿Qué información echa de menos en los medios?
Sobre todo en las teles, echo de menos algún tipo de programa de debate civilizado y no espectáculo, con argumentos y gente que sabe de lo que habla.
¿Los políticos son un reflejo de nuestra sociedad o la sociedad va por otra camino que el de los políticos?
No estoy de acuerdo con esa desautorización que se hace de los políticos como si fueran de otra cosa. Los políticos son iguales de buenos, malos y regulares que los demás. En términos generales, el trabajo político me parece encomiable. La inmensa mayoría de los políticos españoles es gente honrada que hace las cosas lo mejor que sabe y puede. Esa descalificación absoluta de los políticos normalmente suele dejar paso a que vengan otros, que también son políticos aunque digan que no, con esa definición que hemos convenido del populismo.
¿Ha recibido muchas presiones de políticos en su labor como periodista?
En mi labor como periodista, las presiones eran que te podrían volar la cabeza.
¿Se han curado las heridas en el País Vasco?
Podemos decir que se ha derrotado el terrorismo, que quería imponer un Estado independiente y no ha conseguido ninguno de sus objetivos. Ha sido derrotado por la democracia española y ese es otro motivo de orgullo. Eso no estaba claro antes del 92. Va a haber gente que siga pensando diferente, pero la cuestión es que después del debate y de la discusión no tengan que pasar los camilleros y llevarse los cadáveres. Ahí hay un punto que no tiene arreglo porque los muertos no van a volver. El motivo de orgullo es que se ha derrotado al terrorismo.
¿Y cuál es el mayor desafío que tiene ahora la sociedad española?
Aprender a convivir civilizadamente con los que no piensan de la misma forma sin tirarnos los trastos a la cabeza.
Si España fuera un libro… Romanticismo, de Manuel Longares.
Si España fuera una canción… Mediterráneo, de Joan Manuel Serrat.
Si España fuera una película… Cualquiera de las de Saura, de Gutiérrez Aragón, de Cuerda. Y con un actor siempre fijo: Fernando Fernán Gómez.
Si España fuera un cuadro… Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga, de Antonio Gisbert.
Si España fuera un edificio… Los cubos del Kursaal de Rafael Moneo en San Sebastián.