Alberto Garzón: “No vamos a poder cumplir con todo lo que nos gustaría”
Entrevista con el coordinador federal de IU y diputado de UP: “La política económica tiene que cambiar de rumbo”.
En julio luchó hasta el último minuto, pero fue imposible el Gobierno de coalición. Ahora está a punto de cumplir ese deseo. El pasado 12 de noviembre estaba Alberto Garzón (IU) en primera fila, emocionado, viendo cómo Pedro Sánchez (PSOE) y Pablo Iglesias (Unidas Podemos) se abrazaban en el Congreso.
Días de negociaciones. Todo bajo un halo de discreción, no quieren herir el acuerdo por alguna filtración. Y su nombre está encima de la mesa como posible ministrable. Y en jornadas de reuniones secretas aprovecha para presentar su último libro, ¿Quién vota a la derecha?. No descarta ser el titular de una cartera en el primer Gobierno de coalición de esta etapa democrática, pero dice que ahora toca negociar los programas. Advierte de que no podrán cumplir con todo lo que les gustaría, pero no quiere engañar a la gente. Y confía en que ERC acabe permitiendo la investidura, “no concebiría” otra cosa.
El libro se llama ¿Quién vota a la derecha?. El 10-N se colocó la extrema derecha como tercera fuerza. ¿Por qué?
En el ámbito internacional están ocurriendo cosas muy parecidas, con las que España se ha sincronizado en las últimas elecciones desgraciadamente. Se decía antes que era la excepción, ahora se ha homologado a la realidad de otros países. Hay que interpretarlo dentro de las transformaciones económicas de las últimas décadas. La globalización y el cambio tecnológico están generando una serie de ganadores y perdedores, la clase media se está polarizando. Ahí la extrema derecha encuentra un caldo de cultivo para canalizar la frustración y la rabia. En el caso español, Vox no responde al perfil de momento del Frente Nacional en Francia porque aquí es ultranacionalista, ultraliberal y utratradicionalista, pero hemos visto que en los últimos meses trata de llegar a sectores populares. De momento, el perfil de votante de las tres derechas es más fuerte en las clases medias altas.
Pero sí han notado los partidos de izquierdas que Vox ha empezado a entrar en ciertos barrios obreros, que antes, por ejemplo, eran caladeros de votos del PSOE.
Lo que sucede es que efectivamente hay una transición proyectada por Vox en la que están tratando de llegar donde no habían llegado antes, que son lugares tradicionales de la izquierda o de la abstención, a través del discurso de la anti inmigración. El PP y Cs en su competición por el voto más ultra han creado a Vox. Pero el partido de Santiago Abascal sigue nutriéndose de votantes del PP y de Cs de clase media alta, aunque cada vez más se está haciendo más fuerte en los barrios populares.
¿Ha llegado a su techo Vox o crecería si hubiera terceras elecciones?
Hay que entender que el votante de Vox se mueve en términos generales por el vector ultranacionalista. Sería difícil de explicar si no fuera porque el nacionalismo español se ha radicalizado como consecuencia del movimiento independentista en Cataluña. Emerge como reacción a ese procés, pero también a los avances del feminismo, los derechos sociales y civiles de la izquierda. Es un partido reaccionario. Está en una operación para asemejarse al Frente Nacional, ahora tratará de conquistar la clase trabajadora, a pesar de que se va a enfrentar a obstáculos importantes dado que sus dirigentes son incluso en algunos casos aristócratas. No obstante, la principal obstaculización de ese proceso tiene que ser la izquierda, que proteja a las familias trabajadoras y no se vean tentadas de caer en el fatalismo de votar a Vox.
Es uno de los argumentos que han dado para ese Gobierno de coalición, usted estaba en la firma. ¿Cómo van las negociaciones?
Prosperan, estamos hablando de la negociación de un Gobierno de la cuarta economía de la zona euro. Son negociaciones serias, esperamos que salgan bien. Por lo tanto, la garantía de que sean así es que se gestionen con la discreción necesaria. Estamos en ese proceso. Cuando todo finalice y se superen los obstáculos que hay, una de las prioridades de este Gobierno tiene que ser proteger a las familias trabajadoras y neutralizar así el crecimiento de la extrema derecha. Si hay algo que ha cambiado de forma notoria entre abril y noviembre, ha sido esa fortaleza tan preocupante de Vox.
¿Habrá investidura de Sánchez?
Espero, es nuestro deseo. Estamos a la espera de que lo que dicen otros actores, entre ellos ERC. Pero entiendo que no se concebiría que no saliera adelante un Gobierno de coalición, el primero en la democracia reciente española. ERC y otros sectores independentistas tienen que saber ver las opciones que surgen aquí, para poder gestionar políticamente lo que es un problema político -la situación en Cataluña-.
¿Cree que a pesar de esa consulta ERC se abstendrá al final?
Es algo que tienen que decidir ellos, ahora mismo hay una fase en la que el PSOE está negociando con ERC. Ellos son los interlocutores válidos para ver si prospera y sale bien. Pero entendemos que no se comprendería otra cosa distinta. Soy consciente de que en el movimiento independentista hay sectores, que creo que son minoritarios, que prefieren una España gobernada por las derechas porque así se justifica su consigna de que España es irreformable, pero lo cierto es que la España que existe es plural, diversa, que se está abriendo camino y que se cristalizó en cierta manera en la moción de censura a Rajoy y que ahora tratamos de avanzar, con dificultades y riesgos, a través de este Gobierno de coalición.
¿Va a ser ministro?
Para nosotros, en nuestra tradición política, esto no es una preocupación. Ahora mismo vamos fase a fase, estamos en el momento en el que se negocian tanto los programas como el reparto de competencias. A partir de ahí será el momento de ver qué personas ocupan los ministerios y la propia estructura orgánica.
¿Habrá algún ministro de Izquierda Unida?
Como decía, para nosotros no es un motivo ahora mismo de preocupación. Lo que se está definiendo en este momento es el espacio de Unidas Podemos dentro del Gobierno y, una vez eso haya concluido, habrá que ver cómo representamos ese espacio, que es heterogéneo, donde hay diversidad y diferentes organizaciones, todos debemos sentirnos representados. Hay que trabajar en ellos, pero no hay nada encima de la mesa sobre esa cuestión.
Lo que sí hay encima de la mesa es que habrá una Vicepresidencia económica para Nadia Calviño. Ha sido muy crítico con ella. ¿Qué le parece? ¿Pueden convivir en un Gobierno el PSOE y UP bajo la batuta económica de Calviño?
Hay una parte que es casi conceptual. Un Gobierno de coalición siempre implica diferencias, organizaciones distintas que suman algo en común y tienen un proyecto determinando en común, pero luego hay muchas diferencias que hay que abordar. Parece que la diferencia económica es una de ellas. Es pensamiento de la mayoría de la izquierda de este país y también de los votantes del PSOE que la política económica tiene que cambiar de rumbo. En las altas esferas se están dando cuenta de que las políticas neoliberales no solo no han resuelto la crisis, estamos en un escenario de ralentización económica y hacen falta otras fórmulas. Hemos visto al Ministerio de Finanzas de Alemania proponer un plan de empleo y estímulo fiscal, al BCE plantear que pueden cambiar sus objetivos económicos. Digamos que estamos en un debate económico muy importante, espero que lo que gane y domine no sea repetir la fórmula de los recortes en la inversión pública, sino todo lo contrario, hacer la política fiscal adecuada para generar puestos de trabajo que reactiven la economía. Va a ser un debate importante en ese Gobierno, que debería acometer ese reto y ser capaz de elevar la bandera de la política económica alternativa.
Ya han salido empresarios y la patronal intentado frenar este Gobierno y pidiendo uno “moderado”. ¿Cree que puede un Ejecutivo sobrevivir cuatro años teniendo en frente a los empresarios?
Creo que hay muchos empresarios que están de acuerdo con nuestro Gobierno. El problema es que cuando hablamos de grandes empresarios, cuando nos referimos a gente como Florentino Pérez o Ana Patricia Botín, que gana 30.000 euros al día, pues evidentemente sus intereses no están alineados con la gente a la que representamos. Ahí hay un choque, pero cuando hablamos de empresarios pequeños y medianos, que tienen sus tiendas en los barrios, ven con cierta esperanza que pueda cambiar la política económica. Hay también un uso indiscriminado e ideológico de lo que es el concepto de empresariado. El grande español, grandes finanzas y CEOE, es rentista y ha salido beneficiado de la burbuja inmobiliaria y de la crisis. ¿Es un obstáculo más? Sí. ¿Es un obstáculo poderoso? Por supuesto que sí, pero nuestro respaldo tiene que ser la gente trabajadora. No vamos a hacer esfuerzos por conciliar con quienes quienes quieren promover y prorrogar las políticas que nos han hecho daño.
El nuevo Gobierno, si sale adelante, ¿derogará la reforma laboral?
Es una parte de la negociación. No me refiero a la de la investidura, sino que probablemente sea algo del día a día. Está en el interés de la gente que votó al PSOE e incluso de muchos de sus dirigentes derogar la reforma laboral, es lo que piden sindicatos como UGT y CCOO. Es un reto importante que es necesario. La posición de UP se conoce perfectamente, la del PSOE hay que concretarla. Por lo tanto, vamos a ver cuando proceda. La derogación de la reforma laboral ayudaría a la recuperación de la gente sencilla.
En una carta, Pablo Iglesias advertía a la militancia de que no van a poder conseguir todo y tendrán que hacer cesiones. ¿Advierte lo mismo a IU? ¿Va a haber cesiones, no van a poder cumplir todo lo que prometieron?
En un Gobierno de coalición, donde nosotros somos la minoría, lógicamente la correlación de fuerzas es de debilidad. Significa que vamos a poder hacer cosas que no se pueden hacer si no estás en el Gobierno, pero al mismo tiempo no vamos a poder cumplir con todo lo que nos gustaría. No tenemos mayoría absoluta, no somos el único partido en el Gobierno. Lo que hacemos es no engañar a nadie. En nuestros límites y márgenes vamos a pelearnos, vamos a seguir construyendo las condiciones de posibilidad de poder seguir haciendo cosas que van más allá de nuestra propia correlación de fuerzas, pero está claro que hay una realidad numérica y aritmética, que tiene que ver con el propio Parlamento, que define los límites de lo posible. En ese sentido, decimos que tenemos prioridades, no podemos alcanzar al socialismo, pero prioridades que tenemos que ir complementado con una transformación de la sociedad civil.
¿Qué competencias quieren en el Gobierno?
Las que nos permitan cumplir con nuestro programa o la máxima parte de nuestro programa. Nuestro deseo es que salga bien, estamos siendo extraordinariamente discretos para que ningún tipo de información mal realizada pueda hacer que no prospere la negociación.
IU ha consultado a sus bases, una abrumadora mayoría dice que sí al Gobierno de coalición. Pero sólo ha votado el 31% de los militantes, ¿cómo se interpreta? ¿No está movilizada la organización para apoyar a ese Ejecutivo? ¿Es un tema de fechas?
No. Hay dos problemas conceptuales. El primero, la democracia consiste en que si quieres participar, puedes. No en obligarte a participar. En segundo lugar, el propio censo de los partidos como el nuestro, que nos presentamos en diferentes niveles, está definido de tal manera que hay mucha gente que se inscribe a nivel municipal para influir en su pueblo, pero no está vinculado hacia lo de fuera. Por lo tanto, lo que nos suele servir de ayuda es la comparación entre referéndums. En este caso hay sido muy superior al de otros anteriores. Me gustaría que fuera mucho más y que la gente inscrita pueda participar también de las decisiones estatales. Creo y siento que el resultado del 88% a favor manifiesta que hay un clima muy favorable, sabiendo las limitaciones y los riesgos pero entendiendo no solo la oportunidad histórica, sino que hay muchas cosas por hacer para evitar ese crecimiento de la extrema derecha o poner en marcha políticas que mejoren la vida de los trabajadores.
Es diputado por Málaga. La semana pasada se hizo pública una durísima sentencia de los ERE, condenas de cárcel incluso para el expresidente autonómico José Antonio Griñán y de inhabilitación para Manuel Chaves. Han sido muy duros y cañeros con el PSOE. ¿Pueden gobernar en el Consejo de Ministros y que no afecte esto a la negociación?
Se puede perfectamente, porque se está hablando de dos realidades distintas. Aunque también hay interconexiones, el PSOE andaluz y el estatal han dado muestras claras de estar no solo lejos, sino bastante enfrentados. En segundo lugar, lo que pone de manifiesto esta sentencia y ratifica lo que hemos denunciado durante los últimos años: se había construido una red clientelar en virtud de unas ayudas que beneficiaban a los trabajadores. Eso tiene muchos responsables, luego hay algunos responsables políticos, apuntados por el fallo. Ese tinglado no se podía llevar a cabo sin el concurso de mucha gente. Eso es un problema, el PSOE lo utilizó de forma muy perversa. Es algo que hay que erradicar de nuestra cultura política, nuestra lucha contra eso ha sido exitosa. En Andalucía fue IU quien más golpeó contra eso. La sentencia nos viene a dar la razón de que hubo un tiempo oscuro, esperemos que no vuelva a suceder.
La única persona que ha estado en los gobiernos de Chaves, Griñán y Díaz es María Jesús Montero, hoy ministra de Hacienda en funciones. No se le nombra en ningún momento en la sentencia, usted tiene buena relación, ¿puede seguir en el Gobierno de coalición?
Bueno, eso le toca decidir al presidente del Gobierno, que tendrá que responder de sus ministros y de la realidad interna del PSOE. Si se pregunta por la vinculación con el caso de los ERE, según parece no tiene ninguna, en la sentencia no aparece. No debería ser ningún problema.
Las malas lenguas capitalinas dicen que no vive su mejor momento con Pablo Iglesias por la negociación de julio y algunos contactos suyos con el PSOE, ¿es verdad o no?
No, me llevo muy bien con Pablo Iglesias. Siempre hemos tenido una relación que no es personal, aunque nos podamos llevar bien, ser amigos y contarnos cómo nos va la vida. Pero lo importante es que ocupamos una representación política, él de Podemos y yo de IU. Ha sido el candidato del espacio de unidad. Esa unidad, como decía antes, no es homogeneidad. En ese sentido, hemos podido manifestar discrepancias políticas. Pero siempre lo he dicho muy claro: Iglesias están en este lado de la trinchera, compartimos la gran mayoría de las ideas y, sobre todo, sabemos a los que hay que defender. Pueden existir alguna vez discrepancias, como en julio, pero nunca van a ser suficientes como para justificar cualquier tipo de división.