Alberto Garzón: “En absoluto me avergüenza decir España”
Entrevista con el coordinador de IU: “Sánchez está más tentado en ponerse de acuerdo con Rivera que con Iglesias”.
Treinta y cuatro años. Alberto Garzón, de precampaña y de cumpleaños este miércoles. Y más celebraciones: acaba de anunciar que espera su segundo hijo. Aquel rostro del 15-M que irrumpió en el Congreso en las elecciones de 2011 lleva ya casi ocho años forjándose en la Cámara Baja y fue uno de los que más luchó -hasta el último minuto- para que hubiera un acuerdo de Gobierno entre el PSOE y Unidas Podemos.
Y reflexiona Garzón (Logroño, 1985) que el PSOE se ha embarcado, bajo el “hiperpresidencialismo” de Pedro Sánchez, en una aventura por cálculos erróneos. De hecho, avisa que algunas encuestas señalan que le está “saliendo mal la jugada”. Los socialistas, sostiene, se están poniendo “nerviosos”. Y carga duramente contra el presidente en funciones: “obedece únicamente al vaivén de los sondeos y del viento”, “ha ocupado el mismo espacio que Felipe González y Susana Díaz”, “populista demoscópico”.
Por eso pide el voto de la izquierda. Avisa a todos los electores: “Sánchez está más tentado en ponerse de acuerdo con Rivera que con Iglesias”. La estrategia del PSOE, en su opinión, pasa por la “derechización”. Más leña: “Votar al PSOE es hacer ministros a gente de Ciudadanos”. Pero confiesa que están condenados a entenderse frente a esa derecha “reaccionaria”. Y responde que no le avergüenza decir la palabra España, como aseguró el líder socialista sobre el resto de la izquierda.
¿Qué pasa con su antiguo compañero de grupo Íñigo Errejón? “No estamos preocupados”, contesta en esta entrevista como casi lema oficial, aunque traslada que el sistema electoral penaliza la fragmentación. Lo que tiene claro es que si la política española fuera una serie no sería una muy buena. La crítica no le daría ni un cinco.
Fue uno de los que más luchó por el pacto de PSOE y UP. Intentó en el último momento que se suspendiera el Pleno para lograrlo. ¿Se siente parte del fracaso?
Es un fracaso colectivo y la gente lo percibe así. Es bastante notable, y lo dicen las encuestas, que la percepción es que el PSOE es el culpable. Incluso cuando llegamos a pedir un receso para ganar tiempo y que se pudiese resolver un fleco, fue el PSOE el que dijo que no. En estos cinco meses de negociaciones, el PSOE nunca manifestó una voluntad política de querer un acuerdo. Y fue ratificado por el propio Sánchez cuando dijo unos días después que no dormiría bien si llegara a un acuerdo para nuestra participación en el Gobierno. Es un drama, pero no es irracional: toma esa decisión de ir a elecciones porque cree que le beneficia. Hay un cálculo detrás que puede ser erróneo. Significa prescindir de un acuerdo por la izquierda y hacer guiños a la derecha y lo que llaman el centro para tratar de tener un mejor resultado. En el fondo es una apuesta. Pedro Sánchez es un aventurero.
¿Qué va a pasar el 10-N?
Es imposible de predecir. Hay unas luces que arrojan las encuestas, pero es un escenario muy volátil. Hay experiencias recientes como cuando Susana Díaz convocó elecciones y perdió el Gobierno, Artur Mas perdió muchos diputados y el control del proceso, Renzi hizo un referéndum pensando que lo ganaba o el Brexit. Estamos en un tiempo político en el que ese tipo de apuestas son enormemente arriesgadas y Sánchez se ha sumado a esa lógica. Por tanto, no hay que descartar ningún escenario. De hecho, algunos sondeos plantean que al PSOE le está saliendo mal la jugada y puede incluso perder votantes. No es del agrado de todo el PSOE, me consta que había gente que quería un acuerdo con nosotros. Y no estaba lejos.
¿Después del 10-N se puede restaurar la confianza y puede haber un Gobierno de coalición entre PSOE y UP?
Es importante que entendamos que cualquier coalición de Gobierno no debe basarse necesariamente en la confianza. Es un punto que suma, pero son organizaciones distintas, pensamos cosas distintas. Es normal que haya discrepancias y momentos de tensión, es que así funcionan en todas partes del mundo. Eso va a seguir siendo así. No me fío del Pedro Sánchez que un día dice que está dispuesto a gobernar con nosotros y otro día dice que no dormiría bien. Parece más bien obedecer al criterio de las encuestas: un día dice que España es plurinacional y otro se pone una bandera nacionalista de treinta por treinta. Parece una persona que obedece únicamente al vaivén de las encuestas y del viento. Eso genera una relaciones complicadas. No obstante, estamos condenados a entendernos si queremos hacer políticas de izquierdas. La duda está en el PSOE, que parece tentado en llegar a acuerdos con Cs y con el PP. La estrategia del PSOE es legítima pero es de derechización.
Cs ya ha levantado ese veto al PSOE, ¿cómo lo interpreta?
El PSOE tenía y tiene una estrategia, y la tenía desde mayo: el acuerdo tiene que ser con Cs. Rivera no cedió, y eso que tuvo una crisis interna muy fuerte en junio. Entonces el PSOE decidió que, como dijo la CEOE, antes que el mal mayor el mal menor: elecciones. Y una vez terminadas las elecciones suponían, que eso decían sus encuestas, que Cs caería lo suficiente para ablandar su posición. Algo de razón parece que tienen porque Cs ha cambiado su posición y está dispuesto a pactar con el PSOE. Y el PP también lo ha dicho. Se están creando las condiciones, porque el PSOE lo ha forzado así, para que los acuerdos vengan por la derecha. Resulta que votar al PSOE es hacer ministros a gente de Cs o, como mínimo, políticas de Cs.
La izquierda no se pone de acuerdo y aparece para el 10-N un tercer factor: Íñigo Errejón. ¿Cómo le ha sentado su salto?
Me ha sorprendido. No me lo hubiera esperado hace unos cuantos meses, pero es una decisión legítima. Nuestro sistema electoral penaliza la fragmentación. Hay una jugada arriesgada, se puede perder mucho voto de izquierdas. Supongo que habrán hecho sus cálculos, nosotros no estamos preocupados. Estamos haciendo una precampaña continuista con lo que hemos dicho: somos los únicos que no hemos cambiado de opinión ni de posición.
¿Cree que Errejón le viene bien o mal al PSOE?
El PSOE pensó que le venía bien y tiene dudas de si le viene bien. Nadie lo sabe. La única referencia que tenemos específica es la de las autonómicas madrileñas, era además un pack distinto. Es muy difícil extrapolar esto a unas generales, todo es más confuso y los territorios tienen más singularidades. Es evidente que el PSOE en su estrategia de llegar a acuerdos con más conservadores tenía un objetivo: destruir a Unidas Podemos y, en concreto, a Pablo Iglesias. Pensó, en un momento al menos, que promocionar a Errejón podía ser una buena idea. No tengo claro que sigan pensando lo mismo.
Echando la vista atrás, creían que iban a conseguir el sorpasso en 2016 juntando a Podemos e IU. ¿Cree que no les salió bien la jugada?
Somos conscientes de que hay ciclos en la sociedad, económicos y políticos. El PSOE supo aprovechar bien las circunstancias para hacer una renovación que con el tiempo se ha demostrado falsa. Sánchez surgió con un gran relato como un candidato de izquierdas dentro del PSOE que se oponía a las grandes figuras tipo Susana Díaz o Felipe González que pedían pactos con la derecha y consiguió recuperar la confianza de mucha gente socialista. Se ha demostrado con el tiempo que ha vuelto a ser lo mismo que antes, ha ocupado el mismo espacio que González y Díaz. Su estrategia consiste en la misma. No está todo escrito. Si nos dicen hace dos años que iba a existir un partido de extrema derecha en el Parlamento, no nos lo creeríamos. Ocurren cosas muy deprisa. Lo que tenemos claro desde IU que la unidad es absolutamente imprescindible. IU sola no puede, Podemos no puede solo. Y en esto que hemos llamado bloque histórico también caben y deben entrar fenómenos como llamamos el ‘errejonismo’. Nuestro país tiene que asumir la cultura política de los múltiples partidos, es inadmisible que encontremos a un Sánchez que dice que no mira ni a izquierda ni a derecha. Si uno observa críticamente esa expresión, se da cuenta de que solo se mira a él mismo. Hay que aprender a convivir con otros.
¿Se ha perdido el miedo a Vox?
Creo que desgraciadamente no le va a ir mal en estas elecciones. Siempre existió como espacio ideológico pero dentro del PP y se emancipó como resultado de los errores y la radicalización del PP y de Cs, que entraron en una espiral de violencia discursiva y beligerante. Las encuestas dicen que incluso podría subir. Lo que es verdad es que no representa a la extrema derecha que mira a la clase trabajadora y que trata de canalizar a los perdedores de la globalización. Es una escisión del PP, profundamente neoliberal y partidaria de la privatización.
Al que parece que le va ir mejor es al PP, según las encuestas. Este nuevo Casado, con barba, más centrado, con Ana Pastor como ‘dos’ en la lista. ¿Qué ha pasado en estos meses? ¿Se lo cree?
Han hecho cálculos y son más correctos que los que han hecho PSOE y Cs. Lógicamente no ha mutado tanto, es el mismo que dedicó quince descalificaciones seguidas en menos de dos minutos a Sánchez. Es el mismo que nos ha acusado a todos de golpistas. Lo que ha hecho es adecuar su discurso a un nicho electoral. Se dio cuenta que la radicalización del PP en esos parámetros creaba las condiciones de existencia de Vox y que siendo más moderado y responsable puede ganar más votos. Me parece más razonable. Creo que es mejor para la democracia porque la otra dinámica lo que hace es crispar. Es la de Albert Rivera, beligerancia que incendia todo. Pero no nos llevemos a engaño, el PP es el mismo PP que gobernó y responsable de los recortes, sigue siendo uno de los principales problemas de este país.
Durante la presentación de su precampaña, Sánchez dijo que era la izquierda a la que no le avergonzaba decir la palabra España. ¿Le da vergüenza decirlo?
En absoluto. De hecho, el problema no es cuántas veces se dice España. La puedo decir 300.000 veces. Soy español, no tengo un problema con eso. Es redundante y obvio. El problema es qué modelo de España. Sánchez ha hecho lo que han hecho siempre los nacionalismos, ocultarse tras una bandera para no tener que hablar de importante. Eso ha valido a los independentistas en Cataluña como a los nacionalistas españoles. Se ha sumado a esa lógica porque, de nuevo, tiene una encuesta al lado que le dice que va a salir una sentencia que puede agitar a los nacionalistas y que tiene que envolverse en la bandera para rivalizar con el electorado de PP y Cs. Un despropósito que un presidente de un país se comporte así como un populista demoscópico. Es una vergüenza.
¿Teme una sentencia dura?
Creo que sí. Por los antecedentes: tenemos un Poder Judicial con unas altas instancias profundamente reaccionarias. Lo hemos visto con Llarena, Marchena y Lesmes. No hay motivos a mi juicio para considerar ni rebelión, porque no hubo violencia, ni sedición ni probablemente haya pruebas para malversación. Pero como es evidente la Justicia no es independiente, no de los partidos, sino de la ideología que sobrevuela, que es profundamente nacionalista española.
¿Habrá conflicto en las calles catalanas este otoño?
No es deseable. Los actores catalanes tienen que trabajar para evitarlo porque es legítima la crítica de lo que está sucediendo y es necesaria, hay un problema sociopolítico que no se va a resolver ni con sentencias ni con represión policial ni tampoco metiendo en la cárcel a la gente. Lo más probable es que genere nuevos independentistas. Hay que criticar, pero desde canales pacíficos. Una confrontación en la calle que pudiera llevar a justificar represión del nacionalismo español derechista es arriesgado. Es la peor de las decisiones. El problema es profundo. Sánchez es un absoluto irresponsable cuando se ha sumado a crear un clima de crispación al hablar del 155 o la Ley de Seguridad Nacional, cuando no hacía falta. Lo está haciendo porque probablemente tenga al lado a Iván Redondo. Cuidado, Sánchez está respondiendo al perfil del político que mira a las elecciones sin mirar a las siguientes generaciones. Puede que gane votos para noviembre que estén dificultando la solución de un conflicto político para la siguiente generación.
Referéndum en Cataluña, ¿sí o no?
La solución del problema tiene que ser política, tiene que haber diálogo. Es una primera fase, que no es fácil, porque hemos visto una manifestación en Colón de las derechas reaccionarias contra el diálogo. La segunda es la de la negociación. Y la tercera es elaborar instrumentos que permitan resolverlo. Uno podría ser el referéndum perfectamente, no es necesariamente una solución, pero puede ser parte del pack que lo resuelva. Además, desde aquellos que defendemos que Cataluña tiene que ser parte de España porque ellos quieran permanecer en un proyecto común, esta estrategia de tres fases es absolutamente imperiosa. Tenemos que seducir a todos los pueblos y gentes de nuestro país. Desde luego, las porras, la violencia y la cárcel no parecen la mejor forma de seducir.
Nubarrones negros en la economía, en esta campaña se va a hablar mucho más de este tema. ¿Qué le parece el anuncio de la revalorización de las pensiones del Gobierno en diciembre aunque esté en funciones?
El PSOE está nervioso porque había hecho una estimaciones que no están saliendo como querían. Se ha introducido en una dinámica de populismo y demagogia electoral bastante estridente. Está prometiendo cosas que no solo no ha hecho en el Gobierno durante un año, sino que está prometiendo cosas que no ha hecho en los veinte años que ha gobernado. Tenemos una serie de propaganda electoral que no encaja con lo que hicieron hace un mes. El PSOE dice que va a derogar la reforma laboral y la ministra de Economía señaló hace tres semanas que no lo iba a permitir. Tenemos un PSOE sobreactuando para intentar engañar a mucha gente para que caigan en su saco de votos, sabiendo que no lo van a cumplir. Hemos demandado la revalorización de las pensiones a nivel de IPC pero no solo para un año, sino de forma constitucional dentro del Pacto de Toledo.
¿Le hubiera gustado ser ministro?
No creo que sea una cuestión de gusto o apetencia, ni siquiera de ambición personal. Es una cuestión de si es o no un instrumento útil para transformar la sociedad y para eso qué tipo de Ministerio o de acuerdo. Siempre hemos dicho que primero va el programa y luego los nombres. El PSOE estaba empeñado en que nuestra participación fuera meramente accesoria porque, citando a Pedro Sánchez, si hubiera sido real, no hubiera podido dormir por las noches.
¿Puede dormir por las noches teniendo a una ministra de Hacienda del PSOE?
Puedo dormir por la noche con cierta dificultad porque soy padre de una criatura de trece meses y tiene sus incovenientes. En términos políticos, duermo tranquilo porque creo que lo que hacemos es lo correcto. Asustado porque la dinámica que llevamos en nuestro país empuja hacia la derecha y hay que corregirla. Y también motivado para hacer una campaña que permita recuperar votante, que a lo mejor confío en nosotros en anteriores ocasiones y pasó al PSOE o a la abstención.
¿Teme a la abstención?
Temo porque significa que mucha gente está descreída del sistema político. No le faltan razones por lo que está sucediendo y el nivel de algunos dirigentes. Además, suele ser de clase: la trabajadora lo hace más que las clases medias y altas, que votan a la derecha. Es un problema también para la izquierda. Pero, sobre todo, tengo miedo que el PSOE no se vea obligado a acordar con la izquierda. El Partido Socialista solo se ve obligado a pactar cuando la izquierda tiene fuerza suficiente. Por esto, el PSOE estaba encaminado en destruir a UP, a Pablo Iglesias, y alimentó todo tipo de opciones. No hay ningún otro espacio político en nuestro país que haya sufrido tanto como lo que ha sufrido UP por tierra, mar y aire. Desde Villarejo al resto de partidos hasta la construcción inventada de pruebas, robo de móviles y sentencias judiciales que se difunden cuando no se han concluido.
Visto lo visto, ¿se imagina un Consejo de Ministros en el que estuvieran sentado juntos Sánchez, Iglesias y Errejón?
¿Por qué no? Es razonable que en un Consejo de Ministros, que tendría que ser paritario, tengan cabida determinados perfiles para transformar nuestro país, más allá de si son Sánchez, Iglesias o Errejón. Aunque se lleven muy mal en lo personal, que no lo sé, intuyo, pero necesitamos que haya acuerdos porque la alternativa es que sean por la derecha. Tiene que haber una creciente madurez política para asumir que tienes que ponerte de acuerdo incluso con alguien que te cae mal. Me consta que Sánchez está más tentado en ponerse de acuerdo con alguien que tampoco le cae bien, que es Rivera, que con Iglesias. Bueno, pues habrá que generar en Sánchez el entusiasmo suficiente de llevarse bien con nosotros.
Habla de Gobierno paritario, ¿para cuándo una líder de UP o de IU?
En IU hemos conseguido que la mayor parte de la Dirección Colegiada sean mujeres y que tengan una representación importante. Pero hay mucho por recorrer. Hemos introducido el feminismo como un elemento vehicular central. Pero falta mucho, somos en última instancia el reflejo de una sociedad que es machista y desgraciadamente arrastramos muchas de esas dinámicas. Hay que poner reglas y normas para que se pueda ir cambiando. Hay un elemento de autocrítica necesario. Ojalá que más temprano que tarde se pueda dar esa circunstancia, pero no como una excepción.