María Dueñas: "Estoy hasta el gorro de que se hable del 'Estilo Dueñas'"
La autora de 'El tiempo entre costuras' emigra al Nueva York de los años 30 para contar la historia de las hermanas Arenas en 'Las Hijas del Capitán', una de las grandes apuestas para este Sant Jordi.
Camina por la calles de Nueva York como si lo hiciera por su Puertollano natal. Mira con ojos de asombro los rascacielos, las anchas avenidas y los portentosos puentes de Manhattan como una recién llegada a la ciudad. Responde a las preguntas con la templanza del escritor avezado que ya ha vendido seis millones de ejemplares con apenas tres libros. Es una escritora de éxito, de mucho éxito. María Dueñas (Puertollano, Ciudad Real, 1964) es una de las apuestas más sólidas para este Sant Jordi con Las Hijas del Capitán, una novela de mujeres emigrantes —las hermanas Arenas— que deben buscarse la vida en el Nueva York de los años 30.
Nombrar el apellido Dueñas es sinónimo de éxito. Sólo una escritora como ella tiene la capacidad de reunir en La Nacional —el centro cultural para españoles ubicado en lo que hace décadas se conoció como el Little Spain de Manhattan— a decenas de periodistas, emigrantes hispanos y al jugador de fútbol David Villa.
¿En qué momento te diste cuenta de que tenías la historia que luego contaste en Las Hijas del Capitán?
Más que un chispazo de inspiración fue una cadena de reflexiones y de toma de decisiones. Primero pensé que quería escribir una historia de mujeres emigrantes. En La Templanza había trabajado con un hombre indiano que era mexicano y volvía a España. Leyendo sobre indianos y emigración me di cuenta del papel que habían desempeñado las mujeres en esos movimientos migratorios: casi siempre iban a rastras de los hombres. Me apetecía explorar ese mundo de las mujeres y la emigración, sus aventuras y desventuras, sus emociones, sus sentimientos... Esa fue mi primera decisión, pero no tenía muy claro a dónde las iba a mandar. Empezó entonces una búsqueda de destinos. Me informé de EEUU y en concreto de Nueva York, de la colonia española relativamente grande que se formó allí, de sus quehaceres y devenires. Uniendo un interés inicial de mujeres emigrantes y un destino, Nueva York, me decidí a escribir la historia.
Lo cierto es que la emigración de españoles a Nueva York no es una historia que se conozca demasiado. ¿A qué lo atribuyes?
Porque, al ser gente que emigró desde zonas muy distintas de España, hay investigaciones hechas desde el lado americano y no desde el español. Los trabajos estaban atomizados por regiones: los vascos estudiaron a los vascos, los gallegos a los gallegos... Nos faltaba ese conocimiento transversal que hable de la épica de esas decenas de miles de personas que dieron ese salto al exterior.
Precisamente todo lo contrario de EEUU, que tiende a ensalzar su historia pase lo que pase, incluso con derrotas como la de Vietnam.
Sí, pero en el caso de la emigración española a Nueva York todo lo que se ha hecho son estudios patrocinados o vinculados a comunidades autónomas, y todo ese puzzle que tenemos ahora mismo creo que, dentro de sus cosas positivas, nos impide a veces tener una visión de conjunto que, como país con sus particularidades, hemos perdido. Tenemos todo muy atomizado. Cada uno reivindica lo suyo, y eso es bueno, pero fragmenta de alguna manera la historia colectiva. En EEUU son 50 estados que no tienen nada que ver unos con otros y, aun así, hay un poso colectivo que para muchas cosas no tenemos en España.
Las Hijas del Capitán está protagonizada por mujeres obligadas a emigrar porque así lo decide un hombre, van a rebufo de todo lo que hace el sexo opuesto... Hasta cierto punto son mujeres sometidas. ¿Cómo valoras la transformación de la mujer en estos casi 90 años?
Las mujeres hemos dado un paso de gigante. Yo formo parte de la última hornada, pero los pasos dados en las últimas décadas han sido gigantescos, sobre todo en los últimos años. ¡Las hermanas Arenas se habrían quedado alucinadas al ver cómo hemos avanzado! En su época las mujeres estaban supeditadas a los hombres para absolutamente todo. Ni siquiera se planteaban que pudiera haber otra opción, era un situación radicalmente distinta a la actual: su función era la casa, la familia y poco más. Por fortuna, hemos avanzado mucho. Todavía queda, no estamos al 100% de la paridad, pero hemos avanzado mucho.
¿Y de las tres hermanas Arenas sientes especial predilección por alguna en especial?
Me quedaría con Mona, la mediana, porque es la más activa, la que tiene más capacidad de resolución y determinación, la más ambiciosa y proactiva. Es la más contemporánea de todas, la única de las tres que toma decisiones.
Resulta chocante el Nueva York de 1936, que recibía a los emigrantes con los brazos abiertos, con los EEUU de 2018, con un presidente que quiere cerrar fronteras e impone cuotas de entrada.
Me parece lamentable que este país, que ha sido un modelo de acogida, de brazos abiertos, que ha sido un país levantado con los inmigrantes, esté aplicando las medidas que está aplicando. Es cierto que siempre han existido las cuotas, pero nunca han dejado de venir personas a este país... Es triste y preocupante. Son medidas políticas tomadas a conciencia para terminar con lo que han sido uno de los pilares fundamentales de EEUU, que es admitir y acoger a gente distinta y admitir la diversidad y no poner freno salvaje a quien viene para buscarse una vida. E incluso quieren echar a los que ya están aquí.... eso sí que no se había visto nunca.
¿Eres una novelista que escribe con brújula o con mapa?
Soy más de mapa. Soy más planificada que meramente intuitiva, pero tampoco soy de GPS absoluta. Generalmente tengo la espina dorsal de la historia desarrollada y las cuestiones principales preparadas y estructuradas, pero luego me concedo un amplio margen de libertad tanto para los derroteros de los protagonistas como para vuelcos que pueda sufrir la trama principal, así como para introducir a nuevos personajes secundarios o subtramas que van surgiendo sobre la marcha.
Muchos autores aseguran que disfrutan más documentándose con una novela que escribiéndola. ¿Es también tu caso?
Sí. Escribir es trabajoso: una vez tienes todo en la cabeza debes echar el resto, ahí empieza lo difícil. Mientras te documentas estás aprendiendo, buceando en algo que te interesa. Es como un enamoramiento absoluto de la historia: ahí es donde vas tomando decisiones, vas eligiendo, vas profundizando, vas descubriendo cosas que no esperabas... Es como cuando te marchas a un país nuevo y primero llegas de vacaciones y luego te quedas a trabajar en él. El país es el mismo, pero no es lo mismo.
Se han escrito decenas y decenas de páginas sobre el Estilo Dueñas. ¿Estás cansada de ese sambenito?
Estoy hasta el gorro. Puede haber un Estilo Dueñas en la medida que la mayoría de los escritores tenemos un estilo más o menos definido. Pero no creo que sea algo notorio que me distancie de mis colegas. Es más un invento de los periodistas que una realidad.
También es una forma indirecta de explicar que alguien vende mucho, que es un best-seller.
Mira, yo he tirado la toalla. Soy la primera que no lo reconozco. Intento escribir novelas con toda la sustancia y solidez posible. Tengo la infinita suerte de que además vendo mucho, pero nunca pienso qué tengo que escribir para vender 500.000 ejemplares. En absoluto. Sí es verdad que te cuelgan la etiqueta y el sambenito y no puedes hacer nada. Es muy fácil ir con el prejuicio suelto.
¿Qué te parece la literatura española actual? ¿Se está viviendo un buen momento?
Está bien nutrida de todo. No creo que sea uniforme ni monocorde.
Pero muchos de los que más venden son, por ejemplo, youtubers...
No es lo que más vende, es lo que hace más ruido. ¿Cuántos de estos se sostienen y se mantienen, como Patria, que lleva un año y pico siendo el libro más vendido? Estos tienen un subidón, es una cosa muy mediática y llamativa, pero si supiéramos las ventas reales probablemente nos llevaríamos una sorpresa. Otra cosa es que al utilizar redes sociales hacen mucho ruido, tienen mucha visibilidad y parece que se están comiendo el mundo.
No es tu caso: apenas utilizas redes sociales.
No tengo el menor interés. No por nada, me parecen fantásticas y una herramienta estupenda, pero me generaría una obligación, una responsabilidad. Si yo doy pie a contar y a interactuar, me vería obligada a entrar en esa dinámica. Pero no tengo ni interés ni tiempo para estar opinando todo el día. He tomado la decisión de mantenerme al margen de las redes sociales excepto para cuestiones promocionales.
Probablemente vivirás mucho más feliz.
Vivo mucho más tranquila. No quiere decir que esté al margen, sé por dónde van los tiros, no soy una marciana. Pero prefiero verlo todo desde la retaguardia.
¿Y cómo se puede convencer a alguien que a duras penas lee un tuit para que lea una novela de 620 páginas?
¿Hablas de hombres o de mujeres?
De ambos
Si son hombres que vean menos fútbol. A ver, que vean los que quieran... pero una de las medidas sería darle menos importancia en informativos y en prensa al fútbol y a mil cosas naifs, que la cultura y la literatura tengan un peso en las noticias, en los medios. El problema es que a la gente se le va dando y va consumiendo. Si seguimos dando carnaza el circo no va a parar nunca.
El caso Cifuentes ha mermado la credibilidad de algunas universidades españolas. Tú has sido profesora de Filología Inglesa. ¿Cómo valoras todo lo que está pasando?
Es un caso penoso y puntual que no refleja lo que es la Universidad española. He estado los últimos 20 años en el mundo académico y esta no es la pauta común. Yo, desde luego, nunca he firmado el acta de alguien que no haya sido mi alumno. Jamás he recibido presiones para hacer nada que no fuese lo oficial. Me parece un caso puntual y lamentable.