Elecciones gallegas y vascas… ¿de verdad votan todos los que deberían?
Muchos no votan, no por deslegitimar o estar hartos, sino porque se les ha puesto muy difícil
Las elecciones gallegas llegan de la mano de las de Euskadi el próximo 12 de julio. Llegan, como de costumbre, con multitud de mítines en los que se habla poco de programas y mucho de “ellos más”o “ellos menos”, según convenga, y la gente votará o no votará según les amanezca el día. Así decidirán a qué lado dan su voto y, más importante aún, si votan o no.
El poder político se basa en los votos y esos votos han de representar a toda la sociedad. A toda. Aquellos que no votan, deciden de esta manera deslegitimar el sistema político, o quizás simplemente demuestran hartazgo, hastío, o a veces una cesión a los de siempre, a los que ganan pase lo que pase.
Muchos no votan, no por deslegitimar o estar hartos, sino porque se les ha puesto muy difícil esta gymkana del voto rogado, y los gallegos y vascos que viven en Bruselas, Buenos Aires o Newcastle ya han tenido que cumplir hace días con los trámites para asegurar que su voz cuenta y poder así ofrecer su granito de arena para establecer el nuevo balance del poder en estas autonomías.
Euskadi y Galicia, además, son dos de las regiones en las que la emigración tiene más peso. Por poner solo un ejemplo, en Argentina más de 3 millones de ciudadanos se estiman de procedencia vasca y más de 5 millones y medio serían de procedencia gallega.
Con el voto rogado han logrado minimizar el poder político de los emigrantes. Solo 12.359 electores desde el exterior han optado por saltar los obstáculos para que se les oiga en estas elecciones gallegas.
Hace 15 años, en 2005, votaron sin tener que rogar el voto 105.852 gallegos, y una vez que se derrumbe el muro del injusto voto rogado, espero que la conciencia política de los que vivimos en el exterior vuelva por los fueros de una alta participación y así contribuyamos algo a la democracia de nuestro país.
Yo a los que no hacen el esfuerzo por votar les presentaría a mi amigo Blas.
Blas es español. Un español con acento argentino, sí, de los que dicen Castisha La Vieja o gashego, pero más español que tú y yo juntos, y vive en el norte de Inglaterra.
Esta semana recibí un mensaje de Blas lleno de alegría, con una foto del sobre con las papeletas para rogar el voto estas elecciones gallegas. Cuando hablo de política con Blas, no hablamos de partidos ni de líderes. Blas habla de democracia, de comicios, de elecciones, de consejos de residentes, de Europa, de su frustración por no poder votar en unas elecciones municipales… y es que yo a Blas le veo votando allá donde le dejen, y quieran contar con su opinión.
Tras nacionalizarse, en las primeras elecciones que pudo ejercer el voto en España, viajó más de 2.400 kilómetros para poder votar… allá por abril de 2011. Y esta cultura democrática la achaca a su padre que siempre decía “que votar es muy importante”, y si en casa al igual que lavarte los dientes te enseñan la importancia de participar en la democracia, esto ayuda a que se logren ciudadanos responsables y comprometidos.
Blas no mira al cielo y decide votar según haga el día o las ganas que tenga o las expectativas de su voto cambien algo, y no lo hace solo por él. Esto es algo que tengo claro desde mi primera conversación tras una de las múltiples charlas que he dado en los últimos años por el norte de Reino Unido para explicar el trabajo voluntario que hacemos en el Consejo de Residentes de Edimburgo.
Las elecciones para él, desde mi opinión son oportunidades para resarcir a sus abuelos, la soriana Regina González, y el “gashego” Narciso Camiño.
Narciso y Regina se conocieron y casaron en Argentina, y ambos fueron emigrantes de los de entonces. Emigrantes por necesidad y que jamás pudieron ejercer sus votos en elecciones algunas en España.
Blas consiguió la nacionalidad española gracias a la suerte de tener abuelo español.
La misoginia en las decisiones y leyes pasadas discriminaban a las mujeres españolas, que no transmitían su nacionalidad a sus hijos, y esto se facilitaba solo a los varones.
Por desgracia para muchos españoles esto aún tiene consecuencias, y ahora muchas nietas y biznietas están esperando que en el Senado y Congreso se trabaje en la propuesta de la senadora Sara Vilas, de En Comú Podem, para corregir las injusticias de la anterior ley 52/7… y necesitamos que los políticos trabajen, aseguren que no cae en saco roto, y no se siguen dando largas como es el caso con el voto rogado.
Faltan muchos españoles, como Blas, nacidos en el exterior, que querrían votar en las elecciones y que sin duda querrán hacerlo por las muchas Reginas y Narcisos que se expulsaron y desperdigamos por el mundo en tiempos de dictaduras, pobreza y falta de futuro, y que jamás pudieron volver a nuestro país a votar a un gobierno que representara de verdad a TODOS los españoles, o en este caso a todos los gallegos o vascos.
Las próximas elecciones, sean las que sean, espero que se logre multiplicar exponencialmente el número de votos del exterior. Y espero que sea consecuencia de la derogación del voto rogado, que pasará a la historia como un mal sueño para la emigración, y que a esto se sume el voto de muchos compatriotas a los que por justicia se les reconozca una nacionalidad que deberían haber disfrutado desde hace mucho tiempo y cuya situación se podría haber solucionado con sentido común, voluntad política, y sensibilidad hace mucho tiempo.
Entonces y solo entonces podremos decir que se escucha a todos los gallegos, vascos y españoles y que la discriminación hacia los emigrantes desaparece… y podremos ejercer nuestros derechos como cualquier otro español.