Esta es la Europa en la que creen los jóvenes
Empleo, medio ambiente y programa Erasmus, lo que más les preocupa.
Jueves, siete de la tarde y cola en una cervecería del madrileño barrio de Malasaña. Hasta ahí, todo normal. Lo raro es que la gente que espera para entrar, sobre todo jóvenes, no ha ido (sólo) a tomarse unas cañas, sino a escuchar y participar en una charla sobre Derechos Humanos y Política Exterior organizada por el Parlamento Europeo.
Allí la profesora de Derecho Internacional Elisa Uría y el director de contenido de El Orden Mundial Blas Moreno comienzan hablando de los Derechos Humanos en la Unión Europea y dan la palabra a los jóvenes. Al instante se levanta un sinfín de manos para pedir turno: refugiados, Brexit y Venezuela están entre los temas que quieren tratar. Pero también competencia china, Sáhara occidental, OTAN, auge de los populistas y la importancia del voto joven en las elecciones europeas (recuerda: son el 26 de mayo y ya se puede solicitar el voto por correo).
Durante la charla se escuchan palabras buenas para Bruselas —“los Derechos Humanos son una seña de identidad de la UE”— y otras no tanto —“la mayor vulneración de derechos de la UE es el tratado de devolución de refugiados a Turquía”—, pero todas van en la misma dirección; se trata de buscar la mejor versión de la Unión Europea.
En el evento hay miembros del grupo Volt, el primer movimiento político paneuropeo progresista, tal y como se definen. “Nacimos por el Brexit y crecemos por la falta de liderazgo en España y Europa”, describen en su perfil de Twitter en español.
“Queremos una Europa sostenible, digital, favorable a las minorías, que no se quede atrás”, explica Eduardo Antúnez, estudiante de 19 años de Relaciones Internacionales y representante de Volt universidades. El movimiento, que ya tiene presencia en 32 países —“todos los de la UE más otros donde viven expatriados que se siguen sintiendo europeos”—, se presenta a las elecciones europeas “para paliar las políticas fallidas”, cuenta Antúnez.
“Se está viendo que en Europa el modelo no funciona… los nacionalismos, la corrupción, la falta de apoyo al medio ambiente, la falta de representación de la mujer…”, enumera. El suyo es “un proyecto de jóvenes, gente con experiencia internacional, que habla varios idiomas y que se ha desarrollado en la cuna de la UE”. “Muchas veces nos llaman el Partido Erasmus”, reconoce el joven. “Celebramos todas las partes buenas de la UE, y en las negativas vemos posibilidades de mejora”.
Precisamente una de esas “partes buenas de la UE” es el programa Erasmus. Según datos del Parlamento Europeo, desde que se creó en 1987 se han beneficiado del programa más de 4 millones de estudiantes. A partir de ahí, todo son ventajas: 9 de cada 10 participantes mejoran sus capacidades lingüísticas, los estudiantes Erasmus tienen el doble de posibilidades de encontrar trabajo después de graduarse y, de media, ganan un 25% más. Además, el 83% de los estudiantes afirman sentirse más europeos y más conscientes de los valores comunes después de su estancia Erasmus.
Y si el programa Erasmus es importante en toda Europa, a España le interesa especialmente: es el primer país receptor y el tercer país emisor de estudiantes Erasmus.
¿Cuáles son, entonces, los puntos débiles de la Unión Europea? Para Elisa Uría, “las divisiones internas y la comunicación”. Eduardo Antúnez cita directamente el Brexit: “Es una derrota enorme para la UE, es humillante. Lleva a Reino Unido al borde del caos, y también a Europa, a nivel global”. Según él, “la culpa la tienen los populismos”. Cuando los británicos votaron para el referéndum, “no estaban tan informados”, sostiene, “no tenían tanto conocimiento”. “Deberían tener una segunda oportunidad para poder expresarse”, zanja.
Cabe recordar que en el referéndum sobre el Brexit, que se celebró en junio de 2016, tres cuartas partes de los ciudadanos de entre 18 y 24 años votaron a favor de permanecer en la UE. Eso sí, sólo el 36% acudió a las urnas. Reino Unido es, por otro lado, el tercer país que más estudiantes Erasmus recibe y, a falta de acuerdo con la UE, las becas para estudiar en este país durante el curso 2019-2020 siguen en el aire. En un principio se habló de un periodo transitorio hasta 2021, pero, sin acuerdo, no hay nada claro y las universidades españolas desaconsejan a sus alumnos elegir Gran Bretaña como destino dada la incertidumbre.
Elisa Uría ratifica la inquietud de sus alumnos por el hecho de que el Brexit haga peligrar las becas Erasmus, aunque al mismo tiempo la profesora de Derecho Internacional reconoce que la imagen que tienen sus estudiantes de las instituciones europeas es “muy lejana”. “Habría que mejorar la comunicación”, sostiene.
Los jóvenes quieren cosas concretas. Y algo que les preocupa a corto plazo, sobre todo a los españoles, es el empleo. En España, la tasa de paro de menores de 25 años registró un 33,4% en el cuarto trimestre de 2018 (sólo superada por la de Grecia, con un 39,7%), mientras que la media de la UE se sitúa en un 14,8%. “Somos la generación más preparada y la más desempleada”, lamenta Antúnez. “Algo falla”.
Efectivamente, en una encuesta callejera realizada por El HuffPost a jóvenes que votarán por primera vez en las elecciones generales del 28 de abril, la mayoría pedía “cambios” a los políticos, pero, al mismo tiempo, muchos desconocían la fecha exacta de los comicios y algunos admitían que no piensan votar o que se dejarán “influir” por sus padres.
“Falta involucración en política”, lanza Eduardo Antúnez como autocrítica. Él es muy consciente de la abstención de los jóvenes a la hora de votar, pero tiene una idea para revertirlo: “Creemos que a los jóvenes que a priori no les interesa la política y no van a votar hay que atraerlos a través de otros movimientos”. Como por ejemplo “el movimiento feminista, el movimiento LGTB, contra el cambio climático…”, cita. “Con Volt estuvimos tanto en la manifestación feminista del 8M como en la del clima del 15M”, cuenta el joven.
Hay desafección política, sí, pero de vez en cuando también surgen fenómenos que nadie tenía en la agenda y que devuelven, en cierto modo, la esperanza. Uno de ellos es el movimiento climático del que hablaba Antúnez, la ola verde que ha convulsionado a toda Europa (también a España) y ha pillado con el pie cambiado a muchos adultos, políticos incluidos. Todo empezó con Greta Thunberg, la menor sueca que el año pasado comenzó una huelga ante el Parlamento de su país para protestar contra el cambio climático. Desde entonces la ola no ha hecho más que crecer: miles y miles de chavales de todo el mundo han ido engrosando este movimiento, que culminó con una huelga estudiantil a nivel mundial el 15 de marzo y con la visita de un grupo de 60 jóvenes a la sede del Parlamento Europeo en Estrasburgo para pedir medidas políticas reales ante la emergencia climática.
“Somos muchos los preocupados. Pensábamos que estábamos solos, pero un día ves una camiseta, otro una chapa... Algunos dirán que es una moda, pero no. Nos hemos ido encontrando y hablando desde los pasillos del instituto, luego en las redes sociales, hemos quedado y nos hemos reconocido en una lucha. No vamos a parar”, comentaba a El HuffPost Alejandra Marcos, de “casi 18 años”, un día antes de la huelga. En esa misma entrevista, pedía “acciones, no palabras” a los políticos.
Pero, ¿confían los jóvenes en que los Gobiernos hagan caso a sus demandas? Alba Granado, estudiante de Educación Social en Bilbao y miembro del movimiento ecologista Fridays for Future, es optimista. “Algo sí que harán”, espera. “Cuando nos invitaron a ir a hablar al Parlamento Europeo fue para hacer llegar nuestras propuestas a los políticos”, señal la joven de 19 años. A Eduardo Antúnez también “[le] gustaría creer que sí”, que los políticos pasarán a la acción. “Pero hasta que no lo vea, seguiré luchando por que lo hagan”.