Elecciones en Reino Unido: las claves para entender unos comicios decisivos para toda Europa
El conservador Johnson parte como claro favorito, pero la pregunta en si logrará una mayoría suficiente que le permita aplicar el Brexit como él quiere
No tocaba, pero en esas estamos. Reino Unido acude de forma anticipada a las urnas este 12 de diciembre -sus segundas elecciones generales en menos de tres años- con la meta fundamental de acabar con un tiempo durísimo de bloqueo institucional, Gobierno en minoría y un Brexit cambiante, angustioso, estirado hasta aniquilar la paciencia del más templado.
Es el momento de hacer la apuesta definitiva, por estar dentro o fuera de Europa, pero también el momento de abordar en firme esas otras políticas esenciales que, entre tanto ruido y tanta furia, habían quedado sepultadas, como la sanidad, la educación o la seguridad. Los 45,8 millones de electores censados son los que tienen en su mano el nuevo dibujo de un país que necesita, sobre todas las cosas, una tregua.
Estas son las claves para entender lo que está en juego.
El conservador Johnson, favorito
Lo dicen todas las encuestas: la victoria en este 12-D será del Partido Conservador y de su candidato, Boris Johnson. Aunque ha sido alcalde de Londres y responsable de Exteriores de su país, es la primera vez que concurre como aspirante a primer ministro en unos comicios.
Ahora mismo es el vigente premier, pero no lo llevaron ahí los ciudadanos, sino la descomposición del Ejecutivo anterior. Johnson fue uno de los mayores críticos de la exprimera ministra, su compañera tory Theresa May, fanático pro-Brexit que hizo lo posible y lo imposible por tumbar en la Cámara de los Comunes cualquier intento de May de pactar con Bruselas un acuerdo de salida de la Unión Europea. La mandataria dimitió en verano y dejó libres dos puestos: el de jefa de Gobierno y el de líder de los conservadores. Johnson se hizo con ambos, sólo con el apoyo (arrollador pero parcial) de los militantes de su partido. Ahora le toca pasar la criba de todos los electores y superar así la peor crisis política nacional desde la Segunda Guerra Mundial.
Los sondeos sostienen que logrará entre un 43 y un 45% de los votos, lo que se traduce en 325 a 350 diputados de los 650 que tiene el Parlamento. El primer partido de la oposición sería el Laborista, encabezado por Jeremy Corbyn, con un 30% de los votos (220 escaños), seguido de los liberaldemócratas de Jo Swinson (15% de los sufragios, unos 30 diputados). El Partido del Brexit que lidera Nigel Farage no llega al 3% de los votos y se queda sin representación, mientras que se espera aproximadamente un 5% para Los Verdes, con un escaño.
¿Solo o acompañado?
La mayoría absoluta en la Cámara de los Comunes está en 326 representantes. Ahí está la gran pregunta. ¿La logrará Johnson, podrá gobernar en solitario y aplicar su programa? ¿O necesitará de pactos para la investidura y para gestionar el día a día?
Los analistas británicos están divididos. Confirman que los conservadores están fuertes y, pese a que en enero tenían un empate técnico con los laboristas, han ido ganando cuerpo con el nuevo líder. Pero también que no tiene garantías de arrasar. Ya May pagó un alto precio por no vencer a lo grande en 2017 y tener que pactar con los Unionistas Demócratas, una debilidad que, a la larga, sumada a las deserciones internas y el endiablado Brexit, acabó con la legislatura.
Pese a que es una suma complicada, Johnson se puede topar enfrente con una alianza para echarlo del sillón: laboristas, liberales y nacionalistas escoceses, más algún partido menor. Todo depende, en gran medida, del peso que logren los dos primeros partidos. El Partido del Brexit de Nigel Farage se ha retirado de todas las circunscripciones cuyo titular es un tory, favoreciendo el voto favorable al Brexit.
Es un escenario completamente nuevo. Hasta ahora, los Gobiernos en Reino Unido habían sido fuertes, sin restricciones a la hora de aplicar sus apuestas, porque tenían suficiente base en el Parlamento. Había alternancia conservadores-laboristas y punto. Ya no. La incertidumbre es alta, porque sólo hay claros un puñado de safe seats o asientos seguros, esos que siempre van a las mismas manos por tradición de décadas. Entre el hastío de la política y el mal tiempo que se espera para este jueves (por eso hace un siglo casi que no se hacen elecciones en invierno), el dato de participación es una incógnita importante.
Si los conservadores ganan por absoluta, está todo dicho: Johnson, primer ministro. Si necesitan apoyos, tocará ronda de contactos para hacer alianzas, bien de Gobierno, bien sólo de investidura. Si el premier no puede sumar con nadie en un parlamento fragmentado (hung), tendrá que dimitir y dejar paso franco al jefe del mayor partido de la oposición, para que busque apoyos.
Lo que dicen sobre el Brexit
Los especialistas consultados por la Agencia EFE explican que el 68% del electorado votará tomando el Brexit como prioridad. No es esta una elección de programas ni de ideologías, porque lo esencial es salir de este atolladero que impide que todo lo demás siga su curso. De ahí que se espere un elevado nivel de voto útil o, como lo llaman allá, “voto táctico”, finalista en cuanto al leave (irse) o remain (permanecer) en Europa. Salir del actual laberinto por encima de la identidad política.
Los conservadores han prometido irse sin demoras, aprobar en los Comunes la última ley de desconexión pactada con Bruselas el pasado 17 de octubre y que, por muchos lazos que le ponga Johnson, al final es casi el mismo texto que ya tenía May y que él tanto denostó. Tras retocar el documento, a las puertas de la fecha de entrada en vigor, el pasado 31 de octubre, Johnson tragó con la orden que le impuso el Parlamento y pidió otra prórroga más, hasta el 31 de enero, para aprobarlo en las cortes. Ya ha dicho que no habrá más demoras. “Get Brexit done” (“ejecutemos el Brexit”, en castellano), ha sido justo su lema de campaña. Quieren que este sea su “regalo de Navidad anticipado a la nación”.
Boris tiene todas las bazas para ganar en la pelea del Brexit, porque tres de cada cuatro ciudadanos favorables a irse de la UE votarán a los tories. Aún así, hay cuatro millones de electores que en los últimos comicios votaron conservador pero que en el referéndum de hace tres años dijeron que quieren aún estar en Europa. ¿Qué harán ahora? ¿Serán fieles a su formación o a su alma comunitaria? ¿Confiarán en los otros partidos sólo por quedarse? Hay hasta viejos líderes de la formación, como el exprimer ministro John Major (1990-1997), que han pedido en público no votar a su gente para que el país se quede en el club comunitario.
El laborista Corbyn, por su parte, no despega en popularidad precisamente porque los ciudadanos ven en él la encarnación de la ambigüedad: nunca ha dejado claro su plan para divorciarse de Europa (aunque tampoco ha sido especialmente concreto en materias progresistas clave, su teórico eje de gestión). Ha prometido que, si es primer ministro, redactará un nuevo acuerdo con Bruselas y convocará un segundo refrendo; en el de 2016, con el que comenzaron estos años de desenfreno, el 52% de los ciudadanos votó por salir de la Unión.
En paralelo, ha crecido el centro liberal de Swinson, cara nueva, fresca, que se ha encumbrado a lomos de un mensaje único: no queremos el Brexit, queremos quedarnos en la UE. La falta de claridad de los laboristas puede reportarle apoyos templados de británicos que quieren seguir siendo parte de los Veintiocho. Pese a las intensas críticas a Corbyn, los liberales podrían apoyar al laborismo por su promesa, al menos, de una segunda consulta. Esa era su apuesta inicial hasta que, de cara a la campaña, decidieron ir a por todas y prometer directamente revocar el divorcio si ganan, porque su “prioridad número uno es parar esta catástrofe”. Unas palabras similares a las que emplean los escoceses del SNP, hasta ahora con 25 valiosos escaños.
El éxito de los de Swinson puede llevarle, pues, a ganar en zonas tibias, pero también supone un riesgo: que se divida tanto al laborismo que quien acabe ganando el escaño sea Johnson y el Brexit venga rodado. Porque el sistema electoral de Reino Unido no tiene clemencia: cada circunscripción equivale a un escaño y quien gana se lo lleva. Los votos a los demás candidatos se van a la basura.
Los ciudadanos de Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte, más los nacionales que voten desde fuera y parte de la Commonwealth, tienen en sus manos la decisión final.