Elecciones en Grecia: la decepción se transforma en un "voto de castigo" a Tsipras
Tras cuatro años de gobierno de izquierdas, las encuestas dan como ganador al partido conservador Nueva Democracia, que para algunos griegos "fue una de las razones de la crisis”.
ATENAS - Bajo un calor de más de 30 grados y con riadas de turistas en el centro de la ciudad, los atenienses esperan a que este domingo abran las urnas para castigar a su primer ministro, Alexis Tsipras, al depositar su voto. Si las encuestas aciertan, la conservadora Nueva Democracia superaría a Syriza y se haría con el Parlamento. No queda ni rastro de la ilusión que se respiraba en 2015 cuando el partido de izquierdas se hizo con el poder rozando la mayoría absoluta.
Ni siquiera dentro de los propios simpatizantes y afiliados de Syriza, algunos de los cuales seguían este sábado en la plaza de Syntagma repartiendo trípticos informativos a los pocos indecisos que de acercaban o a los turistas curiosos. Una de ellas es María, que se define como una “antigua hippie” y explica que, si se cumplen las encuestas, sería por tres factores principales: las “expectativas que tenía la clase media hacia Tsipras, la crisis migratoria y la crisis del nombre Macedonia”.
“Teníamos mucha presión con el referéndum y siendo un país en bancarrota. Económicamente hemos perdido más que si hubiésemos pasado por una guerra y sólo para salvar bancos que ahora nos castigan”, explica la mujer, que ronda los 60 años. Opina que la gente “esperaba más” de un gobierno que “no podía dárselo en ese momento”. A pesar de eso, Tsipras ha “tratado de reestructurar la economía, mejorar la sanidad pública e intentar evitar la fuga de cerebros”. Pero los griegos de a pie no lo notan en su día a día: “La gente esperaba que se bajasen los impuestos, pero eso es imposible. Nos lo prohíben desde Europa y a la población le enfada”.
La clase media, que según María son los “nuevos pobres”, esperaban ver una amplia mejora en sus ingresos. ”¿Cómo se puede mejorar los ingresos en un país sin dinero?”, se pregunta la afiliada a Syriza. Critica también la “derechización de la mass media” y la “creación de fake news sobre el partido”: “Si repites una mentira varias veces, la gente se lo cree”.
María cree que el regreso de Nueva Democracia es una mala noticia y se debe a que la gente “no tiene memoria”: “Antes de 2015, había gente buscando en la basura, durmiendo en la calle, y siendo desahuciados, pero las cosas han mejorado”.
“Nueva Democracia fue una de las razones de la crisis”
A unas calles de allí, cerca del Mercado Central de Atenas, un ingeniero de 28 años llamado Kostas, afirma que “objetivamente, las cosas han mejorado desde que se fue Nueva Democracia”. No entiende que algunos griegos vuelvan a votar al partido conservador, “que fue una de las razones de la crisis”. Él no ha votado nunca a Syriza ni lo va a hacer ahora. Cree que acabará decantándose por el Frente Europeo de Desobediencia Realista, la sección griega del DiEM 25 del exministro Varoufakis. “No tiene sentido que vuelvan a gobernar, no hay más que mirar al pasado cercano para ver lo que nos hicieron”, dice.
Los datos respaldan a los entrevistados. Aunque las medidas implementadas por el Gobierno de Tsipras distaban mucho de las que aparecían en su programa, gracias a ellas se han cumplido los requisitos y objetivos de los acreedores, se ha reducido el desempleo, la economía crece después de una década en recesión y los programas de rescate se han cerrado. Nueva Democracia, cuyo líder es Kyriakos Mitsotakis, podría obtener mayoría absoluta y basa su programa en la reforma de la política fiscal, recortes en el gasto público y las ayudas sociales, el refuerzo de la seguridad y el orden público, y en un mayor crecimiento económico gracias a una serie de cambios en la administración pública.
El barrio del activismo se prepara para las elecciones
Mientras que el centro de la ciudad está abarrotada de turistas que visitan las distintas atracciones, en el barrio anarquista de Atenas, Exarchía, se mezclan activistas griegos, imigrantes y estudiantes. Los jóvenes conforman una parte importante del electorado desencantado con Tsipras a pesar de los intentos del Gobierno por mejorar su situación precaria. Quizá por eso sea el barrio en el que más movimiento haya. Las calles están llenas de pintadas antifascistas y carteles pidiendo el voto para uno u otro partido. Varios de ellos reparten panfletos del partido comunista KKE y se dividen para irse a otros lugares de la ciudad.
En Monastiraki cinco chavales han montado un puesto para informar sobre las medidas del KKE. Panos es uno de ellos y explica que a los jóvenes no les importa quién gobierne, “sino las medidas que se empiecen a tomar al día siguiente de las elecciones”. “Tsipras ignoró lo que votamos en el referéndum de 2015 convirtiendo un “no” a la austeridad europea en un “sí” y eso significó empezar a aplicar medidas contra la gente”, asegura el joven. Creen que no ha cambiado nada, a pesar de la ilusión con la que votaron los griegos entonces: “Por eso va a ser castigado”.
Un camarero ucraniano de uno de los bares más concurridos de la zona que lleva varios años en Atenas, da la razón a los comunistas: “La población castigará a Tsipras porque no hay más que mirar alrededor: la ciudad está sucia y Grecia es mucho más insegura”.
La sensación general es que la ilusión política con la que se vivieron las elecciones hace cuatro años ha sido sustituida por el cansancio y la decepción. Sólo una persona de las preguntadas por este diario halaga la gestión de Tsipras. Pero no puede votar. Es kurdo y está tomando una cerveza en la plaza de Exarchía con un amigo. Llevan 18 años en Atenas: “Para nosotros, la situación sí ha mejorado mucho”.