Elecciones en Chile: el retorno de Sebastián Piñera
Este domingo se celebra la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Chile, y nadie duda que las ganará Sebastián Piñera.
Piñera, como ya pasó en las primarias dentro de su espacio electoral de centro-derecha, compite solo contra si mismo camino de su segunda presidencia, aupado por unas encuestas en las que casi dobla a su adversario más cercano ( se espera que obtenga en torno al 43% de votos frente al 23% de Guillier en esta primera vuelta), de tal modo que solo una hecatombe podría alejarle de volver a ocupar el despacho principal del palacio de La Moneda.
Las razones que han llevado a esta situación son varias. La primera de ellas sin duda una estrategia reputacional sólida y bien planteada a través de su fundación Avanza Chile, constituida en 2014. A través de ella consiguió que su figura no dejase de aparecer en la escena pública durante el mandato de Michelle Bachelet. Transformada más tarde en una estrategia política de reposicionamiento ideológico, se alejó de las posiciones clásicas de la derecha chilena y abrazó causas más sociales y posiciones de centro y liberales, muy al estilo de lo realizado por Mauricio Macri en Argentina.
Otra de las razones es sin duda la incapacidad del centro-izquierda chileno de oponer un candidato mínimamente sólido a la figura de Piñera. Lo miren por donde lo miren, Alejandro Guillier, que será segundo cómodo pero que no pasará de ahí, no deja de ser un flojo sparring para un Sebastián Piñera que ha jugado con él como ha querido durante toda la campaña.
Pero quizás la razón principal para evaluar la solidez de la victoria de Piñera que anticipan las encuestas ha sido la incapacidad de Michelle Bachelet de preparar un sucesor desde su presidencia en el ámbito de la izquierda. Una Bachelet que combina una excelente imagen internacional con un escaso 23% de aprobación a su gestión en Chile, un caso digno de estudio en una presidencia marcada por un caso de nepotismo que le ha impedido cumplir en buena medida el ambicioso programa de reformas que la llevó a la presidencia.
El reto de Sebastián Piñera ya no es, por tanto, ganar las elecciones, lo hará con solvencia, sino en el mismo planteamiento de su presidencia. Tras un primer mandato en el que primaron planteamientos ideológicos escorados hacia el ala más conservadora de la coalición que le llevó a La Moneda, el Chile de hoy necesita superar su parálisis institucional con una presidencia con empuje, dinamismo que olvide de los viejos patrones ideológicos para llevar al país por la senda del desarrollo.
Algo de todo esto ya se intuye en la campaña de Piñera y en sus discursos, más propios de un partido de centro-liberal que de uno conservador. Ahora queda lo más complicado, ponerlo en práctica cuando gane la presidencia.