El vaticinio del director del CIB-CSIC: "A lo mejor en Europa acabamos poniéndonos otra vacuna"
Enrique J. de la Rosa habla de un proyecto de vacuna 'española' que se podría conservar a temperatura ambiente, fundamental para su distribución.
España sigue avanzando en su propia carrera por la vacuna del coronavirus. No solo en la campaña de vacunación ya iniciada con el medicamento de Pfizer (y posiblemente muy pronto con el de Moderna), sino con su producto nacional. En ello llevan meses trabajando en el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
La institución trabaja en varias vías, entre ellas diversos fármacos para frenar los efectos del virus y al menos tres tipos de vacunas, una de las cuales está desarrollándola el Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas, dentro del CSIC. Es esta última, encabezada por el profesor Vicente Larraga, la que presenta un enfoque innovador que puede abrir nuevas vías para su distribución.
Aunque aún se encuentra en fase de investigación, la vacuna ‘española’ del CIB-CSIC presenta dos grandes ventajas: su sencillez y la facilidad para conservarla a temperatura ambiente. Ambas se deben a que “utiliza un vector de ADN para que nuestras células produzcan una proteína inmunogénica del virus”, explica el director del Centro de Investigaciones Biológicias Enrique J. de la Rosa.
Como explica el científico en la web del Centro el proyecto de su grupo toma como referencia una vacuna frente a la leishmaniosis canina, adaptada a la covid-19 usando la misma estrategia y la empresa donde ya tenían validado el protocolo de producción del medicamento inicial. El director del CIB sostiene que buscan una estrategia “similar” a las de Moderna y Pfizer, pero con una diferencia clave: las dos farmacéuticas usan ARN y la institución española trabaja con ADN.
“Una posible limitación de este tipo de vacunas es que diriges la respuesta inmunitaria a una única proteína, y eso va probablemente a conseguir una estimulación del sistema inmune menos completa que si utilizas un vector viral más grande, como en el caso de las otras dos vacunas del CSIC, las de Luis Enjuanes y Mariano Esteban”, añade De la Rosa sobre la vía que desarrolla el investigador y profesor Vicente Larraga.
La ventaja de que sea un procedimiento más sencillo es básicamente que permite un mayor nivel de fabricación y se conserva a temperatura ambiente, defiende: “La producción de los miles de millones de dosis necesarias es más fácil si hay que fabricar ‘kilos’ de ácidos nucleicos (ADN o ARN), que ‘kilos’ de virus. La ventaja de usar ADN, en vez de ARN, es que el ADN es muy estable a temperatura ambiente. Te lo puedes llevar en la maleta a África, Sudamérica, Asia, sin necesidad de cadena de frío”.
“Vamos a ver cómo se organiza la distribución de las vacunas de ARN, que hay que conservar congeladas o, incluso, ultracongeladas. A lo mejor nosotros en Europa, como en Norteamérica, nos acabamos poniendo otra vacuna. Pero si la vacuna del CIB-CSIC es la que llega a África, Sudamérica o Asia, sería una gran contribución a la salud global y un gran orgullo”, remata el director del CIB-CSIC.
Muchos pasos por delante aún
Eso sí, conviene no lanzar las campanas al vuelo. Este proyecto no está aún en visos de comercializarse. El investigador reconoce que está dando resultados muy positivos en la fase de estudios con animales: “En los sanos induce la producción tanto de anticuerpos como de mediadores de la respuesta inmune. Las vacunas más avanzadas fue lo primero que probaron, hace tiempo ya; lo que demuestra que vamos por buen camino”.
“Se han desarrollado y probado varios prototipos para usar el que mejor funcione en el siguiente paso. Ahora mismo, lo que se está intentando ver es que no solo genera una respuesta inmune, sino que cuando un ratón modelo de la covid-19 se infecta con el coronavirus, la carga viral y la afectación del animal es mucho menor cuando está vacunado que cuando no lo está”.
A la relativa ‘lentitud’ del proceso hay que sumarle problemas logísticos, como la falta de instalaciones perfectamente adaptadas: “Esta fase hay que hacerla en un laboratorio de nivel de seguridad biológica 3, del que no disponemos, por lo que se está realizando en otras instalaciones”, lamenta.