El ‘underground power’ de Rabat

El ‘underground power’ de Rabat

La ‘conexión Qatargate’ no es un hecho aislado. Forma parte del contexto de su actual estrategia exterior.

Mohammed VI, en una imagen de archivoAurelien Meunier via Getty Images

A finales de 2000 y principios de 2001 el gobierno español proyectaba la autorización de perforaciones para buscar petróleo o gas en aguas atlánticas cercanas a Canarias. Y, por lo tanto, cercanas a Marruecos. Es obvio: la misma distancia hay del Archipiélago a la costa marroquí que de la costa marroquí a las costas insulares. El problema se complicaba porque la opinión canaria estaba radicalmente en contra, con algunas excepciones: las del PP. Pero el sector turístico, el grueso del PIB regional, estaba en contra.

Todavía se recordaba el chapapote que vistió de riguroso luto el litoral gallego con el accidente del ‘Prestige’ y la chapucera reacción del Gobierno central, del ejecutivo autonómico y de la administración marítima. “No podemos consentir experimentos que pongan en peligro el turismo. Canarias tiene que ser famosa por las energías limpias, no por un paisaje de torres y plataformas que se divisan desde las playas”, explicaba un periodista a un ‘enviado especial’ de REPSOL. “Quite usted al PP, en el que manda Soria —el ministro que puso un impuesto al sol, para torpedear las energías limpias y no se lo puso a la Luna porque no se le ocurrió— y no hay nadie que lo defienda, al menos en las islas orientales, las más cercanas a las cuadrículas”, añadía el interlocutor isleño.

En medio de la polémica, que llegó a Bruselas con todo detalle, y en donde además ya causaba preocupación estratégica el rotundo rechazo a plantas de gas, de cualquier tipo, excepto ‘provisionalmente’, en el agua de Firgas, empezaron a llegar a la prensa local ‘cartas al director’ en dos sentidos que, como las líneas paralelas, se unían en el infinito. Unas defendían el derecho de los estados, España y Marruecos, a hacer estas exploraciones en sus aguas; destacaban las medidas de seguridad, abstrayéndose de los derrames diarios en los yacimientos marítimos del Golfo de México, y defendían el “derecho de todos” a gozar de estas riquezas.

Pero a la vez otras colaboraciones ‘espontáneas’ planteaban que Marruecos tenía derechos sobre aguas que Canarias consideraba como suyas. “Canarias tiene que comprender —venía a decirse— que Marruecos es un Estado independiente”.

La vecindad ayuda a entender al vecino. Como decía Bismark, al que solía citar el rey Hassan II, “la geografía es el único factor inmutable de la historia”. Afortunadamente; lo contrario sería un cataclismo.

Aunque hay una nube de ‘diplomático’ silencio sobre ello, hay indicios racionales para suponer que la larga mano de Rabat está detrás del hackeo de móviles de mandatarios europeos, y entre ellos del español Pedro Sánchez

Así que un periodista de La Provincia empezó a notar ‘cosas raras’ y decidió tirar del hilo publicando algunos correos. Contestó a ‘vuelta de email’ a un tal Peter Boulard, que daba su dirección en un céntrico edificio cercano a ‘El Corte Inglés’ en la Avenida Mesa y López de Las Palmas de Gran Canaria, pidiéndole una entrevista “a la vista de lo interesante de sus puntos de vista y con el ánimo de proporcionar a nuestros lectores una información plural en este tema”. Silencio. No hubo respuesta. Luego probó con otro firmante, que facilitaba un domicilio en Escaleritas; y luego con otro más, supuestamente residente en el sur. Alguno daba un número de móvil; pero siempre estaba apagado o fuera de cobertura.

El subdirector tenía un amigo, de sus tiempos de reportero, en la sección del padrón (¿o el censo?) en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria y le planteó el asunto. ¿Esta gente vive dónde dice que vive? Porque el plano al menos lo conocían. Realizadas las oportunas averiguaciones, todos eran fantasmas. No existían. Ni en Las Palmas capital ni en el resto de municipios.

Así las cosas, el periodista, que conocía al jefe del CNI en Canarias de sus tiempos de cronista de defensa y maniobras se puso en contacto con él. Tenía la casi total certeza de que el ‘epicentro’ de lo que parecía una operación de ‘inteligencia’ estaba en Marruecos. Entre otras razones porque habían llegado a las islas algunas personas que el ‘run run’ consideraba ‘afines’ al Ministerio del Interior en Rabat y que siempre aparecían en momentos de crisis bilateral proponiendo actividades culturales conjuntas, “para conocernos mejor”, con la cobertura de alguna universidad de Marrakech o Rabat; y que siempre quedaban en nada.

En el despacho del periodista se pasó revista al episodio, con las ‘cartas’, previamente impresas y subrayadas sobre la mesa. Allí se aclaró que, en efecto, era “con toda seguridad” una maniobra de intoxicación y desinformación llevada a cabo por el Ministerio del Interior de Marruecos desde un servidor en Londres. Fue quizás uno de los primeros ensayos de utilización de internet para estos fines.

La crónica de esta historia no fue publicada. Al entonces director de La Provincia no le gustaban las exclusivas. Tanto en Asturias como en Galicia estas cuestiones eran ciencia ficción, menos importantes que una avería en el FEVE de Gijón a Ferrol o viceversa.

A partir de ahí Marruecos fue mejorando sus servicios de ‘inteligencia’ en redes. En realidad figura desde hace tiempo trajinando como un experto lobo en los lobis de Bruselas, de la ONU y de cuanto foro, organización o lo que sea le convenga a su estrategia tanto para la política interior, como para la exterior y sus ambiciones de potencia económica y militar de ámbito algo más que regional.

Tras la guerra de Putin en Ucrania el estrecho de Gibraltar se ha convertido, aunque pase desapercibida su importancia, en otro ‘punto caliente’ para la defensa y la seguridad del área mediterránea y los intereses de España, la Unión Europea y la OTAN

La ‘conexión Qatargate’ no es un hecho aislado. Forma parte del contexto de su actual estrategia exterior. Es otro hilo de la madeja que le une a los servicios secretos de Israel y a su ‘presunta’ vinculación a varias operaciones de ‘espionaje’ y/o desinformación internacional con conexiones con Tel-Aviv desde que se normalizaron las relaciones y ambos Estados aparcaron las diferencias religiosas en beneficio del pragmatismo geopolítico y económico.

Un nexo claro es el escándalo, o los escándalos, ‘Pegasus’, una tecnología israelí a la que teóricamente solo pueden acceder estados. Aunque hay una nube de ‘diplomático’ silencio sobre ello, hay indicios racionales para suponer que la larga mano de Rabat está detrás del hackeo de móviles de mandatarios europeos, y entre ellos del español Pedro Sánchez. También parece haber quedado al descubierto la presencia marroquí en el escándalo de sobornos a europarlamentarios de la Unión Europea en Estrasburgo y Bruselas. Esto, además, podría relacionarse con el firme respaldo de los órganos de la Unión a España en los conflictos de frontera con Marruecos, cuando Mohamed VI provocó una crisis sin precedentes provocando temerariamente una avalancha masiva de migrantes a modo de chantaje.

En realidad, desde antes de los Acuerdos de Abraham firmados entre Israel, Emiratos, Baréin y Marruecos, etc. forzados por Donald Trump, Hassan II y su hijo Mohamed VI siempre han apostado por una entente con Israel. Han demostrado su habilidad en la práctica del equilibrismo entre los intereses israelíes y palestinos.

En la actualidad, tras la guerra de Putin en Ucrania el estrecho de Gibraltar se ha convertido, aunque pase desapercibida su importancia, en otro ‘punto caliente’ para la defensa y la seguridad del área mediterránea y los intereses de España, la Unión Europea y la OTAN. Por una parte, y mientras el ejército ruso ataca a Ucrania, soportando grandes pérdidas que trata de contrarrestar con una estrategia de tierra quemada, saqueos y crímenes de guerra, Moscú aumenta su presencia económica y militar en el cordón de países del Sahel, y más abajo, hasta Nigeria, por sí o por el grupo de mercenarios a su servicio. En ese marco, el sabotaje ruso al gasoducto Nord Stream 1 y 2 frente a las costas suecas y la importancia de las redes de comunicación y abastecimiento submarinas conceden a la entrada (y salida) del Mediterráneo un valor excepcional.

Hasta la muerte de un zifio despierta preocupación, por lo que el protocolo, exista documentalmente o solo en la mente, prescribe una necropsia veterinaria urgente para saber si presenta los síntomas de una emersión sin descompresión por pánico sónico’. Una de las causas de muerte no natural de esos mamíferos marinos que viven en las profundidades es el sonar, como se demostró en Canarias y forzó un cambio en los sistemas y en los campos de entrenamiento naval de la OTAN (el Pentágono pidió la ayuda de expertos de la ULPGC) y España. Durante la ‘guerra fría’ los submarinos nucleares norteamericanos, con ayuda de aviones ‘Orion P3’, y soviéticos, apoyado en superficie con pesqueros con largas antenas y buques científicos, como el ‘Anatoly Kurchatov’, además de las unidades de la sección aeroespacial de la flota soviética, jugaban al gato y el ratón tanto en aguas profundas canarias atravesando las ‘barreras invisibles’ del Estrecho y navegar por el Mediterráneo. Espacio clave para el arma naval rusa.

Rabat es una experta en la especialidad; y un usuario aplicado y habitual, muy conocido por el contraespionaje español y europeo. Y ahora, que hay nervios, atentos. En el tablero cabe todo. O sea: todo.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Empezó dirigiendo una revista escolar en la década de los 60 y terminó su carrera profesional como director del periódico La Provincia. Pasó por todos los peldaños de la redacción: colaborador, redactor, jefe de sección, redactor jefe, subdirector, director adjunto, director... En su mochila cuenta con variadas experiencias; también ha colaborado en programas de radio y ha sido un habitual de tertulias radiofónicas y debates de televisión. Conferenciante habitual, especializado en temas de urbanismo y paisaje, defensa y seguridad y relaciones internacionales, ha publicado ocho libros. Tiene la Encomienda de la Orden del Mérito Civil.