El último ataque de EEUU en Libia mató sólo a 11 civiles, según las tribus de la zona
Exigen una disculpa y justicia o amenazan con tomar medidas.
Representantes de las tribus tuareg en la ciudad libia de Ubari denunciaron hoy que Estados Unidos realizó el pasado viernes un bombardeo contra un supuesto convoy yihadista en esta ciudad, fronteriza con Argelia, y mató por error a once civiles.
En una manifestación de protesta, los tuareg insistieron en que en el convoy atacado en la localidad de Awaynat perecieron "once civiles inocentes" y no "once miembros de la organización de Al Qaida en el Magreb Islámico (AQMI)", como aseguró el mando militar de Estados Unidos en África (AFRICOM).
"Los mataron con la excusa del terrorismo y sin prueba alguna de que fueran culpables", recalcaron los congregados, que denunciaron, asimismo, una campaña de desinformación y propaganda "para ocultar la masacre de Awaynat".
Los manifestantes izaron pancartas en contra de AFRICOM y exigieron a la Fiscalía del Estado que abra una investigación para esclarecer los hechos y procesar a los culpables.
Los organizadores de la marcha exigieron, por su parte, al Consejo de Ancianos Tuareg, al Consejo Presidencial y al gobierno sostenidos por la ONU en Trípoli que emprendan los pasos necesarios para exigir las responsabilidades y compensaciones necesarias en la arena internacional.
En un comunicado, demandaron igualmente una disculpa por parte del Ejército de EEUU y advirtieron que si sus demandas no eran escuchadas en un plazo de 48 horas emprenderían otro tipo de acciones más contundentes.
"La caravana que fue atacada se disponía a rescatar a un grupo de tuareg, cerca de la frontera con Argelia, que hacía frente a una banda de contrabandistas que intentaban introducir maquinaria pesada en Argelia", señala la nota.
Según la misma, entre los fallecidos se encuentra un oficial de la alianza "Buyan al Marsus, creada en 2016 por la ciudad-estado costera de Misrata para expulsar a la organización Estado Islámico de la vecina Sirte.
Las Fuerzas Áreas estadounidenses han lanzado cinco bombardeos de precisión contra presuntos objetivos yihadistas en Libia a lo largo de 2018, tres de ellos supuestamente vinculados a la organización de Al Qaida en el Magreb Islámico (AQMI) y dos a la rama libia del Estado Islámico.
Libia es un Estado fallido, víctima del caos y de la guerra civil, desde que en 2011 la OTAN contribuyera militarmente a la victoria de los distintos grupos rebeldes sobre la dictadura de Muamar al Gadafi.
Desde 2014 tiene dos gobiernos, uno en Trípoli fruto de un acuerdo fallido forzado por la ONU y otro en el este del país, bajo tutela del mariscal Hafter, ambos carentes de legitimidad política y popular.
De la situación se benefician grupos de ideología yihadista, que han arraigado en el país, decenas de milicias y mafias dedicadas al contrabando de armas, gasolina, petróleo y personas que dominan la economía.
El pasado 24 de noviembre, una célula del Estado Islámico mató a nueve milicianos libios en la localidad meridional de Tazirbu, cuyo centro logró controlar durante varios días.
Los atacantes entraron en la población con los pendones negros al viento y abrieron fuego contra la comisaría donde se encontraba el grueso de la milicia vinculada al Ejército Regular Libio (LNA), que dirige desde la ciudad de Tobruk el mariscal Jalifa Hafter.