El triste aullido del lobo

El triste aullido del lobo

Diezmado, acorralado y maltrecho por su enemigo natural, el hombre, en breve será considerado al fin como especie protegida en nuestro país.

Howling wolves in NorwayBjarne Henning Kvaale via Getty Images

El lobo, el legítimo rey del bosque desde tiempos inmemoriales y protagonista de innumerables relatos populares y tradiciones en todo el mundo, intenta hoy en día sobrevivir. Diezmado, acorralado y maltrecho por su enemigo natural, el hombre, debido a la falsa leyenda negra que creó entorno a él —emparentándolo con el mal— y a sus ataques al ganado para poder subsistir, en breve será considerado al fin como especie protegida en nuestro país.

Si hay un sonido ancestral y estremecedor entre los pastores que hacían noche en el monte, ese es sin lugar a dudas el aullido del lobo, rey por derecho propio de los bosques.

Un gran amigo, Marcos Rodríguez Pantoja, para mí, la persona que más sabe de lobos y más los conoce —ya que no en vano vivió entre ellos como uno más durante doce años de su vida—, me explicó que los lobos poseen dos tipos de aullidos; el primero es un aullido largo, que utilizan para comunicarse con la manada; el otro, totalmente diferente, es corto e insistente y mediante él hacen saber a esta que hay un peligro cerca, o que el mismo lobo que lo transmite se encuentra en peligro en ese momento.

En una ocasión —me cuenta Marcos—, estando ensimismado jugando con unos jabatos en el bosque, apareció su madre muy enfadada, ya que creyó que yo podría hacerles daño a sus hijos; así que, para evitar males mayores, tuve que subirme rápidamente a un alcornoque y allí permanecí durante mucho tiempo, esperando que la jabalí se fuera; al final, no me quedó otra que llamar a mi manada con el aullido de peligro para que vinieran a rescatarme.

Pese a pertenecer a la especie humana, sentía que no encajaba con la gente del pueblo.

Su historia es bien conocida por muchos. Los recuerdos de aquellos años en que vivió alejado de todo contacto humano, con la única compañía de los animales, han dado pie a numerosos artículos, se han escrito libros e incluso su vida ha sido llevado a la gran pantalla. Marcos ha participado además en numerosos programas de televisión y de radio explicando su increíble historia, dejando maravillado a todo el que la escucha.

Todo comenzó cuando el pequeño Marcos, a los seis años de edad, fue vendido por su padre a un terrateniente para que cuidara un rebaño de cabras en la sierra; nunca más bajó al pueblo. Allí estuvo acompañado de otro pastor; este fue quien le enseñó su trabajo y cómo cazar para sobrevivir, a cocinar y en definitiva a defenderse por sí mismo.

Pero al pastor le quedaba poca vida y murió pronto. Marcos quedó entonces solo con su rebaño. Fue entonces cuando conoció a los lobos. Le gustaba jugar con los lobeznos, a los que ya consideraba sus amigos.

Pero una de las veces en que se hallaba con ellos ocurrió algo que cambió su vida para siempre. La madre, una imponente loba, apareció en la lobera donde él se encontraba. Marcos se asustó mucho, creyó que iba a morir entre sus fauces. Sin embargo, ante su sorpresa, la loba no lo atacó, sino que comenzó a alimentarlo de la misma manera en que lo hacía con el resto de sus crías, acercándole trozos de carne y lamiéndolo, una vez hubo terminado, para limpiarle los restos de sangre. Desde ese momento, la loba se convirtió para él en su madre adoptiva. Una madre que lo cuidó y protegió hasta que fue “rescatado” por la Guardia Civil doce años más tarde.

Estuvo convencido por bastante tiempo de que todas las personas eran malas.

Según me explica Marcos, rescatado no es la mejor manera de definir lo que le hicieron cuando lo encontraron y lo llevaron al pueblo. Para él no fue una liberación, sino un secuestro, que puso fin a la relación más bonita y pura que una persona pueda tener con los animales y la naturaleza; una relación difícil de igualar, que convirtió a un humano en lobo y que hizo inmensamente feliz a un hombre.

A partir de ese momento todo fueron contrariedades para Marcos. Pese a pertenecer a la especie humana, sentía que no encajaba con la gente del pueblo. Descubrió la maldad, muchos se aprovecharon de él, de su bondad y de su inocencia. De hecho, estuvo convencido por bastante tiempo de que todas las personas eran malas, incluso lo dijo a la prensa; más adelante, la vida le enseñaría que también las hay buenas y, tal como hacen las buenas personas, se desdijo e hizo que se publicara que estaba equivocado.

La historia de Marcos merece ser contada y merece serlo tal como fue, sin invenciones ni especulaciones de ningún tipo, únicamente sus recuerdos en estado puro. Su historia constituye un documento único que merece ser compartido con todo aquel que ame a los animales.

Para quien desee acompañar la lectura de este artículo con la música que sonaba de fondo mientras lo escribía, os dejo a continuación un vídeo: 

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