El tra-trapicheo tras los 2.000 euros de la reventa de entradas de Rosalía
Los tiques para los conciertos de la cantante catalana en Madrid y Barcelona multiplicaron su precio por más de 25 el mismo día que salieron a la venta.
Se hizo de rogar. Rosalía ha tardado cerca de un año en anunciar las fechas de sus conciertos en España y cuando finalmente se han puesto a la venta las entradas lo han hecho como su canción: Con altura. La salida de los tiques para las actuaciones de Madrid y Barcelona en diciembre incendiaron las redes y no precisamente para bien. Muchos seguidores de la cantante catalana se enfadaron ante una cola virtual inexistente y la imposibilidad de comprar una de las localidades disponibles.
Las entradas, que oscilaban entre los 30 y los 120 euros, se agotaron en cuestión de minutos en la página de venta oficial, Ticketmaster, propiedad de la promotora Live Nation. Poco después muchas de ellas aparecieron en portales de reventa como StubHub y Viagogo a precios desorbitados. Ese mismo día ya se pedían hasta 2.000 euros por ver en directo a la cantante de Malamente.
La rapidez con la que se terminaron los tiques y el precio al que se encontraban en las otras páginas trajo de nuevo a la actualidad un debate que parece interminable en la cultura española. ¿Es legal la reventa? ¿Qué hay detrás de estas páginas para que consigan las entradas tan rápido? ¿A quiénes van los beneficios que obtienen?
Muchos usuarios mostraron su malestar en redes sociales con comentarios en los que culpaban a Ticketmaster y Live Nation por la rápida aparición de entradas en los portales de reventa. No suena descabellado pensar algo así después de que la revista Billboard publicara hace unos años una conversación telefónica entre el promotor de Metallica y el presidente de Live Nation en la que ambos pactaban que un porcentaje de entradas de sus conciertos irían directamente a la reventa en Viagogo. También en 2017, en Reino Unido, esta misma promotora acordó el porcentaje de beneficios que se repartirían por la reventa con esa misma web de intercambio de entradas. Y lo mismo pasó en Italia.
En España, la promotora Live Nation y su empresa de venta de entradas, Ticketmaster, se desvinculan totalmente tanto de Viagogo como de StubHub. La primera, cuyo nombre legal es Viagogo Entertainment Inc, tiene su sede en Delaware, el paraíso fiscal de las grandes empresas, donde también está ubicada la matriz de Cabify. El HuffPost Life ha intentado contactar con esta compañía y no ha obtenido respuesta.
La segunda pertenece al grupo dedicado al comercio electrónico Ebay. De hecho, en Madrid ambos comparten oficinas en el barrio de Salamanca. “StubHub no posee entradas, ya que ni compramos ni vendemos las mismas, ni tenemos ninguna relación con el promotor de este evento. Tan solo somos una plataforma intermediaria que conecta a compradores y vendedores para que puedan comprar y vender sus entradas”, señalan desde la firma.
Live Nation era propietaria de Seatwave, una página de reventa que era competencia directa de las otras dos hasta 2017. “Rectificamos y la cerramos porque no estaban contentos ni los usuarios, ni los artistas, ni los promotores”, señalan desde Ticketmaster.
Las asociaciones de consumidores ponen el foco sobre Viagogo, debido a que su sede en Estados Unidos complica la posibilidad de reclamar en caso de que surja algún problema. “A la hora de hacer reclamaciones, es imposible, porque nunca contestan. Nos llegan quejas de ventas duplicadas y ellos no se hacen responsables. Es como si una agencia inmobiliaria no se hiciera responsable de un fraude en la venta de una casa”, explica Miguel Crespo, abogado de la Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU).
Muchas de estas quejas de los consumidores están relacionadas con la diferencia entre el precio anunciado en sus páginas y el que finalmente cobran. “La información no es del todo clara y muchos compradores no son conscientes de que no están en la página oficial. No hay claridad a la hora de fijar tarifas o explicar los conceptos que se cobran”, señala Crespo.
Los promotores musicales ponen distancia con las malas experiencias en otros países. “En España no hemos visto ningún caso similar a los de Metallica en EEUU o Reino Unido, ni por parte de artistas ni promotores”, indica Tito Ramoneda, vicepresidente de la Asociación de Promotores Musicales, y recalca que si sucediese la empresa recibiría una condena total por su parte.
El camino de las entradas hasta la reventa
Los responsables, según los promotores, son los denominados brokers, trabajadores de las propias webs de reventa que actúan de forma masiva. “Ellos están al tanto de cuándo se anuncian los conciertos y cuando salen a la venta. Compran las entradas antes que nadie gracias a conexiones de internet bastante más rápidas que las de un usuario normal. Luego, mediante los potentes servidores de estas empresas, las colocan en la reventa”, cuenta Ramoneda.
En el caso de los conciertos de Rosalía, cuando el precio es bajo y la demanda muy alta, el margen de beneficio es muy grande. “Es mucho más abusivo, pueden alargar el beneficio por encima del 100%. Testean el precio con unas 100 entradas primero, ven lo que la gente está dispuesta a pagar y, cuando ya lo saben, se lanzan a subirlo. Como pueden variarlo, se encargan de especular”, detalla Ramoneda.
A pesar de lo loco que pueda parecer, el 50% de los asistentes a conciertos pagarían más por no quedarse sin entrada según el II Observatorio de Música en Directo de Ticketmaster. Demanda hay; y polémica, también. “Rosalía es una artista de fama internacional y la demanda de entradas para sus conciertos es mucho mayor con respecto tanto al aforo disponible como al precio fijado. StubHub no fija en modo alguno los precios de las entradas vendidas en su plataforma, sino que son los fans quienes las ponen a la venta y fijan su precio. Una entrada solo se venderá con el precio indicado por el vendedor”, cuentan desde StubHub.
“Hay webs de reventa que incluso venden entradas que todavía no han salido al mercado, como sucedió con Sabina”, recuerda Ramoneda, refiriéndose a lo que ocurrió en 2017 en Viagogo y que le afectó directamente como promotor del evento en A Coruña: “Compramos una entrada del concierto de Sabina antes de que salieran a la venta ante notario y ni pudimos corroborar a qué sociedad iba el dinero”. La promotora, The Project, hizo una denuncia pública del caso.
Para evitar la compra masiva de entradas se controlan lo que denominan bots, robots monitorizados, aunque cada vez son menos habituales y están más especializados. Desde Ticketmaster señalan que en 2018 bloquearon “más de 6.000 millones de bots en todo el mundo”.
Además aseguran que controlan los métodos de pago para ver si es demasiado recurrente, y prestan atención a los “comportamientos masivos de compra”. “Cuando se detecta algo raro, se bloquea la cuenta”, detalla Sergio Castrodeza, director de operaciones de Ticketmaster en España, aunque recalca que el número de entradas que puede comprar un usuario depende del promotor y del propio artista.
Google y las redes sociales, los grandes aliados
Basta con buscar “entradas concierto Rosalía” en Google para encontrarnos con dos nombres de portales de reventa: el primer resultado es StubHub y el cuarto, Viagogo. Hasta el pasado mes de julio Viagogo tenía publicidad pagada en Google Ads y StubHub todavía cuenta con ello, lo que hace que tengan una posición preferente frente a la venta primaria. “Tuvimos que reclamar a Google para que no les permitiese anunciarse porque eran cómplices de un fraude”, denuncia Ramoneda.
Un punto a tener en cuenta especialmente es que, según los promotores, los brokers reciben beneficios por el número de entradas vendidas. Si una página baja posiciones en los buscadores como le ocurrió a Viagogo, los clientes se mueven a otras plataformas como Stubhub, que siguen apareciendo arriba.
Salvado el escollo de Google, a los promotores se les han abierto otros frentes, como los anuncios en redes sociales. “Ahora se han movido a Facebook e Instagram y no tenemos nada que hacer. El negocio es tan brutal que nadie le cierra las puertas”, cuenta Ramoneda.
A esto se une que los portales no especifican que son una página de reventa, lo que puede confundir al comprador. Una vez que el usuario entra en el proceso de compra puede seleccionar en un mapa las localidades como si se tratase del canal oficial de venta. Eso sí, una vez que se elige una, por ejemplo, en grada —que en el concierto de Rosalía llegaron a superar los 200 euros— no se especifica el asiento, ni el sector.
Estas páginas, además, ametrallan al usuario con mensajes como “más de 10 usuarios están viendo estas entradas”, “se han agotado las localidades en este sector”, “solo quedan 30 entradas”. Algo que fomenta, según los expertos, una compra impulsiva.
Vacío legal por parte de las instituciones
Lo más llamativo de todo esto es que la normativa contra la reventa en España es de 1982 y no se contemplan las transacciones por internet. “La legislación prohíbe únicamente la reventa callejera, aunque no la telefónica. En aquel momento se pensaba en el impacto que pudiera tener en el Mundial”, señalan desde StubHub.
Hay un vacío legal con la reventa en internet que el exministro de Cultura Iñigo Méndez de Vigo intentó remediar con un proyecto de ley, que no llegó a aprobarse, por el cual este tipo de actividad estaría penada cuando implicara especulación.
“Creo que no tendría que ser solo Cultura, tendría que ser Interior, la agencia Tributaria, tecnologías… No es solo un tema de los aficionados a la música, es un fraude a la administración pública, es una falta de seguridad. Es mucho más global”, señala Ramoneda, quien recuerda que en el ámbito deportivo se han tomado más medidas para prevenirlo porque existe una institución como La Liga que aglutina todos los organizadores de partidos de fútbol.
Otro gran problema de la reventa reside en los duplicados de entradas. Desde Ticketmaster han recibido quejas de usuarios que, tras comprar una entrada en un mercado secundario, no puede acceder al recinto. Están duplicadas. Y no solo eso, llegan a vender las de grada como si fuesen VIP y el espectador se ve engañado al ver su localidad real. Sin embargo, tanto los promotores como la empresa tiquetera se limpian las manos.
“Las incidencias por fraude (entrada falsa o duplicada) en nuestra plataforma en España representan un porcentaje increíblemente bajo sobre el total, inferior al 1% de las transacciones”, apuntan desde StubHub.
¿De verdad son las entradas nominativas la solución?
La venta nominativa es una de las iniciativas más aplaudidas para acabar con este fraude. Una entrada con los datos personales que no permite la compra masiva, ni se puede revender. Sin embargo, tanto promotores como Ticketmaster están en contra de su aplicación porque limita que el usuario pueda darla a otra persona en caso de poder asistir. “Nosotros sí que queremos que se pueda transferir una entrada limitando el porcentaje, sería una venta no especulativa”, señala Ramoneda.
En este sentido, Ticketmaster presentará una nueva plataforma a finales de 2019 en la que los compradores podrán devolver sus entradas y venderlas a un precio inferior o igual a otro cliente. La compañía se quedaría con un porcentaje aún no especificado por labores de gestión y servicios, según cuenta Castrodeza. Esta empresa de venta de entradas ya dispone del servicio de venta nominal, pero la elige el propio artista o el promotor. Eso fue uno de los argumentos con los que justificaron el caos de Rosalía.