El síndrome de Estocolmo: ¿Qué factores favorecen su aparición?
No se originará si la víctima dispone de estrategias sólidas de afrontamiento y solución de problemas.
Sin ir más lejos, en la popular serie La casa de papel, en la primera temporada, encontramos un ejemplo. Mientras perpetran el atraco a la Fábrica de Moneda y Timbre de Madrid, entre el personaje de Denver, que es uno de los secuestradores, y Mónica Gaztambide (posteriormente Estocolmo), una de las rehenes, empezó una relación de pareja. Los demás personajes que hacen el papel de secuestradores, al descubrir la relación amorosa, le hacen ver a Denver que su historia de amor es producto del síndrome de Estocolmo.
El síndrome de Estocolmo fue nombrado por primera vez por Nils Bejerot en Suecia, quien desempeñó un cargo de consultor de psiquiatría de la policía de dicho país en un atraco ocurrido en la ciudad de Estocolmo, que dio nombre al síndrome.
En el año de 1973 en Suecia ocurrió un atraco en una entidad bancaria de la ciudad de Estocolmo. Unos delincuentes armados entraron al banco y uno de ellos llamado Jan-Erik Olsson al intentar salir huyendo fue rodeado por la policía, quedando atrapado dentro del banco. Debido a esto, Olsson tomó a varios empleados del banco durante varios días como rehenes, en un período que duró alrededor de las 130 horas.
Los rehenes fueron tres mujeres y un hombre, sus vidas se vieron en peligro por amenazas y siempre permanecieron atados con dinamita en una cámara acorazada hasta que fueron rescatados. El fenómeno consecuente a este atraco fue que, al ser liberados, estos rehenes, tras realizar las entrevistas policiales, se mostraron a favor de los secuestradores. Los agentes llegaron a pensar que las víctimas incluso creían que los captores les estaban protegiendo.
En el tiempo de cautiverio una de las víctimas llegó a enamorarse de Olsson e inclusive otras víctimas desarrollaron lazos afectivos con el secuestrador. Finalmente, los rehenes criticaron al Gobierno de Suecia por inducir a los delincuentes a realizar el atraco al banco, y para colmo una de ellas participó en otro secuestro organizado por el mismo captor. Quizás no es la primera vez en que una situación similar así ocurre entre una víctima y su captor, sin embargo, sí se trata del primer caso históricamente registrado como modelo para darle nombre a este fenómeno.
El síndrome de Estocolmo está concebido como aquella situación psicológica paradójica en la cual se desarrolla un vínculo afectivo entre los rehenes y sus captores. El porcentaje de personas que lo desarrollan es bajo en situaciones similares y los reportes respecto a la prevalencia de este síndrome son escasos mundialmente.
A continuación, una serie de condiciones necesarias para que el Síndrome de Estocolmo pueda darse:
- El contacto secuestrador/es-rehén: debe darse de tal manera que permita al rehén percibir la existencia de una motivación ideológica tras la acción traumática, esto abrirá la vía para un proceso de identificación de la víctima con sus captores.
- Los recursos del rehén: no se originará el síndrome si el rehén dispone de estrategias sólidas de afrontamiento y solución de problemas.
- El nivel de violencia: el nivel de violencia física ejercida contra el rehén por sus secuestradores limitará la aparición del síndrome. Mientras menor sea el nivel de violencia ejercida por el secuestrador hacia su rehén mayor será la probabilidad de la aparición del síndrome en la víctima.
- Expectativas del secuestrado: La víctima debe de percibir expectativas iniciales de riesgo para su vida, y estas decaerán progresivamente según avanza un contacto “seguro” con el secuestrador.
Para que se desarrolle potencialmente el síndrome de Estocolmo, según De Fabrique, deben estar presentes al menos tres factores:
- Durante un período significativo de tiempo el individuo debe ser un rehén.
- Debe haber un contacto personal continuo entre los rehenes y los secuestradores.
- Los secuestradores no deben de abusar físicamente ni amenazar verbalmente a los rehenes y deben de tratarlos amablemente.
Por otra parte, según Kuleshnyk, las víctimas desarrollan durante el tiempo de cautiverio:
- Sentimientos positivos hacia su captores y simpatía por sus causas o metas.
- Sentimientos negativos hacia la policía o autoridades.
- Sentimientos positivos recíprocos.
Existen cuatro características comunes en diferentes casos de personas que desarrollan el síndrome. Namnyak señala:
- Toda víctima experimentó alguna amenaza directa.
- La víctima se mantuvo aislada.
- Aunque la víctima tuvo la oportunidad de escapar no lo hizo.
- La víctima mostró hacia sus captores simpatía posteriormente a la captura.
Como evaluación y tratamiento de las personas que padezcan del síndrome de Estocolmo está la asistencia psicológica y psiquiátrica para ayudarlos a poder recordar y reelaborar la situación vivida, sus consecuencias, etc. Así como también ayudar a la víctima a separarse afectivamente de su captor. Además, suele pasar que a este tipo de víctimas se le diagnostican trastornos como el trastorno de estrés postraumático cuando son evaluados y, por lo tanto, se utiliza el mismo tratamiento, el cual es la terapia cognitiva conductual, terapias de conducta de tercera generación, medicación y apoyo social.
El tratamiento siempre dependerá de las características de la víctima, pudiendo tratarse de personas con inseguridad o con déficits de autoestima, dependencia emocional... entre otros rasgos de personalidad.