El rey insta a recuperar "la serenidad, la estabilidad y el respeto mutuo" en Cataluña
Discurso de Navidad 2017 de Felipe VI.
Cataluña como argumento fundamental y de máxima inquietud. La crisis independentista ha definido todo 2017: ha sido el mayor problema al que se ha enfrentado España en el año que está a punto de concluir —si no en las cuatro décadas de plena democracia— y que marcará todo 2018. Por eso el rey ha dedicado buena parte de su mensaje de Navidad a abordar el desafío rupturista. Siempre desde un punto constructivo y con vocación de solventarlo mediante la unidad, la concordia y el ajuste a las reglas del juego democrático.
Han sido casi 12 minutos de discurso y 1431 palabras. "Concordia"; "Responsabilidad"; "Unidad"; "Convivencia"; "Libertad" o "Justicia" han sido términos empleados para vehicular una alocución en la que, a diferencia de otros mensajes, se han tocado temas de todo tipo: los 40 años de la Constitución, el terrorismo islamista, la violencia de género, Europa, el cambio climático, la desigualdad, la crisis económica o la corrupción. Esta vez el rey apenas se ha dejado algo en el rincón olvido.
La parte más esperada era, sin duda, la dedicada al desafío independentista que ha puesto en jaque los cimientos de la democracia española durante este año. El rey, que ya ofreció un rotundo discurso en uno de los momentos más críticos de la crisis tras el 1-O, ha utilizado un tono más suave para apelar a que se evite un "enfrentamiento" y una "exclusión" que "sólo generan discordia, incertidumbre, desánimo y empobrecimiento moral, cívico y –por supuesto– económico de toda una sociedad".
Vestido con traje gris, camisa blanca con raya fina y corbata en tonos azules, el rey ha apuntado que el escenario que han dibujado las elecciones del pasado 21 de diciembre debe animar a los responsables políticos a "afrontar los problemas que afectan a todos los catalanes, respetando la pluralidad y pensando con responsabilidad en el bien común de todos".
Todo pasa, en definitiva, por recuperar "la serenidad, la estabilidad y el respeto mutuo" de forma que, en el aspecto social, "las ideas no distancien ni separen a las familias y a los amigos".
Del mismo modo, el monarca ha aportado las claves sobre las que, a su juicio, debe asentarse la realidad catalana: una comunidad en la que "renazca la confianza", "el prestigio" y se mejore la propia imagen que ofrece no sólo en España, sino en todo el mundo. También ha alentado a que se "afirmen los valores que la han caracterizado siempre en su propia personalidad y le han dado los mejores momentos de su historia: su capacidad de liderazgo y de esfuerzo, su espíritu creativo y vocación de apertura, su voluntad de compromiso, y su sentido de la responsabilidad".
La consecución de esos fines pasan, según Felipe VI, por respetar y preservar los principios y valores del Estado de Derecho, ya que así se contribuirá a mejorar la convivencia, la libertad, la igualdad, la justicia y el pluralismo político que recoge la Constitución. "Cuando estos principios básicos se quiebran, la convivencia primero se deteriora y luego se hace inviable", ha subrayado.
España, ha recalcado, "es hoy una democracia madura, donde cualquier ciudadano puede pensar, defender y contrastar, libre y democráticamente, sus opiniones y sus ideas". Y, situado en el lado contrario, ha advertido: no es un país apto para los que quieran "imponer las ideas propias frente a los derechos de los demás".
Se trata de que, entre todos, se asienten principios y valores que contribuyan a seguir edificando "una España a la que no debemos renunciar, que debe ilusionar y motivarnos, y que debemos seguir construyendo, mejorándola, actualizándola, sobre la base sólida de los principios democráticos y los valores cívicos de respeto y de diálogo que fundamentan nuestra convivencia".
La historia de la España democrática, ha presumido el rey, es la de un éxito que, no sin problemas y errores, ofrece un innegable balance positivo: "Tenemos que apreciarlo y valorarlo. Merece la pena y nos lo merecemos como país y como sociedad".
Violencia cobarde
Fuera ya de Cataluña y la crisis política, económica y social que ha estallado en este 2017, Felipe VI ha conminado a mantener la firmeza, el apoyo político y la concienciación social para seguir luchando contra la violencia de género "criminal y cobarde que degrada nuestra convivencia".
De igual forma, ha hecho un llamamiento para perseverar en la lucha contra el cambio climático y la defensa del medio ambiente: "No son problemas menores ni secundarios", advierte el rey. Lejos de emular los cambios impulsados por Donald Trump en Estados Unidos, el monarca apela a que España "se mantenga firme en sus compromisos ante un problema que afecta a todo el planeta y que requiere soluciones no sólo globales, sino verdaderamente urgentes".
En la que posiblemente sea la última Navidad en varios años de Iñaki Urdangarin en libertad, Felipe VI ha abordado el tema de la corrupción, la segunda mayor inquietud para los españoles según el último barómetro del CIS. En este caso, Felipe VI ha optado por hablar en boca de una sociedad "que demanda que sigan tomándose las medidas necesarias para su completa erradicación y que los ciudadanos puedan confiar plenamente en la correcta administración del dinero público" para abordar el asunto.
De la desigualdad a la firmeza frente al terrorismo
Respecto a la crisis económica, que Felipe VI ya da por finiquitada, ha reconocido que ha dejado secuelas de desigualdad y diferencias sociales que deben erradicarse, Y en relación al problema global más relevante, el terrorismo yihadista, ha tenido un recuerdo para las víctimas de los atentados de Barcelona y Cambrils al tiempo que ha aportado las claves para vencer y derrotar esta amenaza: unidad democrática, firmeza del Estado de Derecho y eficacia de la cooperación internacional.
El discurso, que ha concluido con los ya tradicionales "Feliz Navidad, Eguberri on, Bon Nadal y Boas festas", ha sido una apelación a la unidad llena de optimismo: "Sintámonos, sin complejos, orgullosos de todo lo que hemos conseguido porque es mérito de todos; confiemos en lo que siempre nos ha unido, en lo que somos, tal y como somos, y sobre todo en lo que podemos alcanzar juntos con una fe firme en nuestras convicciones y en nuestras capacidades". Frente a a una España paralizada o conformista, un país moderno y atractivo, que ilusione: "Una España serena, pero en movimiento y dispuesta a evolucionar y a adaptarse a los nuevos tiempos".
"Si seguimos por ese camino, si lo hacemos así, y con todas nuestras energías", ha enfatizado el rey, "yo estoy convencido de que el año que viene –y los que vendrán después– serán mucho mejores. Sin duda".