El rey belga va a Congo por primera vez y lamenta los abusos coloniales, pero no pide perdón
Frente a quienes esperaban alguna disculpa y quizás algún tipo de reparación por las humillaciones de la esclavitud, el monarca ofreció lamentos.
El rey Felipe de Bélgica ha vuelto a lamentar los abusos cometidos por su país durante el dominio colonial del Congo pero no ha pedido perdón ni ha hablado de reparaciones, durante su primera visita oficial a la República Democrática del Congo (RDC).
El monarca ha manifestado su pesar en un discurso pronunciado ante el Palacio del Pueblo, sede del Parlamento de la RDC en Kinshasa, en presencia del presidente congoleño, Félix Tshisekedi, entre otros dignatarios.
“Hoy quieren escribir un nuevo capítulo en nuestras relaciones y mirar hacia el futuro, animados por la formidable juventud del pueblo congoleño que sólo pide desarrollar sus talentos. Escribamos juntos este nuevo capítulo”, afirmó el monarca, que llegó este martes al país africano con la reina Matilde y una delegación gubernamental.
Felipe, que permanecerá en suelo congoleño hasta el 13 de junio, abogó por andar ese camino “sin olvidar el pasado, pero asumiéndolo plenamente, para transmitir a las nuevas generaciones una memoria reflexiva y serena de nuestra historia común”. También reconoció el dolor de la colonización, pues, “aunque muchos belgas estaban sinceramente comprometidos y amaban profundamente al Congo y su gente, el régimen colonial como tal se basaba en la explotación y la dominación”.
“Este régimen era el de una relación desigual, en sí misma injustificable, marcada por el paternalismo, la discriminación y el racismo. Dio lugar a exacciones y humillaciones”, admitió.
Frente a quienes esperaban alguna disculpa y quizás algún tipo de reparación por los abusos, el monarca ofreció lamentos.
“Con motivo de mi primer viaje al Congo, aquí, frente al pueblo congoleño y a los que aún hoy sufren, deseo reafirmar mi más profundo pesar por estas heridas del pasado. Lamento sinceramente lo que había expresado en la carta que le dirigí, señor presidente, hace ahora dos años, con motivo del 60 aniversario de la independencia” de la RDC, subrayó Felipe, en alusión a la misiva enviada en 2020 a Tshisekedi.
Antes del discurso, el rey y Tshisekedi revelaron una máscara de la etnia suku en el Museo Nacional de la República Democrática del Congo en Kinshasa.
Se trata de uno de los más de 80.000 objetos saqueados durante el dominio colonial y que Bélgica ha devuelto como símbolo de la colaboración para reconstruir el patrimonio cultural congoleño.
“El pasado es a la vez triste y glorioso, pero queremos construir algo que sea productivo para nuestros dos países. No debemos detenernos en el pasado”, afirmó Tshisekedi tras reunirse esta mañana con el rey en el Palacio de la Nación, residencia oficial del jefe del Estado congoleño.
Además de visitar Kinshasa, los reyes han ido a la sureña Lubumbashi, la segunda ciudad del país y capital de la provincia de Alta Katanga, y a la urbe de Bukavu, en el este del país.
En Bukavu se entrevistaron con el ginecólogo y premio Nobel de la Paz Dénis Mukwege, conocido por operar a las mujeres que han sobrevivido a la violencia sexual en la parte oriental de la RDC.
Inédito
Esta es la primera vez que la Casa Real belga visita la RDC desde el viaje que el rey Alberto II y la reina Paola hicieron en 2010 con motivo del cincuentenario de la independencia congoleña.
Inicialmente, el viaje estaba previsto del 6 al 10 de marzo pasados, pero se pospuso tras el inicio de la guerra en Ucrania, según el Gobierno congoleño.
La visita tiene lugar después de que, el 30 de junio de 2020, el rey Felipe reconociera por primera vez la “violencia y crueldad” ejercidas en el Congo bajo el reinado de su antecesor Leopoldo II (1865-1909), en una carta enviada a Tshisekedi.
La misiva, en la que el rey expresaba su “profundo pesar” pero no pedía disculpas, constituyó el primer reconocimiento oficial por parte de la monarquía belga de las atrocidades cometidas durante el reinado de Leopoldo II.
Durante la Conferencia de Berlín en 1885, el Congo fue declarado propiedad privada del Leopoldo II, quien lo administró bajo el nombre de Estado Libre del Congo hasta 1908, cuando pasó a ser una colonia de Bélgica hasta su independencia, en 1960.
Bajo el mandato de ese monarca, se produjo una explotación masiva de los recursos naturales del Congo para la que se usó a la población autóctona en condiciones de esclavitud.
El régimen aplicó un sistema de terror en el que fueron comunes los castigos atroces, en particular la mutilación de las manos, y se produjeron asesinatos en masa. Aunque no hay una cifra exacta, expertos calculan que murieron entre cinco y diez millones de personas.