PSOE y Unidas Podemos ponen en marcha el primer gobierno de coalición en la historia reciente de España
El "pacto del abrazo" de noviembre fructifica con una alianza de izquierdas ya ensayada en gobiernos autonómicos
Este 7 de enero de 2020 pasará quedará marcado en los libros como el día en el que España tiene por primera vez en su reciente historia democrática un gobierno de coalición. Con la investidura de Pedro Sánchez como presidente sale adelante un gobierno de coalición de izquierda, o “progresista”, como lo han bautizado sus creadores, PSOE y Unidas Podemos, que para ser alumbrado ha necesitado de una repetición electoral, la superación de la desconfianza mutua de sus artífices y la construcción de un complejo acuerdo de gobernabilidad con otras formaciones soberanistas y regionalistas.
Así, el Gobierno que Pedro Sánchez rechazó en julio y abocó al fracaso de su investidura y con el que dijo que “no dormiría tranquilo por las noches” antes del bis electoral de noviembre, sale ahora adelante, con él de presidente y el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, como uno de sus vicepresidentes, si bien es verdad que la alianza de socialistas y morados viene armada con menos escaños (155 frente a 165 tras las elecciones de abril) y menos votos en las urnas (9,85 millones frente 11,2) de los que ambos tenían cinco meses atrás.
España se sumará así a una fórmula corriente en numerosos países europeos, donde las coaliciones son habituales, y que hasta el momento era práctica normalizada en ejecutivos plurales en comunidades autónomas y ayuntamientos.
Desde que Adolfo Suárez llegara a la Moncloa al frente de la UCD en 1977 en las primeras elecciones legislativas, se han sucedido los gobiernos monocolores, tanto en etapas de mayoría absoluta, como en las de minoría.
Ha habido varias intentonas de conformar gabinetes de coalición desde los años 90, si bien todas han caído en saco roto.
Con González, primer intento
El socialista Felipe González fue el primero, en 1993, que planteó una propuesta seria para romper la tradición de los gobiernos en solitario tras perder la mayoría absoluta. Con 159 escaños, el PSOE se vio obligado a pactar con CiU y PNV para que su líder fuera investido por cuarta vez.
González dio el paso de ofrecer a los entonces presidentes de CiU, Jordi Pujol, y del PNV, Xabier Arzalluz, la entrada en el Consejo de Ministros. Sin embargo, ni los nacionalistas catalanes, ni los vascos, aceptaron y se inclinaron por un pacto de legislatura. Los primeros, por tener “una desconfianza más que justificada” y no ver resuelta sus demandas sobre la financiación de Cataluña, y los segundos, por la ‘indudable inconcreción’ de una fórmula que ‘más que una coalición sería una mera adhesión’.
A pesar de ello, González dejó abierta la puerta a ‘la ‘corresponsabilidad gubernamental’ en un futuro para facilitar la estabilidad, pero la convulsa legislatura impidió que fructificara la tentativa.
En marzo de 1996, José María Aznar (PP) desbancó del poder a González, pero de nuevo sin mayoría absoluta -156 diputados-, por lo que se vio abocado a negociar con los nacionalistas.
Aznar les trasladó su disposición a estudiar cualquier alianza, incluida una coalición, al asumir que el mensaje de las urnas era a favor de “la cultura del pacto y del diálogo”.
Al final, el presidente del PP optó por un acuerdo de legislatura con CiU, el llamado pacto del Majestic, y Coalición Canaria y apoyos puntuales con el PNV.
El convergente Josep Antoni Duran i Lleida, etiquetado en diversas ocasiones como ministrable, dijo no ver base para una coalición, pero precisó que “algún día podría ser viable”.
La intentona más seria de sellar un ejecutivo plural se fraguó en la campaña de las elecciones de 2000, en la que, por primera vez, PSOE e IU fueron en tándem con sus respectivos líderes, Joaquín Almunia y Francisco Frutos, para formar gobierno.
Sin embargo, la izquierda no solo fracasó en su proyecto, sino que Aznar ganó con mayoría absoluta, lo que allanó el camino para construir un gobierno monocolor.
Las otras ‘intentonas’
A pesar de no depender de otros partidos, Aznar lanzó en enero de 2002 una oferta a CiU “firme, formal, seria y constante” para que entrara en el ejecutivo, pero los de Jordi Pujol la rechazaron otra vez por la falta de sensibilidad autonómica del PP.
El entonces vicepresidente del Gobierno, Mariano Rajoy, insistió en noviembre de 2002 en la conveniencia de un gobierno con CiU, pero el distanciamiento cada vez mayor con los nacionalistas catalanes llevó a que rectificara su propuesta solo un día después.
A pesar de estar en minoría en sus dos mandatos, José Luis Rodríguez Zapatero no se planteó una coalición y optó por la ‘geometría variable’ para sacar adelante acuerdos con la izquierda o con los nacionalistas.
Ni siquiera el tripartito catalán que había en 2004 en Cataluña -PSC, ERC e ICV- le tentó reeditar la fórmula a escala nacional y gobernó en solitario hasta 2011.
No sería hasta 2016 cuando volvió a ponerse sobre la mesa la opción de un gobierno de coalición ante el escenario de bloqueo político.
Con el PP en minoría, Rajoy ofreció al líder del PSOE, Pedro Sánchez, y también a Ciudadanos, una gran coalición a la alemana para evitar nuevos comicios. “Es lo único que es viable”, sostuvo Rajoy frente a la negativa rotunda de Sánchez, quien la consideró un “gran fraude” a los españoles.
Al contrario que en el plano nacional, los gobiernos a dos o tripartitos han sido una fórmula que se ha dado con cierta frecuencia en las comunidades autónomas.
Ha sido el caso del País Vasco, donde el PNV gobernó varios años con el PSE y más adelante con EA y EB, o en Cataluña, donde además del tripartito, en los últimos mandatos se han aliado Junts per Catalunya y ERC.
De igual modo, ha habido ejecutivos a varias bandas en territorios como la Comunidad Valenciana, Aragón, Baleares, Navarra, Canarias, Cantabria, Asturias o Andalucía, donde se han estrenado las alianzas entre PP y Ciudadanos.