El 'procés' despierta a la bestia
Envolverse en las banderas ha hecho aflorar la zarpa a los extremismos, tanto de derechas como de izquierdas. Grupos de ultras, de una y otra ideología, reventando manifestaciones en Valencia, Barcelona o Madrid; insultando a políticos independentistas en la capital o escraches a constitucionalistas en Cataluña.
Con unas elecciones a la vuelta de la esquina, su resurgir puede ir más allá de los altercados en la calle. Cuando la política de los sentimientos sustituye a la de la razón, el despertar de la bestia tiende a extenderse. "El procés ha sacado las tendencias más extremas y lo que nos queda, porque en una campaña electoral esto irá a más", apunta Aitor Esteban, portavoz del PNV.
El asunto es que los políticos son tibios con los extremos que tienen más cerca, mientras cargan con los del otro espectro. Al fin y al cabo son votantes potenciales y cuando hay urnas por delante todos los votos cuentan igual.
"En la izquierda no se ha despertado esa bestia", asegura el diputado y alcalde del PDeCAT en Tortosa, Ferrán Bel. ¿Y Arran, grupo vinculado a la CUP? "Arran no son más activos ahora que hace dos años. Las juventudes se han moderado más, porque implícitamente estaban dando apoyo al Govern y son conscientes de que el procés se ha consolidado por la acción cívica y pacífica; en lugar de radicalizarse se han moderado". Bel, en cambio, cree que "la extrema derecha ha tenido cobertura desde hace muchos años en el PP. Antes no había disputa, pero ahora con Ciudadanos hay otras opciones y la extrema derecha ha aflorado".
¿Se está cortejando a la extrema derecha? Esa es la teoría que se mantiene en algunos círculos políticos, y no solo de izquierdas. Incluso en el PP, preocupados por la subida de Ciudadanos en las encuestas, insinúan que Rivera ha mantenido un discurso más contundente y menos moderado que el del Gobierno "capaz de llegar más lejos y por lo tanto, acercarse hasta los extremos", según apunta uno de los teóricos del partido de Gobierno.
Albert Rivera esboza una sonrisa ante el comentario: "No han entendido nada. Nosotros hemos crecido en intención de voto, según la última encuesta del CIS, en el 4 ideológico. Medio millón de votos, de los que muchos vienen del PSOE. Esto ya no va de un eje izquierda-derecha sino de patriotismo versus independentismo. Están equivocados los viejos partidos".
LA BANDERA Y LOS SENTIMIENTOS CONTRA LA RAZÓN
Cubrirse con estandartes más que con siglas políticas son derivadas del nacionalismo -catalán y españolista- y la reacción que ha suscitado en la calle. Para el historiador Santos Juliá "la bandera responde siempre a la política de sentimientos, es la necesidad de mostrar la pertenencia. La gente necesita la esfera semipublica en estos tiempos, donde el sentimiento de pertenencia tiene enorme influencia".
El peligro acecha cuando "las emociones se imponen a la razón" asume el historiador Juliá, y eso está sucediendo en los tiempos actuales, donde las emociones se convierten en el motor de las acciones.
"Una cantidad importante de gente ha sacado las tripas a pasear -responde rápido el diputado de Nueva Canaria, Pedro Quevedo, preocupado. Los higadíllos deben de quedarse en el armario, los instintos deben de ser controlados. En el proceso de Quebec se guardaron los instintos. Hoy por hoy, es difícil evaluar las cosas en plena campaña. En Cataluña, quizá los jóvenes estarán decepcionados y algunos descubran que no había un plan alternativo; ahora, el Gobierno y el PP han cometido muchos errores y eso nos ha traído a los extremos".
Mientras todos los diputados consultados reparten culpas entre independentistas y Gobierno de Rajoy, Javier Maroto, vicesecretario del PP, ve solo la viga en el ojo ajeno: "En España no existe una extrema derecha, sí una extrema izquierda". ¿Y entonces los incidentes en Valencia o en la manifestación de la Plaza de Colón en Madrid? "La existencia de una alternativa política se manifiesta en la representación política y aquí la extrema derecha no tiene representación política. Ya sé que estas son cuestiones difíciles de entender para los que hacen el procés, pero es así. No hay representación parlamentaria". A los hechos se atiene, viene a decir, sin entrar en qué puede suceder después del 21-D.
ACCIÓN PARLAMENTARIA Y ACCIÓN DE MASAS
Más allá de las percepciones de los diputados se extienden las de los historiadores, como el catedrático Santos Juliá, siempre intentando mantener el análisis en los términos de lo razonable y con datos. "No creo que haya un resurgir de la extrema derecha; en cuanto a la extrema izquierda, son la CUP y sus jóvenes, la vanguardia del procés. La CUP ha determinado el proceso. Quitó a Mas de la presidencia y puso a Puigdemont; sin la CUP no habría nada de lo que está sucediendo en Cataluña, han sabido mezclar la acción de masas con la acción parlamentaria.
Por contra, la extrema derecha no ha organizado ninguna acción de masas, ha tenido que aprovechar las convocadas por otros para lanzar gritos y hacerse notar".
Lo cierto es que, por ahora, ni la extrema derecha ni la derecha más radical que presiona a Rajoy, tienen ninguna formación que sirva para competir con ellos en las elecciones. "Salvo que Aznar siga apoyando a Albert Rivera y ahí, en Cataluña, se agrupen los nostálgicos de Alejo Vidal-Quadras alrededor de Arrimadas. Defender españolidad y confundirla con ultraderecha puede ser rentable para Ciudadanos. El 21-D me refiero" pronostica un socialista, con ganas de enredar, mosqueado por el ascenso de Ciudadanos en el último CIS.