El problema está en Suiza
"Vuelve a tu puto país", "tienes un acento raro", o "¿por qué no llevas velo?" son algunas de las frases que cualquier migrante árabe ha sufrido. Incluida yo. Y es verdad que España no es el país mas racista de la UE, pero tampoco podemos decir que no afecta a España. El racismo es una práctica bastante extendida. Nuestro sentido común, ese que guía a veces con mayor acierto y otras con menos nuestro día a día, es racista. Cuando decimos que por estas fechas existen más de 2 millones de musulmanes en España (muchos de ellos españoles) que hacen el Ramadán, directamente nuestra perversa mente piensa en los problemas del fundamentalismo islámico y no sería muy extraño que más de uno asocie islam con terrorismo. Esto es culpa de la ignorancia sin duda, pero también de ese sentido común (que es histórico y se alimenta por todo un sistema político y mediático que ejerce presión sobre una población vulnerable como lo es la población migrante).
Nuestros gobernantes son racistas (y algunos no lo saben). Y sus políticas también (y lo saben). En los últimos años son muchos los países que legislan en contra de las personas migrantes como si el problema del paro o de la corrupción fuese culpa nuestra. Aquello de buscar un enemigo común es tan viejo como actual. Y el problema no es que unos locos que se autodenominan islamistas se inmolen a la entrada de un concierto. El problema es darles la razón a esos locos que señalan a toda la población musulmana. Porque creedme, esos locos también van contra nosotras. ¿Y quién nos defiende si en algunos países nos señalan y hasta nos echan? El refugiado es refugiado porque huye del hambre, de la guerra y la miseria.
En Europa también sabemos bien lo que es ser refugiado en el siglo pasado. Vivimos en un mundo donde ese sentido común -racista- es además individualista, pues muestra el éxito del neoliberalismo de las últimas décadas: si no me afecta no me duele - si no me duele no tengo porque buscar una solución - si no tengo porque buscar una solución me es indiferente. Y como decía Gramsci, yo también odio a los indiferentes. Precisamente lo que nos hace ser solidarios y juntarnos para solucionar las cosas (el 15M acertaba de lleno cuando decía "nos quieren en soledad pero nos tendrán en común") es ser capaces de pelear contra ese sentido común, y construir juntos una sociedad mejor en la que además quepa todo el mundo. Porque pelear por separado es mucho más difícil. Y nos llevan mucha ventaja por delante.
Volviendo a España, me vienen a la mente aquellos carteles del PP en Catalunya (una región con mucha pluralidad de gente por cierto) donde se podía leer "limpiando badalona", o declaraciones de Albiol criminalizando a la población gitana y árabe, o la frase de Andrea Levy "hay un choque de civilizaciones". Esto último me recuerda a otra desafortunada -y real- frase de Warren Buffet que podríamos transformar en "Hay un choque de civilizaciones pero la nuestra va ganando". En fin. Y el PSOE tampoco se queda corto. ¿Os acordáis de cuando José Carlos Díez, economista referente del PSOE, dijo en LaSexta Noche que "si pones una renta básica tendrás que poner francotiradores en la frontera"? Lo dice mientras día a día cientos de personas se dejan la vida en nuestras fronteras y se violan sistemáticamente los derechos humanos y el gobierno -apoyado por el PSOE y su socio naranja- mira a otro lado.
Puedo ahorrarme hablar de Cs, la formación naranja se presentó a las europeas en 2009 con Libertas y su modelo de país es Silicon Valley (un paraíso para empresarios multimillonarios, inversores y banqueros, los mismos que financian a la naranja mecánica). ¿Y qué nos queda? Empujar para transformar la sociedad, para que ningún niño en la escuela sea discriminado por razón de raza u origen, para que ninguna trabajadora migrante tenga que cambiarse su nombre para parecer lo que no es, para que ninguna familia tenga, además de pelear para llegar a fin de mes, que sufrir discriminación por ser "india" o "negra".
España es un país plurinacional, y la riqueza de su plurinacionalidad tiene también que ver con esas gentes que conformamos este país y cuyo origen es muy diverso: Ecuador, Senegal, China, Marruecos, Bolivia, Brasil, India, Argentina, Argelia... Para ello la clave es combatir desde la formación, la cultura o la educación ese sentido común racista y neoliberal. Hacer énfasis en la necesidad de reconocer el derecho de las nuevas ciudadanías. Reconocer su derecho a tener derechos, en igualdad de condiciones. Al igual que peleamos cada día por nuestros derechos como mujeres dentro del movimiento feminista, tenemos que juntarnos para pelear por nuestros derechos como migrantes. Porque nosotras somos mucho más que una mano de obra barata en tiempos de superávit o meras mercancías al servicio del poder económico y político.
Conviene recordar a Aznar abriendo la puertas a la migración porque necesitaba trabajadores precarios para la construcción. El proyecto de país de Rato y Aznar se sustentaba en pelotazos urbanísticos que sirvieron para que algunos -tal y como vemos hoy en día con los casos de corrupción- se lo llevasen crudo a costa de los más débiles, para variar. Porque aquellos que nos recortaron a todos y a todas nuestros derechos, aquellos que nos quitaron el trabajo, aquellos que nos bajaron el salario, aquellos que han hecho que nuestros hijos tengan que irse a buscar trabajo fuera, aquellos que nos han hecho pasar hambre no son precisamente migrantes.
Por el contrario quienes levantan día a día nuestro país es gente humilde y decente, gentes de orígenes diversos que con su sacrificio construyen nuestra patria. El pueblo. El problema por tanto no son los que vienen en patera, sino los que están aquí y tienen cuentas en Suiza. No tengamos miedo de decirlo y de combatirlo desde todos los espacios. Somos las mismas las que sufrimos las consecuencias de las políticas injustas de este gobierno. Juntémonos para luchar codo a codo. Para que nadie nos tenga que decir nunca más "vuelve a tu país". Porque mi país es éste.