El 'boom' de las bicis trucadas en Madrid: “No se matan porque Dios no quiere”
Crece la deslimitación de estos vehículos en algunos colectivos como el de los 'riders', unas modificaciones ilegales que pueden suponer un riesgo muy real.
A pesar de que resulta una práctica ajena para muchos usuarios de la bicicleta, cada vez es más habitual que en algunos colectivos apuesten por las modificaciones de este vehículo, lo que popularmente se conoce como trucarlo. Se trata de una cuestión que comienza a crecer con fuerza en ciudades españolas como en Madrid, y en ámbitos como el de los riders. Es decir, los repartidores a domicilio.
El método más usual para realizar estas modificaciones ilegales es el que permite deslimitar la velocidad máxima que alcanza una bicicleta eléctrica. Una cuestión que choca frontalmente con lo dispuesto en el Artículo 22 del Real Decreto 2822, así como en la la Directiva Europea 2002/24/CE.
Según dicha normativa, este tipo de vehículos deben contar con un motor eléctrico de 250 W y solo puede ser activado durante el pedaleo. Además, la velocidad de asistencia del motor no podrá superar el máximo de 25 km/h y en caso de que lo haga el motor deberá apagarse. A ello se suma que el peso global de toda la bicicleta y sus componentes no puede exceder los 40 kilogramos.
Aceleradores, kits y multas
“Le puse un acelerador parecido al de algunos patinetes. Al accionarlo, el aumento de velocidad era increíble. De hecho, la policía me persiguió en un par de ocasiones por haber hecho eso. Por suerte no me multaron nunca, porque ponen sanciones de 500 y hasta de 1.000 euros. Me advirtieron y al final se lo quité, aunque continuaba sin tope de velocidad”, explica a El Confidencial un migrante cubano de 38 años que trabajó durante 23 meses como repartidor en Madrid.
“Funcionaba con un acelerador. Es decir, para que el motor asistiera no debía mover la biela”, detalla esa misma persona, precisando que “esa modificación me costó 100 euros y me la hicieron en un taller que está por Chamberí” y que para poder rendir más la batería, duplicó su reserva de electricidad.
En el mismo reportaje publicado por el citado medio se recoge que si las bicicletas eléctricas de los riders de Madrid tuvieran que pasar una ITV para cumplir con lo establecido, probablemente más de la mitad quedarían fuera de circulación. Y es que el aumento de la velocidad viene acompañado, inevitablemente, de un crecimiento del riesgo ante un accidente.
Según dicha información, buena parte de los mensajeros adquieren kits de una marca en concreto, CicloTeck, que dispone de motores de 350 W. “Estos kits cortan a 25, a 33 o a 42 km/h”, cuenta el gerente de un taller madrileño, para recordar que “los motores que dan una mayor velocidad están prohibidos” y que “si un funcionario te detiene con algo así recibes una multa y la bicicleta queda decomisada”.
Bicicletas destrozadas por modificaciones
El motivo de por qué un trabajador se expondría a una sanción y a verse privado de su medio de trabajo y, por ende, de sustento, también la explica el migrante cubano: “Buscaba más rapidez en las entregas porque mientras más rapidez tengas más pedidos te puedes hacer en una hora. De eso se trata ese negocio, de perder el mínimo tiempo posible”.
“El 85% de nuestros clientes son riders”, explica al mismo medio un trabajador de Decathlon en Madrid. “No se matan en las bicis porque Dios no quiere. Las tienen con los frenos partidos, las ruedas completamente dobladas… Con que se muevan las bicis a ellos les vale. Yo he visto casos que por deslimitar las bicicletas se les ha partido el cuadro cerca del motor. Muchas ni siquiera eran eléctricas originalmente y cuando andan a esas velocidades no aguantan.”