El 'pin parental' o el método de la castración cultural
¿Se imaginan qué pasaría si sus padres les impidieran ir a clase de matemáticas o de historia durante su etapa escolar? ¿De qué manera les afectaría? ¿Cómo se desenvolverían en la sociedad? Se convertirían en personas inadaptadas, incapacitadas, se quedarían solas y tendrían menos posibilidades de sobrevivir que quienes supieran sumar y qué nos ha traído hasta aquí. Para algunos grupos políticos (y personas que votan a esos grupos políticos) hay conocimientos que no sólo ocupan lugar, sino que además ponen en riesgo el bienestar de sus hijos porque les hacen pensar.
La igualdad de derechos entre las personas, la aceptación de la diversidad o la libertad sexual son conceptos que les parecen tremendamente amenazantes y por eso han ideado, ¡tachán!, el “pin parental”. Una medida similar a la de bloquear el acceso a los menores a determinadas páginas de internet, pero aplicada a los contenidos educativos que se imparten en algunas clases.
¿Qué les dirán esos padres y madres a sus criaturas? “Pablito, hoy te voy a prohibir ir a clase porque pretenden enseñarte a respetar a quien no se parece a ti”. “Hoy mejor te quedas en casa Laurita, que quieren explicarte por qué no tienes que soportar que una pareja te controle”. “Lo siento Nachete, no es conveniente que aprendas a normalizar lo que sientes”. Esos padres creen que impedir a sus hijas e hijos acceder a la información es la mejor manera de prepararles para el mundo, en lugar de brindarles todas las herramientas posibles para que sean libres y piensen por sí mismos. Taparles los ojos, no dejar que escuchen y no ayudarles a entender es el sumun del cuidado y de la protección. Convertirles es personas intolerantes, rígidas e incultas es toda una demostración de amor.
La verdadera razón que se esconde tras la propuesta del ‘pin parental’ no es proteger a los hijos sino paliar el miedo de los padres. Sofocar el terror que les provoca ser cuestionados. Librarles del esfuerzo que supone el cambio. Excusarles de tener que hacer mejor las cosas y dejar que miren para otro lado. El ‘pin parental’ está hecho a la medida de unos tutores cobardes y vagos. Algunos argumentan que es para evitar que se imponga la ideología de género, sin reparar en que toda la educación que hemos recibido ya tiene una. Se llama machismo y el conocimiento es la única forma de detectarlo y combatirlo. El machismo está en los ejemplos sexistas de los problemas matemáticos, en la ciencia que basa sus estudios en el cuerpo masculino, en la historia que invisibiliza los logros de las mujeres y hasta en la censura que supone no hablar en los libros de historia de uno de los mayores logros de la humanidad: la democracia o lo que es lo mismo, el feminismo.
Todos deberíamos estar en contra de esta iniciativa, no sólo porque vulnera el derecho a la educación, sino porque también tiene consecuencias para el resto de población. Quienes insultan y atacan a las personas de otras culturas, creencias o tendencias sexuales son personas a las que les falta conocimiento. Quienes maltratan y vejan a las mujeres son personas a las que les falta conocimiento. Quienes niegan el feminismo y se oponen a la igualdad son personas a las que les falta conocimiento. La libertad es tener la posibilidad de elegir. Pablo, Laura y Nacho merecen estar preparados para desenvolverse en una sociedad diversa, igualitaria y tolerante, sin quedarse al margen y estar condenados a repetir los mismos errores que sus padres.