El 'lifting' congresual chino
En los prolegómenos del XIX Congreso del Partido Comunista de China (PCCh), que se inaugurará en Beijing el 18 de octubre, sobresalen los balances en todos los dominios que uno podría imaginarse.
En efecto, la reforma estructural de la economía no se ha quedado atrás en el lustro que ahora termina: desde la reducción del exceso de capacidad en algunos sectores al desapalancamiento, el aumento sustancial de los salarios y la reducción de las diferencias entre los ingresos urbanos y del campo, el control de la burbuja inmobiliaria, el repunte de los servicios, el auge del consumo como motor del crecimiento, la manufactura industrial, la urbanización, la reducción del consumo de energía por unidad de PIB, la inversión en I+D cada vez más cerca ya del nivel de los países desarrollados, la reducción de la burocracia o la simplificación de la gobernanza.
Y todo ello manteniendo un elevado ritmo de crecimiento, superior al seis por ciento. Frente a los titubeos de las economías de Occidente, la china, tantas veces señalada al borde del descarrilamiento, a juzgar por el tono de los alardes oficiales parece estar a las puertas de otro gran impulso.
Las reformas judicial, fiscal, impositiva, militar, educativa, de las empresas de propiedad estatal, la reducción de la pobreza, el freno de la contaminación, etc., completan el escenario de un elenco de cambios que abarca la integralidad de las áreas esenciales del país.
En el orden político, cabe citar el objetivo del Estado de derecho o la estricta gobernanza de un PCCh que, en paralelo, se hizo un lifting disciplinario que incluye la lucha contra la corrupción, of course, pero también una recentralización apuntalada con cantos a la lealtad y máxima fidelidad al liderazgo del Partido. Las enmiendas a los estatutos del PCCh encumbrarán el xiismo, es decir, las ideas, propuestas y estrategias atribuidas al actual líder chino como respuesta a las exigencias del tramo más delicado de la modernización del gigante asiático.
También en el orden internacional, China avanzó posiciones en el tablero global, mostrándose cada vez más proactiva en todos los frentes pero igualmente con originalidad, como lo demuestra, por ejemplo, la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Su actitud más firme en los diferendos territoriales y la expansión de su influencia por doquier son hechos irrefutables.
El PCCh llega, pues, a este XIX Congreso en pleno estado de revista y con el propósito declarado de trazar el rumbo que debe culminar en la realización del sueño chino de la revitalización nacional. Y lo hace desde la reivindicación a la par de un marxismo sinizado y de su identidad civilizatoria más auténtica.
Todo mejora con Xi Jinping
La China de Xi vivió estos cinco años en una fiebre reformadora que le ha situado en una posición inigualable para dirigir de forma indiscutible el Partido y el país. Así se desprende del operativo halagador que le circunda. La impresión de asistir a un renacimiento extemporáneo del culto a la personalidad, por más que irrite a las autoridades, es inevitable y advierte de una omnipotencia que puede, no obstante, asestar un duro golpe a la atmosfera protodemocrática que parecía vivirse en tiempos de su antecesor, Hu Jintao.
Todos esos logros ahora cantados sin disimulo no pueden opacar, sin embargo, las dudas que afloran en el horizonte a propósito de la estabilidad. La expulsión del jefe de la importante municipalidad de Chongqing, Sun Zhengcai, del PCCh, bendecida recientemente por su Comité Central, desbarata el guión tradicional de la sucesión y abre una posibilidad de alteración institucional que podría dañar el liderazgo colectivo común en las últimas décadas en las altas esferas del PCCh.
El "nuevo punto de partida histórico" a que llevó este periodo "extraordinario" con Xi Jinping al frente del PCCh permitió afrontar lacras que "antes eran muy difíciles de encarar" pero está por ver que consolida soluciones duraderas y satisfactorias para una población china que anhela dejar atrás no solo las penurias socioeconómicas sino también las convulsiones políticas.