El lado oscuro del 'Satisfyer': lo que nadie te ha contado del juguete erótico de moda
El succionador de clítoris también tiene sus 'contras' y podrían pasarle factura en tus relaciones sexuales.
Es el juguete erótico del momento. Ha sido el regalo más deseado de las Navidades y se ha convertido en un tema del que todos hablan en redes, medios de comunicación... No es para menos: el succionador de clítoris ha conseguido que se hable con normalidad de las masturbación femenina. No son simples palabras: las ventas del aparato se han disparado hasta un 440% en 2019 en comparación con el año anterior.
Este boom tiene un porqué: muchas (pero muuuuchas) mujeres llegan al orgasmo a través del clítoris y no de la penetración. Y el succionador es un gran aliado para eso: se habla de una media de dos minutos para llegar al orgasmo con el único gesto de colocar la pequeña boquilla de plástico en la vulva. Eso sí: no te dejes llevar por el nombre, el ‘Satisfyer’ no succiona, sino que emite ondas que estimulan el clítoris. Algunas mujeres han logrado, incluso, alcanzar el orgasmo por primera vez en su vida con este juguete.
No todo son buenas noticias. Varias sexólogas han empezado a advertir de que el famoso juguetito, como todo, también tiene sus contras. De hecho, si se lleva al límite su uso, cabe la posibilidad que la mujer que lo haga pueda no llegar a correrse de otra manera. Así lo explica la sexóloga Cristina Callao en su cuenta de Instagram @co_razones, en la que acumula cerca 50.000 seguidores. “Cuando nos acostumbramos a masturbar de una forma concreta, con un estímulo potente y localizado, corremos el riesgo de que sólo podamos orgasmar de esa manera”, señalaba en una publicación que no ha estado exenta de polémica.
Algunas se preguntarán ”¡¿por qué?!”. Es normal. Para un juguete sexual que se hace pensando únicamente en el placer de la mujer, resulta que puede pasar factura.
La explicación es sencilla: el cerebro se acostumbra a la intensidad generada por nuestro amigo tecnológico. Así lo explica Cristina Callao a El HuffPost, quien además asegura que “el uso no es malo si lo alternas con otras formas de masturbación que no sean tan intensas”. Callao cuenta que se ha encontrado casos en consulta de mujeres que no se habían masturbado nunca y, ahora que tienen el succionador, no se han molestado en “conocer su cuerpo, hacer un mapa erógeno de la zona, utilizar sus manos...”.
En este sentido, la psicóloga y sexóloga Adriana Royo coincide con su compañera: “Muchas mujeres vienen a consulta diciendo que ya no pueden tener orgasmos ni ellas solas ni con sus parejas”. “De repente, usan el Satisfyer cada día y esto hace que se acostumbre la parte neuronal del cerebro, como si fuese un hábito. También hay quien lo usa automáticamente o cuando está aburrida y su cerebro segrega dopamina, lo cual no es malo, pero si es mucha se convierte en hábito”.
Royo ha tenido casos de mujeres que se han hecho sangre de tanto usarlo o que se han insensibilizado el clítoris, aunque en el otro lado “están las que tienen la menopausia y están felices de poder vivir su sexualidad”.
El ‘fast food’ de los orgasmos
Otro de los problemas que tiene el succionador —yque muchas de las usuarias ven erróneamente como un beneficio— es la rapidez con la que se llega al orgasmo. La media es de dos minutos. “Se trata del fast food de los orgasmos y esto no está del todo bien porque el placer va de dedicarse tiempo, espacio y tomarse las cosas con calma”, señala Royo. De hecho, esta rapidez lo que hace es “acostumbrar a tu cuerpo a que el camino que te lleva al placer es de esta manera, con esta intensidad y estimulando sólo esa zona”.
Lo que ocurre, además, cuando estás con una persona de carne y hueso, “es que no te das el permiso para que la interacción sea más especial. Tu cabeza desconecta porque no llegas, ya que con el succionador va más rápido”. Y no sólo eso: Callao insiste en que tampoco se puede dejar que con esto “se vea como que el sexo acaba con el orgasmo, porque hay otras actividades”.
“Es importante permitirnos sentir, gozar de cada fase de la respuesta sexual humana y no pasar por ellas en segundos o minutos”, explica, porque la sexualidad “no es sólo llegar al orgasmo”, sino el trayecto que hacemos hasta él y “estamos creando muchos atajos”.
Entonces... ¿hay que dejar de usarlo?
Tranquila. No todo es blanco o negro. No tires el succionador. Callao recomienda, por ejemplo, usarlo “alternando otras modalidades de masturbación”.
Royo opina que “el tema no es usarlo, sino cómo lo usamos” y lo lleva un poco más allá: “Como es rápido lo usas y educas así a tu cuerpo. Esto hace que nos deshumanicemos y cada vez tengamos sexo más robótico. En vez de un amor libre, un amor liberalizado”.
Lo que hace en terapia para tratar estos casos es “volver a la forma tradicional de masturbación. Se trata de que te acostumbres a volver a la fantasía y, por ejemplo, llevar un diario de cómo te sientes cada día”.
No hay duda de que el Satisfyer ha contribuido a la revolución sexual de las mujeres y ha acabado con el tabú de la masturbación femenina. Pero, amiga, el abuso, como en todo, no es bueno.