El Juego del Federal
No siga leyendo esta columna si no sabe aún quién es el secretario general del PSOE elegido en el 40 Congreso Federal del partido.
(¡Atención, spoiler! No siga leyendo esta columna si no sabe aún quién es el secretario general del PSOE elegido en el 40 Congreso Federal del partido)
No lo entiendo. Algo muy raro le está pasando a mi televisor. Puse las noticias para ver imágenes del Congreso socialista de este fin de semana y aparecieron en la pantalla algunas de las figuras más relevantes del PSOE saludándose sonrientes, entrando en grupitos a la sede de la reunión, haciendo declaraciones amables a los periodistas. Pero todos vestían igual: llevaban un extraño chandal verde con un número cosido en la pechera. Adriana Lastra era la 034. Grande-Marlaska, el 298. Alguien llevaba el 412 impreso en la espalda. Se dió la vuelta: era Emiliano García-Page. Marta se sentó a mi lado en el sofá. ”¿Qué estás viendo? ¿El juego del calamar?”. No supe qué contestar.
“No... creo que... pero... si esto es el telediario...”. Los asistentes sabían que el objetivo de la reunión era elegir a la nueva Ejecutiva del secretario general entre todos los compromisarios que asistían al Congreso Federal. Pero no tenían claro cuál iba a ser el procedimiento. Las armas que llevaban unas extrañas figuras con monos rojos y máscaras disuadían a los asistentes de intentar abandonar el pleno. Ximo Puig, al frente de la Mesa del Congreso, intervino en primer lugar hablando de cohesión y de unidad. Algunos compromisarios aplaudieron con entusiasmo, otros los hicieron con desgana. Desde lo alto, unos francotiradores empezaron a ejecutar a éstos últimos. Fernández Vara fue el primero en caer. El pánico cundió en la sala pero nadie se movió. Un marcador digital colgaba del techo. “Número de delegados”. Bajó de 1000 a 525.
Todo era muy raro. Porque además el acto estaba teniendo lugar en la nave central de la catedral de Toledo. ¿Qué? Di unos golpes en la trasera de mi televisor por si todo fuera fruto de una avería que se resolviera con un simple meneo. Nada. Al parecer el deán había dado permiso para celebrar el Congreso Federal del PSOE allí, pero al arzobispo le había parecido fatal. José Bono y dos docenas de fieles más rezaban en el exterior como acto de desagravio contra tal ofensa en suelo sagrado. En el interior reinaba un tenso silencio entre los asistentes que quedaban vivos rodeados de cadáveres. De pronto, Susana Díaz comenzó a dar unos pasos de bachata y se dirigió a Pedro Sánchez con movimientos sensuales: “yo era atea, pero ahora creo, porque un milagro como tú ha tenido que bajar del cielo”.
Las pruebas se fueron sucediendo, reduciéndose cada vez más los compromisarios que quedaban vivos con posibilidades de integrarse en la nueva ejecutiva. En una sala anexa un personaje vestido con traje y una máscara hecha con diamantes seguía todos los acontecimientos por un circuito cerrado de vídeo. Sánchez entró en la sala y se dirigió a él con sumo respeto y temblor en la voz. “Señor, ¿está saliendo todo como usted lo había planeado?”. El enmascarado no apartó la mirada de los monitores. “In my opinion...” comenzó a decir. Mi televisor explotó. Marta dice que no recuerda nada, pero alguien ha metido esta mañana por debajo de mi puerta una extraña tarjeta.