El jinete blanco del Apocalipsis
Vivimos en un tiempo convulso lleno de incertidumbres (coronavirus, hambrunas, guerras, calentamiento global, deforestación amazónica…), pero no podemos perder la esperanza.
En el capítulo sexto del Apocalipsis (6,7-8) se puede leer: “Miré, y vi un caballo bayo. El que lo montaba tenía por nombre Muerte y el Hades lo seguía: y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad y con las fieras de la tierra”.
El título del conocido libro viene del griego “apokalupsis”, que significa “revelación”, y es que precisamente esa es su temática, dar a conocer las cosas que deben suceder.
Una de las imágenes más reiteradas en el imaginario colectivo cuando se desatan todo tipo de desgracias es la de cuatro jinetes sobre cuatro caballos de diferentes colores: negro, bermejo (rojo), blanco y bayo (amarillo).
Detrás de estos heraldos de la muerte se esconde una cortina de metáforas, una sinfonía de letanías e historias que han perdurado a través de los siglos. En este momento han vuelto a cobrar relevancia. Una vez más volvemos a estar intimidados por la imagen bíblica.
Hambre, peste y guerra
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha elevado a tres millones de personas sus previsiones de hambruna para este año, de forma que se situaría en 45 millones, que habitan en 43 países diferentes.
El 15 de febrero del 2022 las islas Cook reportaron su primer caso de coronavirus desde el inicio de la pandemia. Con este paciente el paradisiaco archipiélago se convertía en el último país del mundo en sufrir los efectos de la pandemia. Al contagiarse esta aldea irreductible ya no hay ningún lugar de la Tierra que no haya sido “mordido” por el virus.
Tan sólo nueve días después de esa noticia, los periódicos del todo el mundo abrían sus portadas con otro tema mucho más preocupante, si cabe: Rusia lanza una operación militar contra Ucrania. De esta forma, el foco de preocupación internacional se situaba en este país de la Europa del Este.
Esta invasión era la última derivada de una escalada entre los dos países vecinos que se había iniciado con la Revolución del Maidán (Kiev), entre noviembre de 2013 y febrero 2014. Con ella los ucranianos derribaron a su presidente, el prorruso Víktor Yanukóvich. Etimológicamente, maidán es un término de origen persa que significa plaza.
Mientras tanto, en otro lugar del mundo, en el Brasil de Jair Bolsonaro, la destrucción del Amazonas marca un nuevo récord. Si atendemos a las cifras oficiales, entre agosto del 2020 y julio del 2021 se perdieron una cantidad de kilómetros cuadrados equivalentes a 22 veces la ciudad de Madrid.
Pero hay un jinete blanco…
Volviendo al capítulo 6 del Apocalipsis, el único lugar de la Biblia donde se habla de los cuatro jinetes, allí se nos dice que el que cabalga sobre el caballo blanco lleva un arco (toxo) y una corona de vencedor (stephanos). Y es que, por encima de los otros tres jinetes, siempre ha triunfado el blanco, y ahora no va a ser una excepción.
Según la “Teogonía” de Hesíodo, en cierta ocasión los dioses, ofendidos por las incontables muestras de rebeldía de los hombres, enviaron a una mujer con una caja (pithos). La bautizaron como Pandora, la que lleva todos los regalos (del griego pan, todos y dora, dones). En la caja estaban encerrados todos los males y las calamidades del ser humano.
A pesar de la insistencia de Prometeo, Pandora fue incapaz de contener la curiosidad y, al abrir la caja, se dio el pistoletazo de salida a todo tipo de desgracias humanas pero, afortunadamente, pudo cerrarla a tiempo, dejando dentro de ella la esperanza (eris).
En este momento, nuestra eris —el jinete del caballo blanco— es que se produzca una desescalada y que los acontecimientos entre Rusia y Ucrania se desaceleren, evitando que el conflicto se extienda a países vecinos (Polonia, Hungría o Moldavia). A pesar de tantas incertidumbres, no perdamos la eris.