El jarrón dorado
Lo odió desde el día que se lo regalaron. Era un jarrón negro que una prima de su marido le trajo como recuerdo a su vuelta de un viaje a París. Gloria, la dueña del jarrón negro, una mamá de cuarenta y dos años, siempre había deseado colocar en su mesa del salón un jarrón dorado, pero había postergado la compra, y ahora su lugar era ocupado por uno negro. Deseó desprenderse de él desde el primer día, pero no podía hacerlo porque el jarrón tenía un problema. El problema era que... estaba en perfectas condiciones.
Un día al llegar a casa se encontró el jarrón hecho añicos en el suelo.
Su hijo Blas le dio un codazo accidentalmente y, sin saberlo, puso fin al suplicio de su madre. Blas, asustado, levantó su mirada del suelo esperando encontrar en el rostro de su madre una muestra de desaprobación. Para su sorpresa, se encontró una amplia sonrisa. Lejos de producirle fastidio, lo ocurrido le produjo alegría. Liberarse de esa pieza era lo que ella siempre había querido. Esa misma tarde, Gloria se encargó de ir personalmente de compras y adquirir su deseado jarrón dorado.
¿Por qué nunca tiró el jarrón negro, si tanto lo odiaba? Porque faltaba el detonante. Cuando la gente es reacia a tirar algo que no está roto, no es porque adore guardarlo, sino porque carece de la justificación que le dé el impulso para tirarlo. Puedes estar descontento con tu jarrón, pero no haces algo para reemplazarlo hasta que no se rompe. La moraleja está en que algo supuestamente negativo, la rotura, se convierte en el principio de algo que es tremendamente positivo, el detonante que provoca una mejora.
¿Qué nos enseña esta fábula? Que igual que, cuando algo se rompe, la rotura es el detonante para resolver el problema, cuando en nuestra vida hay una situación de crisis, esta se convierte en el detonante para mejorarla. Igual que las roturas son el empujón del cambio, las crisis son el inicio del crecimiento. Algo que aparentemente supone empeorar, como que algo se rompa, realmente se traduce en mejorar: hacer un cambio que te hace estar mejor que antes.
La paradoja de este Peldaño está en que igual que nadie en su sano juicio va a aplastar un jarrón contra el suelo sólo para justificar el cambio, nadie en su sano juicio va a provocar deliberadamente una crisis, a pesar de que gracias a ellas surge el crecimiento. Por tanto, no tiene sentido buscar las crisis, pero sí lo tiene ser consciente de las enormes mejoras que cada una produce. La próxima vez que se te rompa tu jarrón negro, no debes alegrarte por su rotura, pero sí debes entender que la muerte del negro es el nacimiento del dorado.
#LaInteligenciadelÉxito
Agradece tu próxima crisis. Dentro de un año serás el doble de grande
y el triple de fuerte gracias a ella.
@Anxo