El helicóptero del dinero, la polémica propuesta de EEUU para hacer frente a la crisis
Cada estadounidense recibirá un cheque de 1.200 dólares en su cuenta.
Imagine que, al abrir la aplicación del banco en el móvil, descubre que tiene 1.100 euros más en su cuenta bancaria de saldo que el día anterior. No es un sueño. Esto le está ocurriendo a millones de estadounidenses durante esta semana: cada adulto recibe 1.200 dólares y otros 500 dólares por cada hijo.
Ninguno de los beneficiarios ha tenido que trabajar para conseguir ese dinero. Tampoco ha necesitado solicitar tediosas ayudas a la administración pública, ni alegar con documentos que reunía los requisitos. Simplemente han recibido el dinero en su cuenta, sin hacer nada. ¿Sería posible algo así en España?
Esta ayuda directa a las familias es la medida estrella del paquete de estímulos económicos del Congreso de Estados Unidos para inyectar 2,2 billones de dólares (1.820 millones de euros), el mayor de la historia del país, para paliar los efectos de la pandemia del coronavirus.
Una prestación que no llega a todos los ciudadanos estadounidenses, sino sólo a aquellos trabajadores que tengan un número de la seguridad social. Eso sí será de gran ayuda para 22 millones de personas que han solicitado el subsidio por desempleo en las últimas cuatro semanas. Aquellos que no tengan cuenta bancaria recibirán un cheque firmado por Donald Trump.
“El envío de cheques garantiza un ingreso a familias de bajos ingresos para que puedan hacer sus pagos urgentes: comida, alquiler, hipotecas o facturas. Por tanto, es una medida de protección de rentas que ayuda a población vulnerable”, señala Ignacio González García, profesor de economía en la American University, de Washington DC.
A estas inyecciones de dinero directas al bolsillo de los ciudadanos se las conoce en el mundo económico como dinero helicóptero, helicóptero del dinero o helicóptero monetario.
El helicóptero del dinero es una política monetaria propuesta en 1969 por el economista liberal Milton Friedman, premio Nobel de Economía, que pretende impulsar la economía en un momento de recesión o estancamiento. Se usaría únicamente como último recurso cuando otras opciones han fracasado, es decir, en caso de emergencia.
Este economista utilizó un ejemplo muy gráfico para ilustrar esta política. “Cuando Friedman explicó esta idea, habló de que pasaba un helicóptero volando y que el dinero caía desde el cielo”, cuenta Samer Ajour, profesor de la escuela de negocios EAE Business School.
Normalmente cuando la economía cae, se destruye empleo. Esa destrucción de puestos de trabajo implica que hay ciudadanos que dejan de percibir un salario y, por tanto, de gastar dinero. Si la gente no consume y no hay expectativas de que lo vaya a hacer en el futuro, los precios caen.
Esta política monetaria pretende detener esa espiral y fomentar el consumo para reactivar la economía y frenar la caída de los precios. “Estados Unidos está intentado estimular la economía porque si la gente pierde el trabajo no puede consumir al no tener dinero. El Gobierno están dando esos 1.200 dólares a los ciudadanos para que no dejen de consumir como hacían antes y para que las empresas no paren su actividad”, explica Ajour.
La concepción original de esta política monetaria era que el banco central de un país imprimiera nuevos billetes ante una situación de emergencia para repartirlos entre los ciudadanos y que ellos lo gastaran. “Consistiría en imprimir más euros”, señala Ajour.
Este escenario ideado por Friedman no es exactamente igual a lo que está ocurriendo actualmente con el reparto de dinero en el país norteamericano, al menos de momento, aunque sí se podría dar en el futuro.
“El envío de cheques es un helicóptero fiscal, no un helicóptero monetario. La expresión de helicopter money tradicionalmente se ha usado para referirse a dinero creado por un banco central y distribuido directamente a los ciudadanos. Esto no es lo que se ha aprobado en Estados Unidos, donde tenemos al Gobierno federal repartiendo estos cheques”, explica González García.
“Los recursos para pagar esos cheques son puramente fiscales [impuestos]. Si todo este gasto se acabase financiando con un aumento de deuda pública que se acaba monetizando, entonces sí podríamos hablar de helicóptero monetario. Pero aún no estamos ahí”, matiza.
Esta política del helicóptero monetario cuenta con muchos defensores, pero también con numerosos detractores. Habitualmente no goza de buena fama, porque la primera imagen que a muchos les viene a la cabeza si le hablan de imprimir billetes es Venezuela.
La principal ventaja es que si los ciudadanos gastan el dinero que les han dado, se estimula el consumo y, por tanto, se reactiva la economía. Esto implicaría que los precios dejan de caer.
“Los cheques reducen la probabilidad de que las familias dejen de pagar sus préstamos e hipotecas y, con ello, el riesgo de que la crisis sanitaria derive en una crisis financiera. También ayudar a sostener mínimamente la demanda, aunque no están concebidos como una medida de estímulo fiscal porque la oferta está restringida”, señala González García.
Su gran desventaja es que genera una distorsión en el mercado. El principal riesgo es que puede generar hiperinflación, una subida de precios muy elevada al producirse una devaluación de la moneda. “Al imprimir más billetes, bajaremos el poder adquisitivo de la moneda que nosotros teníamos hasta ese momento”, apunta Ajour.
Algunos economistas piden al Banco Central Europeo que lance un programa de dinero helicóptero para limitar el daño económico que está provocando la pandemia. “Los europeos vamos a tener el mismo problema porque no todo el mundo va poder consumir de la misma manera que se consumía antes del coronavirus”, defiende Ajour.
Incluso, el gobernador del Banco de Francia, François Villeroy de Galhau, ha defendido recurrir al helicóptero de dinero si hubiera “un gran riesgo para la estabilidad de los precios”. Aunque la presidenta del BCE, Christine Lagarde, ha dejado claro estas semanas que no es una de las opciones a explorar por parte del Consejo de Gobierno. “Nunca ha debatido la cuestión”, ha señalado.
No es la primera vez que se plantea la utilización de esta política monetaria en la UE, aunque resulta muy difícil de imaginar que realmente se lleve a cabo. Esto de debe a la dificultad de ponerse de acuerdo entre los Estados miembros, cuyos Gobiernos defienden políticas distintas para superar la crisis; las reticencias que puedan surgir entre los socios como Alemania; y las diferencias existentes entre los países de la eurozona, por ejemplo, en cuestión de rentas.
Por otro lado, la ventaja que tiene la Unión Europea para aplicar esta política monetaria es que ha tenido una inflación baja en los últimos años. El aumento de los precios se ha situado siempre por debajo del 2%, el tope que marca el Banco Central Europeo.
“La UE tiene una inflación muy baja por la falta de consumo. Se estima un aumento del 1% de aquí a 2021, y, además, tenemos unos tipos de interés negativos. Si imprimiéramos más euros y tuviéramos que devaluar la moneda, no nos afectaría tanto”, señala Sajour.
También hay que tener en cuenta que muchos países europeos ya cuentan con redes de seguridad para sus ciudadanos en momentos de dificultades, a diferencia de lo que ocurre en Estados Unidos. Las prestaciones por desempleo, por poner un ejemplo, permiten a los ciudadanos mantener un cierto consumo.
“La situación de España y de la UE son distintas. La mayoría de los países europeos tiene un sistema de protección de rentas que tiene más alcance, por lo que no necesitan una medida ad hoc como el envío de cheques. Estados Unidos no tiene un sistema como los ERTEs, que dan derecho a la prestación por desempleo durante la suspensión de la relación laboral”, señala González García.
Además, los Gobiernos europeos están tomando medidas para proteger las rentas de aquellos colectivos que no tenían esa protección como el proyecto del ingreso mínimo vital que prepara el Ministerio de Inclusión o las ayudas a autónomos y empleadas del hogar, sin tener que recurrir a los cheques del país norteamericano.