El hallazgo de un agujero negro supermasivo revela los secretos de los centros galácticos
Los investigadores han estudiado la galaxia Messier 77, a 47 millones de años luz de la Tierra.
Un agujero negro oculto en una nube de polvo de la galaxia Messier 77, a 47 millones de años luz de la Tierra, ha confirmado una teoría defendida desde hace décadas. En el interior de las galaxias se encuentran agujeros negros supermasivos que marcan su evolución.
La revista Nature ha publicado este miércoles las conclusiones de un estudio elaborado a partir de datos extremadamente detallados obtenidos con el interferómetro del gran telescopio del Observatorio Europeo Austral (ESO) del gas que se acumula en esa galaxia, también identificada como NGC 1068.
En concreto, el trabajo dirigido por Violeta Gámez, de la Universidad de Leiden (Países Bajos), ha determinado que la densa nube de polvo oculta un agujero negro supermasivo en el centro de la cercana galaxia Messier 77. El grupo de investigadores ha determinado que el material de su centro galáctico gira en torno a un gran agujero negro, que acabará devorándolo por completo.
La estructura del grueso anillo de polvo cósmico que cubre el agujero negro de Messier 77 proporciona nuevas evidencias clave para respaldar la teoría conocida como el Modelo Unificado de los núcleos galácticos activos (AGN por sus siglas en inglés). Esos centros masivos son “los bloques de construcción esenciales en la creación y la evolución de las galaxias”, explicó a Efe la autora principal del trabajo. Este proceso, que se considera común con otros núcleos galácticos libera grandes cantidades de energía, que podrían llegar a eclipsar al resto de estrellas de la galaxia.
Observaciones anteriores de diversas galaxias, incluida NGC 1068, habían apuntado a la presencia de material caliente cerca de sus centros, pero “la longitud de onda y el rango de resolución de esas observaciones no eran adecuados para establecer la estructura de la nube de polvo”, indicó Gámez.
“Nuestros resultados son la prueba más directa del Modelo Unificado”, destacó la investigadora. “Aunque ningún resultado único resolverá todas las preguntas que tenemos, hemos dado un paso importante en la comprensión de cómo funcionan los AGN”, ha agregado.
Las observaciones han sido posibles gracias al instrumento MATISSE (siglas en inglés para Experimento Espectroscópico Multiapertura en el Infrarrojo Medio) ubicado en el desierto de Atacama (Chile).
MATISSE combinó la luz infrarroja recibida por los cuatro telescopios de 8,2 metros del Very Large Telescope (VLT) del Observatorio Europeo utilizando una técnica llamada interferometría para escanear el centro de Messier 77, a 47 millones de años luz de distancia en la constelación de Cetus.
“Las imágenes que obtuvimos detallan los cambios en la temperatura y la absorción de las nubes de polvo alrededor del agujero negro”, detalló el coautor Walter Jaffe, profesor de la Universidad de Leiden.
La temperatura del polvo varía entre algo más de cero grados y 1.200 grados centígrados. Esos cambios permitieron construir un mapa detallado e identificar dónde debe de estar situado el agujero negro, una estructura que respalda el actual Modelo Unificado.
Gámez recalcó que el trabajo puede ayudar a “comprender mejor la historia de la Vía Láctea, que alberga un agujero negro supermasivo en su centro que pudo haber estado activo en el pasado”.