El futuro de Nuevas Generaciones será el futuro del PP
Los jóvenes del Partido Popular estamos ante una gran responsabilidad, la de comenzar a dibujar la España del futuro que queremos tener.
El Partido Popular se mueve. El próximo 24 de enero, en Barcelona, Nuevas Generaciones elegirá a su nuevo presidente en un Congreso Nacional que no podía llegar en mejor momento, y es que la coyuntura política general, así como los desafíos organizativos internos en particular, harán que quien resulte elegido tenga ante sí dos retos mayúsculos, pero de una importancia capital para el futuro tanto de Nuevas Generaciones como del Partido Popular.
Si miramos hacia el interior de la organización, el nuevo presidente de Nuevas Generaciones se va a encontrar con la tarea de modernizar y dinamizar las estructuras de la organización. No cabe duda de que todos los presidentes anteriores se enfrentaron a algo similar, pero tampoco es menos cierto que el momento de quiebre que vivimos es especialmente acusado. La sociedad española avanza a un ritmo vertiginoso, y las organizaciones deben adaptarse a esos cambios para responder a su razón de ser. En el caso de Nuevas Generaciones, el reto se plantea en tres planos distintos. Uno organizativo, donde urge una renovación de las organizaciones territoriales, con una estructura más horizontal que acerque a la organización al sentir de la calle, que garantice así el cumplimiento de su compromiso con la sociedad civil y que sirva de nexo entre ésta y el Partido Popular. Otro participativo, creando las herramientas necesarias para que los jóvenes no solo estén en Nuevas Generaciones, sino que, además, cuenten. Para que cuenten en la creación de conocimiento y en la toma de decisiones estratégicas para su organización. Y, por último, uno formativo, potenciando las escuelas de formación y ayudando al gran salto que para muchos supone entrar en cargos intermedios y concejalías por primera vez.
Si por el contrario miramos hacia el exterior, la situación crítica que vive España, con una sociedad cada vez más polarizada y cainita, con una economía amenazada de derrumbe y con todos los pactos constitucionales y de convivencia volados por los aires, confiere una especial relevancia al papel que el próximo presidente de Nuevas Generaciones pueda jugar al frente de la organización juvenil del Partido Popular como apoyo a la estrategia nacional del partido, y que fue perfectamente definida por Pablo Casado en la moción de censura. Una estrategia que se apalanca en la vocación de mayoría de un partido integrador que, frente a la ruptura y al populismo imperante, se sitúa con firmeza en el reformismo y en la democracia. Y es precisamente por eso que el futuro de Nuevas Generaciones debería pasar indefectiblemente por ser la organización juvenil tranquila, sensata y moderada en las formas y firme, libre y contundente en los contenidos que España necesita en unos tiempos en los que, frente a las alegorías bélicas y la venganza, lo rompedor es debatir, proponer y trabajar por un futuro de esperanza donde quepamos todos. Un reto solo a la altura de la organización política juvenil más importante y reconocida de España.
Por todo ello, no cabe ninguna duda de que esta no será una elección más, de mero trámite estatutario, sino una decisión trascendental como pocas veces lo ha sido la elección de un presidente de Nuevas Generaciones. Una decisión que no solo va a afectar al modelo de organización que queremos ser, sino también al soporte que podamos dar y sobre el que puedan apalancarse las opciones de gobierno futuras del Partido Popular.
En ocasiones, los tiempos nos ponen a los jóvenes en posición no solo de soñar, sino de estructurar algo nuevo, de diseñar nuestro futuro. Este es uno de esos tiempos, y es por ello que los jóvenes del Partido Popular estamos ante una gran responsabilidad, la bonita responsabilidad de comenzar a dibujar la España del futuro que queremos tener. Un futuro de convivencia cívica, de tolerancia, de unidad nacional, de respeto constitucional, de supremacía de la ley e íntimamente ligado al gran proyecto europeo. Exactamente, todo lo que nos falta hoy.