El Feministómetro
El Feministómetro es un dispositivo que a menudo aparece en los feminismos y activismo por los derechos de las mujeres que fomenta luchas de poder, camarillas, celos y -si eso no es suficiente- estimula la reproducción de la socialización para la competencia y la alienación entre las mujeres.
Se puede resumir en la expresión:
Entiendo los feminismos como revoluciones de subjetividades basadas en la idea radical de que las mujeres somos personas ... y resulta que las personas somos diversas, el resultado de nuestras experiencias y la forma en que las interpretamos.
Me pregunto ¿por qué hay tanto drama, juicio, indignación y castigo social en los espacios feministas cuando las mujeres, en el proceso de descubrir y reclamar nuestra persona, demostramos ser diferentes en nuestras formas de pensar, en lo que consideramos liberación o no, en lo que nos hace felices y nos hace sentir feministas?
El Feministómetro hace que los activismos por los derechos de las mujeres se sientan como programas de disciplina en los que recibimos instrucción sobre qué decir y cómo decirlo, cómo comportarse y actuar para "no dañar EL MOVIMIENTO" (¿Cuál?) si queremos el derecho a pertenecer a él.
Hay varias situaciones de la vida cotidiana en los que si una camarada no quiere seguir al grupo o desafia las opiniones de las mujeres en el poder, el grupo le quita "El Carnet Feminista", por ejemplo: si se atreve a criticar a las "vacas sagradas", a desafiar ideas que se asumen como verdades absolutas, es muy probable que sienta el aguijón del Feministómetro en las entrañas.
Las diferencias en comprender los principios y las prácticas feministas pueden ser una razón para aplicar el Feministómetro. Si una activista cree en los espacios "solo para mujeres" podría ser tachada por sus pares como una "Odia- Hombres", una mala feminista, "no como nosotras, que somos tan amables, sabias e inclusivas".
El Feministómetro también se aplica a cosas más personales como usar maquillaje y tacones altos, copa menstrual o compresas desechables, casarse o no, tomar el nombre del marido o no, expresiones de lenguaje, opciones de ropa, creencias, aficiones, preferencias, etcétera. etcétera. etcétera .
Con el Feministómetro en mano y en nombre del más alto y verdadero de Feminismo, que siempre es aquel que hace sonreir a nuestro propio ombligo, discriminamos a otras activistas por su raza, identidad sexual, estilo de vida o clase social.
O simplemente, las boicoteamos porque tenemos que cuidar nuestra posición.Y es que en estos tiempos de capitalismo salvaje y competencia brutal, el feminismo se ha convertido para más de alguien en una inversión y una manera de financiar la vida. Hay que cuidar el Kiosco y no hay forma más rápida y efectiva para ello que despolitizar a la competencia con un "No es Feminista".
Nooo! No es que seamos presas de nuestras inseguridades o deseos de poder y control; no es que creamos que están tomando "lo que es nuestro". Pero, es sólo que ellas piensan demasiado diferente y "eso no es Feminista".
Sí, exactamente como el patriarcado y su "Eso no es lo que una buena mujer haría".
Es agotador.
Sin embargo, es una buena señal de cómo hemos avanzado en la superación del patriarcado: si estamos dispuestas a excluir a las mujeres y sus talentos o tenemos tiempo para concentrarnos en pequeños asuntos, es porque ya no tenemos que preocuparnos por la violencia sexual, la muerte materna y la feminización de la pobreza, ¿Verdad? ... ¿Cierto que sí?
El Feministómetro es el Mono de la Gratificación Instantánea de los feminismos y es muy efectivo en contentar egos carentes. Provee de una tranquilidad pasajera de "estar en lo correcto", la idea de que nuestra opinión sobre cómo otras mujeres se organizan para luchar es relevante e imprescindible y la noción de una cierta superioridad moral asociada a la necesidad de control y preeminencia.
Michel Foucault dice que nos acostumbramos a la resistencia, que nos volvemos "domésticos" y si alguien decide cuestionar el statu quo de nuevo, los alienamos. Creo que los feminismos existen para sacudir todas las zonas de confort, incluidas las nuestras.
Es el poder para el desafío y el desafío de ser inconveniente, lo que hace posible el feminismo como una estrategia efectiva para desmantelar el patriarcado. La noción radical de que las mujeres somos personas y la idea de que nuestras luchas exigen el deber ético pero voluntario de reconocernos mutuamente en nuestra humanidad, también incluye a mujeres que no nos simpatizan y a las que nos confrontan.