El fallido muro de Trump al final no resultó tan fallido
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El fallido muro de Trump al final no resultó tan fallido

Sólo ha construido 8 kilómetros de los 3.170 que tiene la frontera México-EEUU, pero lo importante no es el muro, sino lo que significa.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, participa en una ceremonia para conmemorar la milla 200 del muro entre México y EEUU. En San Luis, Arizona, el 23 de junio de 2020.SAUL LOEB / AFP) (Photo by SAUL LOEB/AFP via Getty Images

“Construiré un muro enorme, y nadie construye muros mejor que yo, creedme. Además lo construiré muy barato. Construiré un muro grande, muy grande, en nuestra frontera sur, y haré que México lo pague. Recordad mis palabras”. 

Han pasado cinco años de aquel discurso del entonces candidato republicano a las elecciones de Estados Unidos, Donald Trump, y las palabras del ahora presidente han envejecido mal. “El Gobierno dice que en estos años ha construido 300 millas [482 kilómetros] de nuevo muro, pero en realidad sólo 5 de esas millas [8 kilómetros] cubren zonas donde anteriormente no había ningún tipo de barrera”, explica Travis Waldron, reportero político de la edición estadounidense del HuffPost.

Es decir, la Administración Trump se ha limitado a “reemplazar la frontera antigua con vallas de acero nuevas, justo como hizo el expresidente Obama”, resume S.V. Dáte, corresponsal del HuffPost en la Casa Blanca. La frontera entre Estados Unidos y México tiene una longitud de 3.170 kilómetros.

“Es la primera promesa de Trump que viene a la mente, y obviamente no la ha cumplido”, zanja Dáte, que además recuerda que “México no ha pagado un solo peso”. “El dinero procede del presupuesto del Departamento de Defensa, y mientras tanto los proyectos de construcción de escuelas y centros de día para familias de militares se han retrasado o cancelado”, lamenta el corresponsal. 

Trump sigue mintiendo, y afirma que el muro está casi terminado, y que México está pagando. A sus seguidores no les importa. Igualmente, le van a votar
S.V. Dáte

Sin embargo, la bola de mentiras continúa creciendo. “Trump sigue mintiendo, y afirma que el muro está casi terminado, y que México está pagando. A sus seguidores no les importa. Igualmente, le van a votar, porque la mayoría de los que están interesados en el muro son racistas, y Trump es un racista”, señala Dáte. 

Ahí está la clave. No en que Trump sea racista, que también, sino en que “a sus seguidores no les importa” si hay o no muro. 

“El muro es un constructo. Es una herramienta de movilización política, y el propio Trump lo contó”, apunta Pedro Rodríguez, profesor de Relaciones Internacionales de Comillas ICADE y experto en política estadounidense. “En sus mítines, se dio cuenta de que cuando bajaba el interés de los espectadores, le funcionaba hablar sobre el muro, porque al instante se disparaba la atención del público. Lo del muro es un artilugio populista. Es proponer una solución medieval a problemas del siglo XXI; es plantear remedios simples a cuestiones increíblemente complejas”, explica Rodríguez.

“¿Alguien se cree realmente que las crisis de la inmigración o de los refugiados se resuelven con la construcción de un muro?”, insiste el profesor. “Se han hecho trozos, algunos mal hechos, pero, ¿qué importa eso?”, plantea. Para Rodríguez, la imagen de Trump sacando a relucir el muro es como “cuando un cómico saca un objeto en el escenario para atraer la atención del público”. “¿Qué más da que el pollo sea de plástico? Es una herramienta de distracción y de movilización política, para aprovechar tensiones y promover divisiones, miedos, frustraciones. Trump funciona así”, sentencia.

Se han hecho trozos, algunos mal hechos, pero, ¿qué importa eso? El muro es una herramienta de distracción y de movilización política
Pedro Rodríguez

“Es un ejemplo más de su cuñadismo. Y es absurdo porque, aparte de que es increíblemente caro, es increíblemente difícil construir el muro que Trump prometió”, señala Rodríguez, teniendo en cuenta que a lo largo de la frontera hay río, montañas y propietarios de unos terrenos “que no quieren ni oír hablar del muro”.

En enero de 2019, el Congreso estadounidense destinó 1.380 millones de dólares para la construcción del muro, muy lejos de los 5.700 que había solicitado Trump. La discrepancia dio lugar al ‘cierre del Gobierno’ (shutdown) más extenso en la historia del país, pero la estrategia no salió del todo mal al presidente. Trump declaró la emergencia nacional y desvió 6.600 millones de dólares del Pentágono y el Departamento del Tesoro para financiar la construcción del muro

Trump se empeñó en que lo iba a hacer, y con cada avance del muro, reforzaba su discurso, aunque fuese mostrando sólo una foto de un trocito de muro, aunque fueran imágenes de las barreras que ya estaban antes de ‘su’ muro”, apunta Roberto Álvarez, investigador del Instituto Franklin-UAH y director de Marketing Institucional y Comunicación Electrónica de la Universidad de Alcalá.

  Trump enseña una foto de la frontera entre México y Estados Unidos, en Arizona, el 23 de junio de 2020. SAUL LOEB/AFP via Getty Images

“La realidad es que no ha conseguido la proeza”, aclara Álvarez. “Imagino que lo que hará, como hasta ahora, es echar la culpa a otros; en este caso, a la falta de financiación y a los demócratas por haberle puesto palos en las ruedas”, vaticina el profesor. “Pero, desde luego, de aquí a las elecciones no lograrán sacar adelante un muro, a no ser que se lo inventen”.

De aquí a las elecciones no lograrán sacar adelante un muro, a no ser que se lo inventen
Roberto Álvarez

Este año, el proyecto del muro sufrió un nuevo revés. El 20 de agosto, el exasesor de Trump Steve Bannon fue detenido, acusado de defraudar cientos de miles de dólares a personas que donaron fondos para la construcción del muro. Bajo el paraguas de la ‘ONG’ We Build the Wall (Nosotros construimos el muro, en inglés), Bannon y otros impulsores lograron recaudar unos 25 millones de dólares [21 millones de euros] que no utilizaron para levantar una valla sino para lavar dinero y “llevar una vida de lujos”, en palabras de la fiscal estadounidense Audrey Strauss.

La construcción no está, pero el constructo —el relato— sí. La realidad es que Trump y sus seguidores siguen sacando a colación el infame muro, “aunque no tanto como en 2016”, señala Travis Waldron. “Definitivamente, sigue habiendo gente que vota a Trump por el muro, pero sobre todo por lo que simboliza: un enfoque mucho más duro con la inmigración”, afirma. 

Recordemos que la función principal del muro era frenar las “hordas de invasores” procedentes de México, a cuyos habitantes Trump definió como “criminales” y “violadores”. La retórica racista de Donald Trump es inconmensurable, y con dos años recién cumplidos en la presidencia, llamó directamente “agujeros de mierda” a países como Haití, Nicaragua y El Salvador.

Definitivamente, sigue habiendo gente que vota a Trump por el muro, pero sobre todo por lo que simboliza: un enfoque mucho más duro con la inmigración
Travis Waldron

Antes de pronunciar su famoso ’shithole countries’, Trump ya había dejado claro qué tipo de países no le gustan. En enero de 2017, con la excusa de proteger Estados Unidos de “los terroristas”, el presidente firmó tres órdenes ejecutivas que prohibían la entrada de personas procedentes de países de mayoría musulmana. Enseguida, un juez rechazó la norma, pero el presidente siguió insistiendo y emitió una nueva orden que excluía de esas restricciones a los residentes permanentes.

Esa versión sí fue aprobada por el Tribunal Supremo, controlada por una mayoría de jueces conservadores. Según Al Jazeera, en 2018 el Departamento de Estado rechazó 37.000 solicitudes de visa por el ‘veto musulmán’ y concedió solo el 6% de las solicitudes de exención humanitaria en los casos que contemplaba la orden de Trump. La prohibición de viajar provocó la separación de familias.

En la agenda antimigrantes de Trump, también han tenido cabida los ‘soñadores’ o dreamers, beneficiarios del programa DACA que impulsó Barack Obama en 2012 e interrumpió Donald Trump en 2017. Ahora, en 2020, el Tribunal Supremo ha declarado ilegal el plan con el que Trump pretendía deportar a cerca de 650.000 jóvenes indocumentados que entraron al país de niños.

La inmigración sigue siendo una cuestión clave en las elecciones
Travis Waldron

El hecho de que haya niños implicados no genera la más mínima empatía en el presidente. En 2018 dieron la vuelta al mundo imágenes de cientos de niños cuando los separaban de sus familias. Se veía, y oía, a personas enjauladas hundidas en el llanto, pero acusadas de entrar ilegalmente en Estados Unidos, lo cual las convertía automáticamente en criminales a ojos de la Administración, y les impedía permanecer con sus hijos. Entre julio de 2017 y octubre de 2019, más de 5.400 menores fueron separados de sus padres en la frontera con México.

Trump ordenó poner fin a esa cruel política el 20 de junio de 2018, pero nunca se supo si todos los pequeños separados pudieron ser reunificados con sus familias. Hace unos días, se conoció un documento presentado ante un tribunal federal de California según el cual los abogados no han logrado ubicar a los padres de al menos 545 menores de edad separados a la fuerza de sus familias migrantes indocumentadas entre 2017 y 2018.

En 2020, Trump no atiza tanto con el tema de México y el muro, pero “la inmigración sigue siendo una cuestión clave” para las elecciones del próximo 3 de noviembre, sostiene Travis Waldron. “Para la base conservadora es importante porque les gusta la mano dura de Trump con la inmigración; para la base progresista, es crucial porque están horrorizados con las draconianas políticas de Trump de separación de familias, con la militarización de la frontera y de las agencias migratorias, y, en general, con su trato a los migrantes”, resume Waldron.  

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Marina Velasco Serrano es traductora de formación y periodista de vocación. En 2014 empezó a trabajar en 'El HuffPost' como traductora de inglés y francés en Madrid, y actualmente combina esta faceta con la elaboración de artículos, entrevistas y reportajes de sociedad, salud, feminismo y cuestiones internacionales. En 2015 obtuvo una beca de traducción en el Parlamento Europeo y en 2019 recibió el II Premio de Periodismo Ciudades Iberoamericanas de Paz por su reportaje 'Cómo un Estado quiso acabar con una población esterilizando a sus mujeres', sobre las esterilizaciones forzadas en Perú. Puedes contactar con ella escribiendo a marina.velasco@huffpost.es