El espíritu de la antinavidad triunfa en el Parlamento
Lo que flotaba en el hemiciclo y en los pasillos era una sensación de agotamiento, preocupación y tristeza.
Ebenizer Scrooge se hubiera sentido en su salsa en el Congreso de los Diputados. Hoy, víspera del sorteo de la Lotería Nacional -mañana habrá otro día duro aquí- lo que flotaba en el hemiciclo y en los pasillos era una sensación de agotamiento, preocupación y tristeza, pero también de necesidad de remontar la situación.
La izquierda ha vuelto a mostrarse unida, como escenificaron anteayer y ayer por la tarde tras la interferencia del poder judicial en el Parlamento. Que lo que sucedió entre lunes y martes marcará un hito no lo discute nadie, pero la derecha del PP, representada por Cuca Gamarra, estaba eufórica y daba la vuelta a la tortilla en esta locura que es la desinformación y el tomar el control de los relatos.
La duda ¿cuánta gente ha seguido, entendido, interesado por un asunto tan grave? ¿Ha sido lo de los últimos días, el golpe blando de los jueces al poder legislativo, un motivo más para alejarse de la clase política? Gamarra y los suyos lo han debido de comprender, porque después de montar tal desaguisado, que daña directamente los cimientos de la democracia, ha preguntado a Sánchez si se ocupaba de los españoles, para quien gobernaba, acusándolo de montar la bronca con el Constitucional.
Como si el PP fuera ajeno a lo sucedido, una historia que comenzó hace cuatro años, cuando perdieron las elecciones y decidieron bloquear los nombramientos de los jueces. Una manipulación y tergiversación de los hechos al estilo trumpista, al que se ha subido el PP siguiendo la estela de Vox.
Sánchez ha llegado el primero al banco de Gobierno, para acusar al PP de haber llegado demasiado lejos; los diputados han aprovechado el besamanos, el buen ambiente entre Yolanda y Sanchez; la vicepresidenta le palmea; hasta Nadia Calviño y Díaz parecen más relajadas entre ellas; llega Teresa Ribera, que no se puede sentar en su sitio porque está Albares hablando con una diputada socialista; Yolanda coge sus papeles, se los ordena hasta que Albares desocupa el sillón azul.
Rufián le da la bienvenida al Gobierno a la guerra judicial de la que ya le advirtieron al Gobierno, cuando le dijeron “ustedes serán los siguientes”; la brutal entrada del Tribunal Constitucional en el camino del legislativo así lo muestra. Y el estrambote en la situación, Miriam Nogueras, la diputada de Junts per Catalunya. Una intervención empeñada en señalar que el PP y el PSOE la misma cosa son, reivindicando la independencia bajo la mirada y los ligeros movimientos de cabeza de Rufián. Sánchez la despacha con un “Jordi Sánchez ha dado el procés por acabado”.
El presidente se va nada más terminar y Calviño se enfrenta al PP. Nadia ha crecido en el último año, también en la pegada y el liderazgo, más rápida, más ágil e incisiva en las respuestas.
Mientras, Cayetana Alvarez de Toledo sigue toda la sesión activada, murmurando a la señoría del PP que tiene al lado, sobreactúa cuando Sanchez habla de la interferencia del poder judicial en el legislativo. ¿Le habrán ofrecido de verdad ser candidata a la frustrada moción de censura? Dicen los colegas que sí.
Las acusaciones de la derecha rebotan en el hemiciclo. Se trata de insistir en un mensaje que ya tiene conquistados a sus electores y que han comprado sin plantearse nada más allá de su aversión al Gobierno de Sánchez. En los pasillos nadie comenta sus planes para estos días, más allá de quienes irán a la investidura de Lula en Brasil con el rey, y tendrán que pasar allí la Nochevieja.
Algunos se quejan de que se les está reactivando la úlcera de estómago con tanta tensión. Sus señorías harían bien en darse un paseo por la cercana plaza Mayor, con su tradicional mercadillo navideño para adquirir la célebre figurita del caganer, nada les representa este año mejor que el muñequito.