El escándalo de 'Cambridge Analytics'
Las polémicas en torno a las redes sociales están a la orden del día. La más reciente controversia constituiría la rasgadura de vestiduras de la sociedad en general y de la clase política en particular, con la cesión de datos por parte de Facebook a la empresa Cambridge. ¡Oh! ¡Dios mío! ¡Facebook cede datos personales a empresas! ¿Qué ha pasado?
Las redes sociales son herramientas de la Web 2.0 que permiten una nueva interacción social, definida como un intercambio dinámico de información entre personas, grupos e instituciones. Para ello, se necesitan unas infraestructuras que según Alex Rayón Jerez, en el caso de Facebook, alcanzan un valor de 291.390 millones de dólares, una cantidad ingente de dinero que es necesario rentabilizar. La opción más común para la obtención de réditos de estos equipamientos consiste en aplicar el modelo de negocio más popular en Internet: el denominado freemium. En este tipo de transacciones la moneda de pago más usual por la utilización de este servicio son los datos personales. Disfrutar de un servicio de tanta popularidad y utilidad como el que ofrece Facebook, tiene como contrapartida el hecho de que sobe cada uno de sus usuarios pende una permanente espada de Damocles: sus datos personales.
Desde hace más de un siglo disfrutamos de otros servicios tecnológicos gratuitos como la radio que igualmente se mantiene con un modelo de negocio freemium. La radiodifusión ha conseguido históricamente sus ingresos a través de la publicidad y la televisión se sostiene con un modelo idéntico al de la radio. De forma que para que la publicidad fuese efectiva las agencias publicitarias ya realizaban estudios de audiencia manejando datos. Por tanto, los datos han estado presentes de una manera o de otra en los sistemas tecnológicos dedicados al entretenimiento. Por si alguien tuviera alguna duda, le invito a que eche un vistazo a alguno de los primeros capítulos de la serie "Mad men".
¿Es posible que el modelo de negocio de Facebook a la vista del espectáculo al que hemos asistido pueda pasar de ser gratis a ser de pago a cambio de tener una privacidad y una seguridad totalmente blindada? Parece complicado que el señor Zuckerberg tenga clara la viabilidad de un modelo de negocio pago. El fundador de esta red social sabe que Facebook no es fundamental en el desarrollo personal de sus usuarios, sino que su utilización tiene un componente más lúdico que otra cosa y además la publicidad que emplea (uno de los pilares de su negocio), no es especialmente invasiva.
Los clientes de las redes sociales horizontales son conscientes del tributo a pagar por utilizar estos servicios: sus datos personales. Y los abonan gustosos. Así, los resultados de Facebook han mejorado de forma importante después del escándalo si los comparamos con los del primer trimestre del año 2017: los usuarios han crecido un 13% -tiene 50 millones de usuarios más que en diciembre de 2017- y los ingresos han aumentado un 49 % ¿Con estos resultados podemos llegar a pensar que los usuarios de Facebook están preocupados con la utilización que se hace de sus datos personales? Parece que podríamos afirmar, según los datos anteriores, que el problema no son las redes sociales, sino la utilización que de las mismas se hace y esto depende única y exclusivamente de la naturaleza humana y no de la tecnología.
Lo que resulta realmente sorprendente en todos estos debates sobre los peligros de determinadas herramientas Web 2.0 es la contradicción en que incurren todos los participantes en el mismo. Por un lado nadie niega que internet sea un medio imprescindible (entre otras cosas para incrementar el conocimiento, para nuestro desarrollo personal, para nuestra formación, etc.) y por otro se presentan estas herramientas como una de las mayores representaciones del mal. Sin embargo, nadie parece que se haya planteado incluir la utilización de la web 2.0 y todas sus herramientas- redes sociales, blogs, wikis, etc.- en las aulas para que nuestros jóvenes y no tan jóvenes sepan utilizar correctamente la red, así como para que la población en general conozca qué peligros conlleva un uso irresponsable de la misma, al tiempo de que adquiera unas nociones básicas sobre la economía de los datos, para que sea capaz de identificar correctamente las fuentes que nos ofrecen los buscadores, que tengan claro cuáles son las ventajas y desventajas del derecho de la propiedad intelectual, de la privacidad y de la innovación. No, aquí somos más de prohibir la utilización de los gadgets tecnológicos en el aula en vez de de integrarlos en el proceso educativo.
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