El erial de Génova reaviva la nostalgia por los 'sorayos'
Mientras, los aznaristas y ayusistas aprovechan para tomar posiciones y recuperar el control del partido minando a Génova sin miramientos.
Ante el posible réquiem de Casado el domingo, que algunos en el PP celebran ya abiertamente, la nostalgia por Sáenz de Santamaría y los sorayos recorre a una parte de los populares. Mientras, los aznaristas y ayusistas aprovechan para tomar posiciones y recuperar el control del partido minando a Génova sin miramientos.
No a todos los que abandonan la política les sucede lo que a Albert Rivera. Ni mucho menos. En general, los altos cargos de los gobiernos del PP o del PSOE suelen reintegrarse en la vida profesional —los que no han tenido profesión se la inventan— con más o menos éxito, pero con discreción y aceptable resultado. La lista de exministros y ex secretarios de Estado no nos cabría aquí a poco que fuera exhaustiva. Esta semana, por ejemplo, hemos visto a la baronesa Thyssen junto a los exministros Michavila y Acebes en la firma del acuerdo con el Estado.
La publicación de la bronca del exlíder de Ciudadanos Albert Rivera y del que fuera su segundo, José Manuel Villegas, ha coincidido con otros sucesos, como la nostalgia que algunos círculos del PP tienen de los tiempos de Soraya Sáenz de Santamaría y los sorayos. ¿Quién se lo iba a decir a ellos, que se fueron tan desencantados tras las primarias? El presidente de Andalucía, Juanma Moreno, es su nexo de unión actualmente con el partido. Su designación fue cosa de la entonces todopoderosa vicepresidenta y ambos siguen en sintonía.
Soraya ha superado bulos repugnantes sobre su salud y, según otras firmas de abogados que compiten con el afamado despacho internacional donde trabaja y es socia la exvicepresidenta, el fichaje de Saénz de Santamaría sí que es excelente para la firma Cuatrecasas. Una de las últimas veces en las que la exvicepresidenta ha demostrado su valía fue el pasado mes de noviembre, cuando algunos españoles, directivos americanos y plumillas, pudieron comprobar que mantiene intacta su capacidad ejecutiva. Eran las jornadas del X Foro Empresarial España-Estados Unidos en la Cámara de Comercio.
Además, Soraya sigue manteniendo contacto con sus compañeros que ya son viejos amigos en política, empezando por Mariano Rajoy, Fátima Báñez, Iñigo Méndez de Vigo y José Luis Ayllón. A veces son Alfonso Alonso, José María Lassalle o Borja Semper, pero poco más. La mayoría de ellos están escarmentados, tienen lugares de destino y no creen en los susurros que les recuerdan como la que hubiera debido de ser la generación centroderecha y liberal, formada, con masa gris y sosegados, ”los que han leído y acabado libros”, puntualiza una diputada popular senior.
En la sede del PP en Génova “nadie tiene nostalgia de nosotros. Dieron la espalda a Soraya y eligieron lo que hay ahora porque no querían que fuese ella y la gente que le rodeábamos quienes marcáramos la política del PP. Eligieron mal al candidato Casado”, avanza de uno de los más notables sorayos.
Como otras fuentes consultadas, dan por hecho que la elegida por Aznar y los suyos es Isabel Díaz Ayuso —lo dejó patente el expresidente del Gobierno— “aunque el contenido es el mismo, no quieren la moderación ni la centralidad y eso es irreconciliable con la mayoría de la gente que estábamos con la vicepresidenta”, apunta el mismo ex alto cargo de Rajoy y Sáenz de Santamaría.
Pero opiniones hay para todos los gustos, depende de a quién preguntes. En los círculos que rodean a Génova, pero no dentro de los despachos en los que por ahora manda —mal, dicen unánimemente— Teodoro García Egea, y en el Grupo Parlamentario los populares que sobrepasan la cincuentena tienen dudas de que gentes de la FAES o asesores de prestigio de Aznar en su día —como Carlos Aragonés o Gabriel Elorriaga— consideren a Ayuso una candidata válida, por más que repita el modelo que en su día pudo representar Esperanza Aguirre, aquello de “parecía tonta, pero resultó luego que no lo era”.
“La desprecian intelectualmente, desde luego, pero no la menosprecian. Todo depende de con quien la rodees y Ayuso tiene a Lasquetty”, reflexiona la diputada senior, que también defiende la conveniencia de recuperar a alguna de las gentes que colaboraron con Sáenz de Santamaría “aunque todos están ganando dinero, bien colocados. Veo a alguno y miran con asombro lo que está pasando. Y tristeza”, reconoce.
Un caso palpable de la escasa o nula influencia que tienen los excolaboradores de Rajoy y Soraya ha sido lo que ha pasado durante la negociación de la reforma laboral con Fátima Báñez. La exministra de Trabajo preside la Fundación de la CEOE y según todos los datos recogidos, en la patronal de Garamendi se le escucha. Donde no se le escucha ni se le oye es en Génova. Con motivo de la reforma y antes del día desastroso de Egea y Alberto Casero, “Fátima intentó paliar el no de Teodoro y de Pablo. Hubo algún contacto con ellos, para decirles lo raro de su posición; la reforma de Rajoy no se derogaba, incluso podían echarlo en cara al Gobierno, a Yolanda. Les dio los motivos por los que la CEOE la había acordado con los sindicatos y Yolanda. Y los argumentos para unirse al sí de los empresarios”, recuerda otra fuente popular.
Pero eso no fue suficiente. El desdichado resultado para el PP y el lamentable espectáculo de los de UPN ya es de sobra conocido. Y el temor de que Casado y su gente —“la mayoría de ellos, por lo menos los tres o cuatro de arriba, te aseguro que no han acabado un libro a fondo”, ironiza otro ex sorayo— lo paguen este domingo con las elecciones de Castilla-León crece.
Y sin embargo, aunque las fuentes consultadas solo coinciden en que es más que probable que Pablo Casado — que era buen chico— acabe este domingo siendo una anécdota en la historia del Partido Popular, no hay ni el más mínimo atisbo de alegría. Primero, porque todos aprecian a Pablo “en lo personal”; Segundo, porque la derrota de Casado y la alternativa de Ayuso es arrastrar a un partido que era demócrata y liberal al trumpismo, “aunque quien lo haya propiciado sea el mismísimo Aznar”.