El drama de 11.000 evacuados por los incendios: "Lloré al ver todo quemado"
Han tenido que salir huyendo a toda prisa ante la cercanía del fuego y dejar atrás sus pertenencias. Ahora siguen en shock y no saben ni por dónde empezar.
Los incendios que asolan varios puntos de la geografía española desde hace diez días han obligado a evacuar a alrededor de once mil personas ante el peligro de las llamas, pero su verdadero drama se produce al regresar a sus casas, como confiesa a Efe Valeriana Pastor, una de las vecinas desalojadas en Zamora: “He llorado al ver todo quemado”.
Pastor, jubilada de Escober de Tábara, el pueblo en el que falleció un ganadero de ovino atrapado por las llamas del incendio forestal de Losacio, no ha podido evitar su aflicción y abatimiento tras volver a su casa.
Y ella es sólo una de las 11.000 personas, según los datos recabados por las delegaciones de la Agencia EFE, que han tenido que salir huyendo a toda prisa ante la cercanía del fuego y dejar atrás sus pertenencias.
El municipio de Ferreruela de Tábara, al que pertenece Escober, ha sido uno de los más castigados, de los primeros a los que llegaron las llamas del incendio de Losacio y en cuyo término municipal perecieron los dos fallecidos, el pastor Victoriano Antón y el manguerista de una autobomba que luchaba contra el fuego, Daniel Gullón, vecino además de Ferreras de Abajo, otro de los pueblos damnificados.
Con el recuerdo del pastor en la mente, Valeriana no ha podido evitar las lágrimas al volver a Escober de Tábara, aunque su hijo intenta animarla y le dice que no la quiere ver llorar, porque él estaba vivo y, ante eso, poco importaba si se habían quedado sin nada.
Tanto ella como otros vecinos de esta localidad expresan la inquietud que les ha invadido durante las últimas jornadas, en las que han estado bien y han recibido muchas atenciones, pero eso no ha borrado de su mente que les habían desalojado y querían volver cuanto antes a sus hogares.
Pilar del Río, otra de las evacuadas, admite que salió pensando que serían sólo unas horas, pero, al día siguiente, “era todo llamas” y, aunque todos los días llamaba al cuartel de la Guardia Civil, siempre le decían que no se moviera, que estaba todo muy mal, hasta que este miércoles llegaron las buenas noticias, dentro de la desgracia.
Al regresar, añade que es “muy triste, desolador” ver todo quemado, aunque el casco urbano de Escober se ha salvado “gracias a los héroes del pueblo”, que lucharon para defenderlo y hacer frente al incendio ante la falta de medios de extinción para ello.
En otros de los pueblos zamoranos evacuados, la incertidumbre ha sido menor, como en el caso de Friera de Valverde, tal y como explica uno de sus vecinos octogenarios, Eliseo Junquera, que se muestra aliviado al saber que su localidad fue desalojada únicamente por el humo y no por la cercanía de las llamas al casco urbano.
Aun así, este octogenario subraya uno de los grandes males el medio rural: “Lo que nos falta es gente, porque los pocos que estamos en el pueblo ya somos mayores”. Y reclama que venga gente de fuera con ganado, lo que puede contribuir a mantener el campo limpio y prevenir incendios o, al menos, amortiguar sus consecuencias.
En la zona cero de los incendios en Galicia, los vecinos lamentan que sus pueblos, que estos días estaban llenos de vida, se han visto reducidos a escombros y cenizas. En una esquina, se erige todavía una vivienda de la que tan sólo queda una pared; en otra, la fachada se ha teñido de negro y también faltan tejados. Y así, hasta 15.
En la aldea de Alixo, bautizada ya como una de las zona cero de los incendios de O Barco de Valdeorras, un vecino, Enrique Pérez, de 86 años, ve con resignación lo ocurrido y comenta resignado cómo la casa de sus abuelos ha quedado reducida a cenizas: “Ardió todo. Mira qué vida. Toda una vida trabajando para esto”.
Raquel, también vecina de la zona y qué compró hace unos años allí una casa, señala: “Y ahora mira para qué”.
Con su patrimonio reducido a cenizas, la mayoría ha optado por alojarse en casas de sus familiares, en O Barco. “Es duro ver esto cómo está ahora y para qué”, lamenta Raquel. En su caso, no le dejaron sacar nada: “Tenía allí todo, la ropa, el móvil, la medicación, todo ha quedado ahí, es algo que sólo sabe el que lo pasa”.
Otro hombre todavía no se podía creer lo que ocurrió mientras recorre las calles: “Lo perdí todo, teníamos muchos castaños y no ha quedado ninguno. Es muy triste”, comenta Manuel.
También en Galicia, en Lugo, en la aldea de Bolomir, Natalia, una mujer desalojada por el fuego, relata que salió de su domicilio “con lo puesto” y con una profunda “tristeza” y “desolación”.
“Esto era un paraíso y es inaudito -prosigue-. Marcará un antes y un después. Los mayores no recuerdan nada de semejante magnitud. No se entiende”.
A su lado, Javier dice sentir “mucha impotencia” y, por qué no, también “acojone”.
“Es tu vida. Lo pasamos muy mal. Necesitamos prevención y más medios. Que nos den medios. A esto hay que darle un meneo. Necesitamos aldeas limpias, caminos limpios y abiertos. La gente es muy mayor, ya no se limpia como antes, y todo esto está muy vacío”, añade.
Natalia sufre por el estado actual del “paraíso”, y Javier lamenta que el rural “hermoso” se haya fundido a “negro”.
Los vecinos de River Park, urbanización situada en el término de El Pont de Vilomara (Barcelona), han lamentado las casas perdidas por el fuego, y el rastro negro y gris que ha dejado en el paisaje alrededor de sus viviendas, que antes era “espectacular”.
El fuego, que al parecer fue intencionado, se inició el pasado domingo en ese punto de la comarca del Bages y arrasó más de 1.700 hectáreas, afectando a decenas de viviendas, algunas de las cuales han quedado totalmente destrozadas.
En declaraciones a EFE Televisión, Jordi explica que los Mossos d’Esquadra les desalojaron en cuestión de media hora de sus viviendas, cuando se inició el incendio, y que no pudieron llevarse apenas nada de sus domicilios.
Cuando volvieron, regresaron a un lugar que poco tenía que ver con el paisaje en el que vivían antes del incendio, y algunos de ellos se encontraron con su casa destruida por el fuego.
“No te entra en la retina tanta ceniza y todo calcinado. Antes teníamos unas vistas espectaculares”, agrega Jordi, que critica la falta de mantenimiento del bosque por parte del Ayuntamiento de El Pont de Vilomara.
Los desalojos se han producido en siete comunidades autónomas: Andalucía (con unas 3.000 personas evacuadas por el incendio de Mijas), Galicia (con 1.100 evacuados por varios fuegos), Castilla y León (2.000 desalojados sólo en la provincia de Zamora), Cataluña, Extremadura, Castilla-La Mancha y Aragón (1.700).