El documental 'Alalá' muestra la cara más amable de Las 3.000 Viviendas de Sevilla
El trabajo de Remedios Malvárez se proyecta en el Festival de Cine de Málaga.
Alegría
Happiness
Joie
Gioia
Freude
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Alalá
Alalá es alegría en caló.Alalá es el nombre de la fundación de Las 3.000 Viviendas de Sevilla donde los niños en exclusión social aprenden flamenco, hacen deporte o asisten a clases de refuerzo, y donde la realizadora onubense Remedios Malvárez aprendió a quitarse los prejuicios y a ver la vida con otros ojos. Y Alalá es también el título de su primer largometraje documental.
Fue durante la grabación de este trabajo, que ahora se proyecta en el Festival de Cine de Málaga —del 17 al 26 de marzo— y por el que ha recibido numerosos reconocimientos como la Mejor dirección novel en los Premios ASECAN 2016 o ser finalista en el Annual China Academy Awards of Documentary Film, cuando se despojó de esa imagen amarillista que los medios de comunicación suelen proyectar sobre el barrio. Y fue durante el rodaje cuando descubrió la verdadera cara de este vecindario que trabaja cada día por mejorar y limpiar su reputación.
La Fundación Alalá, en la que se incluye la escuela de arte fundada por el guitarrista Emilio Caracafé, guía de Malvárez en este proyecto, es una de sus armas para llevar a cabo esa lucha. "Porque el flamenco, además de ser un arte universal, es una herramienta muy grande", cuenta en un encuentro con El Huffington Post. "Es un lenguaje para educar a los niños en valores", continúa la realizadora, que en su corto Silencio presentó el flamenco como un elemento de superación —una persona sorda aprendía a bailarlo— y que en esta ocasión lo introduce como una herramienta de educación.
La primera vez que puso los pies en el barrio acompañada de Caracafé, Malvárez tuvo claro lo que buscaba: "Quería sacar la dignidad de las personas y poner en valor la educación, que es lo que hace a la gente libre". De esa idea, de sus seis meses de idas y venidas a Las 3000 Viviendas, de sus conversaciones con Caracafé y de sus horas de charla con los vecinos, nació Alalá, un documental en el que muestra que "hay personas que tienen mucha dignidad y honestidad y que hay que limpiarse de prejuicios a la hora de mirarlos". "Espero que todos esos vecinos tengan suerte y para eso es clave la implicación de las autoridades", asegura.
Los 80 minutos de Alalá invitan al espectador a convertirse en un visitante que todo lo ve y al que nadie percibe. Se pasea por las plazas, escucha las conversaciones de los vecinos, entra en las casas, en las escuelas, en los bares... Siempre sin intervenir en las acciones. Como tampoco lo hizo la realizadora.
"Dejé la cámara lejos, distante, para no manipular las escenas. He querido mantener la realidad tal y como me la han enseñado", añade. Por eso suenan los móviles y no se cogen, por eso una persona interrumpe la acción y no se para la cámara... Por eso y porque los niños son los principales protagonistas —hay artistas invitados como Arcángel o Raimundo Amador, pero son secundarios—, Alalá es todo naturalidad. "Para ellos era como estar jugando, no pensaban en la cámara. Porque ellos en cualquier esquina te tocan las palmas y se ponen a cantar".
Su música y su alegría cierran este trabajo, mediante una rumba interpretada por todos los niños del barrio que resumen en muy poco la esencia del documental: alegría, alalá. La misma que mostraron los vecinos cuando Remedios Malvárez les enseñó el trabajo en una pantalla gigante que montaron en una de las plazas del barrio.
"Me quedo con las lágrimas y la alegría de la gente", recuerda emocionada sobre ese día.